Capítulo XV

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 El amor es el sentimiento más complicado que existe, el miedo, la ira y la alegría confabulan para hacer al amor el sentimiento más cansado, algunas veces te hace llorar de rabia, y algunas otras de alegría.

Frederick que siempre se había caracterizado por conservar la calma en todo momento se había convertido en un hombre no muy civilizado al discutir con su hermano menor.

–¿Qué pensabas logan? ¿La dama de compañía de mi esposa?

–Estoy enamorado, hermano.

Esa simple frase fue suficiente para hacer correr y llorar a la joven, por fin uno de sus sueños se había hecho realidad, pero no en la forma en que ella quería, ser humillada públicamente no era la manera en la que pensaba que Logan se decidiría a aceptar su amor.

¿Que debía hacer? optó por la solución más correcta, salió de su recamara aún con los ojos hinchados y fue a realizar su trabajo como si nada hubiera pasado.

Así como ella lo veía, era lo más correcto de hacer, podría demostrar que para ella su trabajo era lo más importante, el señor Erwine los había visto y como a él, los escándalos lo molestaban, tal vez optaría por no decir nada, lo peor que podría pasar era que la despidiera y ella era joven y con mucha vitalidad, podría encontrar otro trabajo sin premura.

Lo único que le dolía en ese plan sería dejar de ver a Logan y más ahora que por fin había aceptado el amor que sentía por ella, pero eso también le demostraría que tan grande era el amor que se sentían.

Terminó de arreglar la ropa de su patrona, esperando que estuviera lista para irse a su casa y poder volver a respirar con tranquilidad, pero Frederick entró a la habitación.

–Te veo en mi despacho, en dos minutos.

Sofía comenzó a llorar de nuevo, la realidad era que no quería ser despedida, esa casa había sido su hogar desde niña y ahora la casa de la señorita Hamilton. No quería que sus padres preguntaran el porqué de su despido, y claramente no quería que se enteraran de lo sucedido.

Llegó temblando al despacho de Frederick y dio dos pequeños golpes a la puerta avisando su llegada. Entró con la cabeza agachada lo que le impidió ver que Frederick no estaba sólo.

Los señores Erwine, Logan y sus padres se encontraban dentro del despacho esperándola. Nadie demostraba ninguna emoción. Sofía necesitó de todo su autocontrol para no volver a llorar, la decepción que sentía por ella misma era descomunal y ahora el saber que sus padres sentirían exactamente lo mismo, la hacía querer doblarse del dolor.

–Hay varias cosas que tenemos que arreglar, tus padres ya están al tanto de todo lo sucedido...

–La asustarás Frederick, te dije que me dejaras hacer esto a mí.

–¿No crees que ya hiciste lo suficiente?

–La verdad no. Lamento la forma en que sucedió todo y entiendo la molestia de todos, pero como ya les dije, la virtud de Sofía sigue intacta y planeo que siga así hasta el día de la boda, no deseo que piensen que hago esto solo por el hecho de que nos descubrieran, pero la verdad es que fue un grande alivio. No había encontrado la forma de contártelo y estuve a punto de perder a Sofía por mis dudad, así que esto facilita un poco todo.

Las preguntas de Sofía sobre el asunto se hacían cada vez mayores, ¿Su virtud estaba intacta? la realidad era que no se sentía distinta, pero ya daba su virtud como perdida. ¿Boda?...



Hay maneras de afrontar las cosas, y Charlotte estaba viendo la manera en la que le hubiera gustado que se manejara su falta. Casarse con Robert hubiera sido su plan ideal, encontrar una anulación de su matrimonio hubiera sido fácil, la consumación era una prueba irrefutable que les hubiera valido para no hacerlo valido, pero la falta de interés de Robert en el asunto la hizo ver la realidad.

Ahora que por fin volvía a ver a un hombre con los mismos ojos que había visto a Robert, él regresaba a poner su mundo de cabeza. Había amado tanto una imagen de Frederick, que siempre había conservado su amor como platónico, jamás pensó que volvería a verlo.

Cuando conoció a Robert ella le contó todo sobre Frederick, el modo en que él se mostraba celoso de alguien a quien tal vez nunca vería la hacía pensar que en verdad sentía algo por ella.

Ahora solo quedaba pedir que Robert se fuera para siempre de su vida y que dejara que ella hiciera la suya junto a Frederick, como debió ser desde un inicio.


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Amor desconocidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora