Capítulo XXVII

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Querido señor Erwine:

Lamento profundamente el contenido de esta carta, pero creo, es mi deber comunicarle lo sucedido hace apenas unas horas.

El día de ayer, llegó la señorita Hamilton un poco desorientada, buscando el camino para llegar a la mansión Erwine, como era una hora y un lugar no apto para una señorita como lo es la señorita Hamilton, le ofrecí posada, pensando que estaría más segura resguardada.

Esta mañana cuando mandé a buscarla para que comiera algo y después mandarla con alguien de confianza hasta su casa, la señorita ya no se encontraba en la habitación. Encima de la cama había una nota dirigida a usted, la cual le mandó junto con esta nota.

Sé que mi palabra es de muy poca confianza, pero espero y tome en cuenta toda mi buena voluntad al ofrecerle un techo a la señorita en un momento de necesidad, cualquier cosa en la que pueda ayudar, puede contar conmigo.

Con afecto.

Señora Isabella Jones.



Enseguida tomó el otro trozo de papel que venía dentro del sobre y lo extendió. Era un pequeño trozo de papiro trozado, con las palabras amontonadas y casi ilegibles, al parecer había sido escrita con premura. Frederick mantenía los dientes apretados mientras trataba de descifrar el contenido de la nota.



Señor Erwine, lamento no poder dirigirme a usted en persona, pero como tal vez entienda después de leer esta nota, tengo poco tiempo.

La señorita Hamilton tiene una deuda conmigo, la cual tiene que saldar a la brevedad, tiene dos opciones para pagar esa deuda que es; entregarme diez mil libras o casarme con la señorita Hamilton.

Si no obtengo respuesta de usted el día de hoy con una solución, daré por entendido que obtengo su bendición para este enlace.

Muchas bendiciones.

Edward Letinton.



–Me preocupé tanto por Wallis que olvidé por completo que este canalla estaba libre.

–Tenemos que ir a buscar a Charlotte. Logan, ve a Grinchurch y habla con esta señora Jones, averigua todo lo que puedas. Pide al señor Sinclair que vaya en busca del capitán Federstone, dale las cartas para que lo pueda poner al tanto en el camino. Sofia ¿Puedes hacerme el favor de ir a buscar al señor Phillips?

Rápidamente todos se pusieron en marcha, Frederick mientras tanto le pidió a toda su personal discreción ante todo lo acontecido, sabía que era cuestión de tiempo para que alguno flanqueara y desobedeciera la orden, pero esperaba descubrir que tenía empleados leales.

Con la desaprobación de la suegra de su hermano, se puso en pie, aún y con el insoportable dolor que sentía en toda la pierna. Con la ayuda de su ayuda de cámara logró llegar hasta su despacho, donde al sentarse en su silla, pudo sentirse él nuevamente.

Tenía demasiado trabajo pendiente, pero la preocupación por la desaparición de Charlotte, le hacía imposible concentrarse en otra cosa que no fuera mirar por la ventana, esperando que alguna de las personas que aún eran útiles en la casa, regresaran con noticias.

La culpa lo carcomía, el pensar que si tan solo hubiera accedido a escucharla cuando ella se lo solicito. Dudaba que Charlotte lo perdonara después de como la había tratado las ultimas semanas, y ahora con el problema de Susana. Si bien le había dejado en claro que se haría cargo del niño y que no se apareciera más por su casa, no podía confiar completamente en ella, su parte racional sabía que volvería en cualquier momento y Charlotte la pasaría mal.

Quiso pararse a servirse un vaso con licor, pero el dolor de su pierna al querer moverla, le hizo recordar que era un completo inútil. Tocó la campana para solicitar la ayuda de alguien.

El sirviente justo se iba cuando llegó Sofía junto con el señor Phillips. La preocupación que manifestó el señor Phillips por la desaparición de Charlotte, conmovió a Frederick, ¿Hace cuanto el señor Phillips se había convertido en alguien recurrente en sus vidas y él no lo había notado?

–Señor Phillips, mi hermano me ha puesto al tanto de lo que habló con él, pero me gustaría saber todo, tal vez algo que se le haya escapado, algo que no quiso contarle a mi hermano, lo que sea.

–Lo siento, pero le he contado todo lo que averigüe al señor Erwine. Lo único que puedo proporcionarle hoy es el rompimiento del compromiso del señor Wallis con la señorita Bertram, la señorita ha partido del contado el día de ayer y al parecer no piensa volver. El señor Wallis se quedó en la región, pero se ignora su paradero, creo saber que su hermano tuvo un encuentro con él ayer por la tarde, pero desde ese momento se perdió su rastro.

–¿Cree que él esté detrás de la desaparición de la señorita Hamilton?

–Es muy posible, todo encaja, además debemos recordar de la rara amistad que el señor Wallis y el señor Letinton forjaron en la cárcel. Tal vez menospreciamos los lazos de esa amistad.

–Quiero que utilice todos sus contactos en la ciudad para dar con alguno de esos nos, utilice todos los recursos que estén en sus manos, si necesita hacer sobornos hágamelo saber y le daré el dinero de inmediato. Busqué a mi mujer por debajo de las piedras si es posible, pero la quiero de vuelta.

La voz se le quebró en la ultima frase, el señor Phillips se levantó, dispuesto a marcharse cuando Frederick lo detuvo.

–No lo quiero entretener, solo quiero pedirle una disculpa por mi trato hacia usted, es una mala excusa, pero pasaba por malos momentos y usted no tenía la culpa.

El señor Phillips se desconcertó, jamás ningún señor a los que había prestado sus servicios se había disculpado con él. La jerarquía de los señores los hacía egoístas.

–No tiene porque disculpase señor Erwine, mi trabajo era traerle información, es comprensible que se molestara si yo era incapaz de traer nada ante usted.

Frederick dio por terminada la entrevista, no quería que nada detuviera al investigador en la busca de Charlotte. Minutos después alguien tocó a su puerta.

–¿Puedo entrar? No creo que sea buena idea esperar noticias estando solos.

Frederick le sonrió a su próxima hermana, tenía razón, estar esperando en la soledad lo tenía al punto de la locura, agradeció la compañía y juntos esperaron a que alguien trajera noticias favorables.

Frederick le sonrió a su próxima hermana, tenía razón, estar esperando en la soledad lo tenía al punto de la locura, agradeció la compañía y juntos esperaron a que alguien trajera noticias favorables

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Amor desconocidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora