XII

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Pasado de Diluc (III)

Llevó la copa de vino a su boca sintiéndose incómodo en ese lugar. No entendía qué había de especial en convertirse en caballero a su edad, no encontraba la gran cosa en eso y, por mucho que le diera vueltas en su cabeza, el Sr. Ragnvindr no escucharía un rechazo de su parte, no cuando ya habían llegado personas de lugares muy lejanos.

Como si no fuera lo suficientemente incómoda aquella fiesta, a menudo era confundido como hijo del Sr. Ragnvindr debido a su cabellera roja, Diluc insistía no tener ningún tipo de relación sanguínea pero, algo dentro de él le parecía que sí. No sabía demasiado de ese hombre que no haya sido cosas buenas de las personas de Mondstandt y parte de las que venían de lejos, hablando de este hombre como un alma amable y pura. A su punto de vista, nada que ver con él.

Naturalmente, Kaeya también se encontraba ahí tampoco sabiendo como seguir con ella fiesta, su seguridad estaba un poco baja y en el momento que divisó a Diluc tan incómodo como él, no pudo evitar sentirse un poco mejor y se acercó a él. Era la única cara conocida en esa fiesta.

No sé trataba de algo tan extravagante, se trataba de una pequeña celebración para Diluc de parte de aquel amable hombre. Literalmente presumía a sus invitados el orgullo que le daba que Diluc ahora fuera capitán mientras que el nombrado seguía pensando que no era para tanto aunque también Kaeya insistiera que no era así.

El Sr. Ragnvindr se acercó a Diluc, llevándolo con orgullo a ver a los invitados que habían venido desde Liyue y sus ojos miraron a Kaeya esperando que este lo salvara pero de él solo recibió una sonrisa burlona y que ondear su mano despidiéndose de él. Tomó lo que quedaba de vino y decidió irse del lugar, de igual forma no sentía que encajaba y que el pelirrojo se quedará a darse un poco de fama le revolvía el estómago.

—¿Es necesario todo esto? —preguntó Diluc por lo bajo caminando junto al hombre quien río divertido.

—Claro que lo es, hijo. Sé que no te agrada este ambiente pero intenta relajarte un poco, ¿puedes?

Diluc negó aún sin parecer estar seguro de aquello.

Así fue como transcurrió el día; conoció a gente interesante con la cual podría entablar relaciones comerciales según las palabras del Sr. Ragnvindr y también a uno que otro personaje importantes. Por mucho que le quisieran demostrar el lado bueno de todo eso, la idea de que solo era un caballero más estaba en su mente, tal vez demasiado.

La noche había llegado y los invitados parecían poco a poco temer por su seguridad en ese lugar. La bodega estaba relativamente cerca de los avistamientos de varios mounstros y uno que otro Mago del Abismo, Diluc y el Sr. Ragnvindr tenían eso en consideración sin imaginarse lo que vendría después. No solo para tomar del maravilloso vino, también se trataba de proteger a los invitados porque las cosas seguían siendo peligrosas para todos. No se trataba de una situación de crisis o algo por el estilo, solo que nunca se estaba demasiado a la ofensiva.

A conocimiento de todos, en especial de los caballeros, los que dominaban mounstros no tenían la suficiente capacidad para atacar solos. Los Magos del Abismo se encargaban de cosas como esas, los guiaban a atacar solo cuando fuera necesario y complicaban las cosas el hecho de que se comenzarán a juntar muchos individuos de su tipo. Esperando con paciencia las altas horas de la noche cuando la ciudad dormía y sus caballeros estaban aún más en desventaja.

Así comienza el segundo ataque a la bodega y parte de las puertas laterales de Mondstandt.

Diluc, y varios otros caballeros ya se encontraban al frente luchando mientras que el Sr. Ragnvindr indicaba a los invitados las rutas más seguras para evacuar el lugar. Constantemente el hombre miraba a Diluc, esperando a que esté fuera a acompañarlo también fuera lo más rápido posible, sin embargo, se trataba de una ola de enemigos que seguían apareciendo uno tras otro.

—Tiene que irse, nos encargaremos. —avisó uno de los caballeros yendo hasta el Sr. Ragnvindr y este asintió sin estar convencido de aquello. Corrió a las puertas traseras del bodega junto con gran parte de los invitados pero fue interrumpido con la sorpresa de toparse con un mago frente a él.

No parecía querer lastimarlo, no atacó en ningún momento, solo bloqueó su camino y lo obligó a dar pequeños pasos hacia atrás. Era bien sabido que los magos podían hablar el idioma de los humanos y trató de comunicarse pero debido al desastre frente al lugar, parecía ser complicado para el hombre escucharlo además de que se encontraba nervioso y con sus sentidos también bloqueados esperando ser auxiliado.

Diluc seguía intentando frenar la ola frente a ellos, si bien era un caballero bastante hábil y audaz, el número de enemigos estaba siendo un dolor de cabeza y aunque también se tratara de un ser humano, su cuerpo no soportaría tanto tiempo y eventualmente terminaría por desmoronarse del cansancio así como sus compañeros. Luchar cuerpo a cuerpo nunca era sencillo, ni siquiera para un prodigio como él.

En medio de tantos eventos ocurriendo, pareciera que el mago de verdad quería seguir llamando la atención de los caballeros y de Mondstandt en particular, así que sin esfuerzo y utilizando su habilidad, la bodega se vio envuelta en llamas.

Después de escuchar un grito, lo último que Diluc recuerda fue ver el cuerpo de aquel hombre, sus manos cubiertas de sangre y las llamas consumiendo el lugar. Una escena la cual Diluc comenzó a recordar de cuando era pequeño, comenzó a experimentar de nuevo miedo imposible de describir y sus sentidos de bloquearon. La rabia, el dolor y el miedo lo cegaron por completo.

Mirarse al espejo después de eso le resultaba repulsivo, observaba su cabello y ojos del mismo color con el cual cargaba sus traumas sin olvidar que su Visión también llevaba este color. Diluc se detestaba, se odiaba mucho más de lo que ya lo hacía pero odiaba más recordar el color de la sangre.

Los sucesos no se hablaron en ningún momento, Diluc pidió que no se dijera nada al respecto y esto causó confusión en Mondstandt. Ejerció su papel como capitán durante un periodo corto de tiempo para cuando la noticia de que él estaría a cargo del viñedo llegó a Kaeya y los caballeros en un balde de agua helada, sin entender como es que alguien que no tenía nada de relación con el Sr. Ragnvindr se encargaría del lugar.

Así fue como los primeros rumores comenzaron a circular, desconfiando del pelirrojo al saber que tenía Visión de fuego, no duran en pesar que él fue el responsable de incendiar el lugar y asesinar al dueño del viñedo. Rumores a los que Diluc hacía oídos sordos y de los que Kaeya al igual que los otros cabellos, no llegaban a escuchar del todo debido a las distinciones de quienes los contaban.

¿Qué hay de ese misterioso libro? Es el cuento que Kaeya quería escuchar de la propia voz de Diluc.

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