redbook ➵ dilucxkaeya (genshin impact)

XXXI

La suerte estaba del lado de los Caballeros de Ordo Favonius teniendo a Kaeya y a Sora siguiendo el tenue rastro elemental que había aún por las zonas en las que pudieron haberse llevado al pelirrojo. Aunque esa fuese una gran noticia, inevitablemente la herida comenzaba a hacer efecto en el cuerpo de Kaeya una vez más pues ya no tenía la protección de la Visión especial de Diluc.

Mientras avanzaban debían también esperar a que Albedo, Lisa y Sacarosa realizarán sus asuntos en esa herida si es que querían que Kaeya soportarse lo que fuese posible. Cuando todos los presentes pensaron en que era una mala idea llevarlo consigo, Kaeya insistió en ir pese a su situación.

El viajero y su compañera estaban trabajando lo más duro que podían. La habilidad que poseía el primero parecía estar funcionando hasta conclusión que en alguna parte de Liyue estaba el pelirrojo; sin embargo, no podían estar seguros con franqueza con lo he podían toparse y mucho menos cuando los Fatui estaban involucrados.

No parecía ser la gran cosa, pero toda aquellas ocasiones en las que Paimon y el viajero hablan uno con el otro trataban de encontrar una manera en la que su influencia con los Fatui proporcionara más información y justo cuando pensaron en la persona correcta, Paimon negó múltiples veces creyendo que sería una idea absurda, pero que tal vez podría funcionar. Romperían el trato con Jean al decirle que no se entrometerían en asuntos de los Fatui, pero por giros del destino y la circunstancias los llevaron a incluso crear una pequeña enemistad con el onceavo de los Fatui.

Aún había esperanza por muy mínima y peligrosa que fuera.

Ahora habían pasado cinco días desde que Diluc estaba bajo vigilancia de los Fatui, sin poder utilizar su Visión y parecía que ese suero que estaba en su sistema no le permitía mantenerse despierto. La risa escandalosa de Dottore por muy molesta que fuese tal vez sea la única cosa que lo mantenía consiente de que estaba encerrado ahí.

Diluc se enteró de todo lo que había sucedido de voz de Dottore. Aún le costaba entender, pero por mucho que quisiese pensar que se trataba de un engaño, no podía.

Pasó casi toda su vida viviendo con la idea de que nunca conocería sus raíces cuando estuvo al lado de su padre aunque haya sido por un tiempo muy corto. Vivió una vida entenderá odiándose a si mismo y a su padre por haberle heredado lo que más odiaba de si mismo. Una vida llena de desgracias desde antes de nacer.

Justo cuando parecía que todo iba para bien, que había dejado un poco de lado su pasado y finalmente haber encontrado un poco la felicidad en Kaeya, estaba en una situación tan lamentable con la idea de que alguno de esos días pueda ser el último.

—Verte dormir me molesta tanto, pero esa bella cara tuya me impide despertarte. Eres como un príncipe durmiente —se burló acercándose a Diluc. Levantando su mirada a la fuerza jalando de los mechones que caían por su frente. Se quejó un poco y apenas vio la sonrisa del contrario deseó estar soñando. —. Parece que vienen a rescatarte y entre ellos tu novio. ¿No es genial? Dos conejillos.

—Si lo tocas...

—¿Me amenazas? —soltó una carcajada que hizo horrible eco en el lugar. —No va a vivir mucho tiempo, no se de qué te preocupas tanto.

—Eres un bastardo.

—¿Desde cuándo nos decimos cosas tan lindas? No recuerdo que me hayas invitado a una cita. —río está vez por lo bajo y acarició con ambas manos el rostro de Diluc. —¿Cómo es posible que seas tan hermoso? Ugh, es un desperdicio que pronto estarás con tu padre.

Diluc movió su cabeza intentando alejar las manos del contrario lográndolo. Dottore sonrió divertido, disfrutaba de ver cómo constantemente lo alejaba cada que tocaba su rostro o su cabello.

—Mi padre, mi padre... —repitió un par de veces. —¿Por qué dudas tanto? Mátame ahora.

—No sería divertido —se encogió de hombros. —. Además, si te mantengo aquí vendrán caballeros que también puedo usar a mi favor.

—No los subestimes. —aseguró Diluc.

—Quisiera verlo con mis propios ojos.