Frederick despertó cuando sintió las manos de su mujer sobre su hombro, abrió los ojos, esperando ver el hermoso rostro que lo acompañaba en la cama. Charlotte se veía hermosa, con el pelo revuelto y sus grandes ojos azules abiertos completamente.
—Frederick, están tocando a la puerta.
Embelesado con Charlotte, le tomó un minuto darse cuenta que lo que le decía era verdad, alguien tocaba insistentemente la puerta. Se puso de pie y miró primero por la ventana, el cielo aún estaba oscuro, las estrellas iluminaban por completo la ciudad.
—¿Señores Erwine?
La voz del ayuda de cámara llegó desde afuera y Frederick fue a abrirle la puerta.
—¿Qué pasa Jason?
—Señor, lamento molestarlos tan temprano, pero es importante que se vistan en este momento, el barco esta a punto de salir.
Haciendo una reverencia, la dama de compañía de su esposa se adentró en la habitación.
—Buenos días señora, vine a ayudarla a vestirse.
La dama de compañía se quedó un poco desconcertada al ver que Charlotte aún tenía puesto el vestido de novia, pero no dijo nada.
—Claro. ¿Cuánto tiempo tenemos? —Preguntó mientras se ponía de pie.
—Cinco minutos, señora, tendrá que comer algo ya cuando hayamos abordado, ya hemos subido las maletas, solo sacamos ropa para que puedan cambiarse.
Frederick salió de la habitación para que Charlotte pudiera cambiarse y él se dirigió al cuarto que ocupó su ayuda para hacer lo mismo.
Se cambiaron en silencio y a gran velocidad, los recién casados sentían los estragos de la noche pasada, la cabeza les latía constantemente y Charlotte tuvo que usar toda su fuerza de voluntad para no vomitar.
—Me siento realmente mal. —Le dijo Charlotte a Frederick cuando ya estaban instalados en el camarote que les correspondía.
—Me siento igual que tú. Qué manera de comenzar nuestra luna de miel.
—Que manera de comenzar nuestro matrimonio.
—En realidad el inicio fue bueno, esta es nuestra segunda oportunidad, y a mi parecer comienza mejor que la primera vez.
—Concuerdo contigo.
—¿Te apetece salir a dar una vuelta por el barco conmigo? — Preguntó Frederick.
—Siento ganas de quedarme a descansar un poco, pero porque no vas tú y nos reuniremos a la hora de la comida.
—¿No te molesta quedarte sola?
—Para nada, me quedaré dormida enseguida, así que no tiene caso que te quedes conmigo.
Frederick salió del camarote, no sin antes despedirse de su esposa con un suave beso. Charlotte se sentía mal por todo el alcohol que había consumido la pasada noche, pero se sentía intranquila por su futuro en la alcoba, así que se puso a idear algo para que su marido viera que estaba lista para consumar el matrimonio, pero sin parecer desesperada ni mucho menos una de esas mujeres vulgares.
Fue hasta el camarote de su dama de compañía que es donde estaban sus maletas y pidió que la dejaran sola, a pesar de tener mucha confianza con sus damas, este era un asunto privado que no estaba dispuesta a compartir con nadie.
Ya estando sola, abrió su maleta y encontró lo que buscaba. Unas semanas atrás, Sofía le había hecho un regalo extravagante, pero a pesar de horrorizarse en el momento, ese día sentía que era su salvación.
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Amor desconocido
Historical FictionFrederick Erwine, tiene a todos los habitantes del condado de Dumfriesshire a sus pies. Las madres, tratan de emparejar a sus hijas con tremendo partido, los caballeros, buscan incluirse en sus negocios, las jóvenes, rezan para que las note y los ni...