Capítulo XXIII

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Los libros no mantenían con la mente ocupada a Charlotte, mantenía uno en las manos cuando escucho un carruaje acercándose, dejó el libro sin preocuparse en marcar su avance, miró por la ventana esperando reconocer el carruaje o a su ocupante, pero ninguno de los dos le eran familiares.

Espero a que el carruaje llegara a su destino para poder conocer la identidad de su dueño.

Sus nervios llegaron a un nivel alarmante cuando vio que quien bajaba del carruaje era Robert. No sabía que era lo que hacía en su casa, pero ella estaba decidida a no averiguarlo, ese hombre ya le había ocasionado tantos problemas que no quería darle la oportunidad de ocasionarle uno nuevo.

Su ama de llaves anunció al visitante con la cara llena de un sentimiento que Charlotte no fue capaz de distinguir. La vieja ama de llaves de la mansión Hamilton era como una madre para Charlotte y como alguien de tanta confianza, estaba al tanto de todo el asunto.

–Discúlpeme con el señor Wallis, pero dígale que estoy indispuesta y que no estaré en condiciones de atenderlo en mucho tiempo.

La señora Rupert sonrío satisfecha de la respuesta de su señora y se retiró.

Los nervios a flor de piel de la pobre muchacha volvieron a hacerse evidentes cuando a los pocos minutos se volvió a escuchar el golpeteo de las espuelas, lo que indicaban el aproximamiento de otro carruaje, observo a través de la ventana y vio que el carruaje de Robert seguía en la entrada de su casa, miró un poco más allá y distinguió el carruaje de los Erwine.

Los nervios dieron paso al temor, si Frederick veía a Robert en la casa se iría a la basura la poca esperanza que mantenía por recuperar el poco cariño de su aun marido.

Corrió a la entrada de la casa, necesitaba que Robert saliera de su vida enseguida y no entendía porque la demora de su partida.

Llegó con la cara roja, vio a Robert parado solemnemente frente a las escaleras de la entrada, la señora Rupert camino a la altura de su ama.

–El señor no quiere retirarse hasta hablar con usted, le he repetido que usted no puede atenderlo, pero no quiere moverse.

–Llame al señor Wenworth y dígale que saque al señor de mi casa.

La señora Rupert corrió a buscar al cochero, mientras que Charlotte se mantenía lo más calmada que podía, se escuchó el llamado de la puerta rompiendo el silencio entre los dos. La dueña de la casa ignoro el llamado, no podía dejar que ningún Erwine viera a Robert.

–Creo que te buscan, querida.

–No es de tu incumbencia y no pienso moverme de aquí hasta que salgas de mi casa.

–Para irme tendrás que abrir la puerta, así que porque no vas a ver quien te busca y así podrás abrir mi camino para retirarme.

Corriendo iban llegando el señor Wenworth junto con el ama de llaves.

–Señor Wenworth, podría hacerme favor de sacar a este hombre de la casa. –El interpelado asintió.

El cochero se acercó a Robert y este no permitió ser tocado, se encamino a la entrada. Charlotte sabía que sería inevitable que quien fuera que estuviera esperando al otro lado de la puerta viera a Robert, pero también estaba segura que el hecho de ver que era escoltado fuera de la mansión, sería tomado como muestra de desagrado a la visita.

Al abrir la puerta su asombro se intensifico cuando el menor de los Erwine se encontraba esperando. La cara de Logan se descoloco un poco cuando vio a Robert, su decepción se vio presente al mirar a Charlotte. La señora Rupert intervino antes de que todo se saliera de control y perjudicaran a su señora de nuevo.

–Señor, podría moverse un poco, están escoltando a este señor fuera de la casa y vamos a necesitar que mueva su carruaje para que pueda retirarse de las instalaciones.

Al escuchar eso, Logan cambio su expresión y ofreció su ayuda.

–¿Este hombre te esta molestado?

–El señor Wenworth ya se esta haciendo cargo del asunto.

–La próxima vez que me veas, espero pasar un momento tan esplendido como el de esta noche.

Todos cambiaron de color en ese momento. Logan empujó al hombre y el señor Wenwoth lo tomó del sacó para sacarlo de ahí. La señora Rupert no pudo hacer más que ocultar su expresión de horro tras su mano y Charlotte con todo el coraje que fue capaz encontró palabras en su garganta.

–El perjurio que estas cometiendo es muy grave y no voy a permitir que te burles de mí.

–Nadie aquí presente cree en las mentiras de este hombre.

Ser defendida por Logan Erwine le trajo un sabor dulce a la boca, si él creía en ella, eso significaba que tal vez Frederick también.

–Y tú, si me entero que mencionas el nombre de la señorita Hamilton en cualquier lugar, utilizaré todo mi poder para que seas el hombre más miserable de la tierra, además de que haré publico todo lo que sé de ti.

–No me asustas, para mencionar mi falta tendrías que decir que la querida señorita Hamilton fue poseída por mi y eso es lo ultimo que creo que quieras.

–Te estas metiendo con la persona equivocada, piensas que yo no sé nada sobre Julia Meritan o Jessica Moran ¿Quieres que prosiga o prefieres mantener la boca cerrada?

La cara de Robert sufrió un cambio descomunal, subió a su carruaje a tropezones y mandó a su cochero a retirarse.

Todos esperaron en el umbral viendo como el carruaje se alejaba, cuando estuvo suficientemente lejos la señora Rupert y el cochero se devolvieron a la casa después de hacer una reverencia a su señora y al señor Erwine.

–Espero que te encuentres bien, ¿necesitas algo? – preguntó Logan.

–Estoy muy bien, gracias. Pasa y siéntate ¿te ofrezco algo de tomar?

–No, vengo a por ti, necesito que vengas a la casa.

Logan retuvo a Charlotte, después de que esta le dijera que no era bienvenida en la casa, Logan le dijo que eso ya no sería un impedimento.

–Necesito que estés presente cuando limpie tu nombre y haga razonar al cabezota de mi hermano. Sé que estos últimos días han sido difíciles, pero los dos necesitan una segunda oportunidad y yo les voy a dar una mano con eso.

Charlotte aceptó.

Charlotte aceptó

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Amor desconocidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora