Buscó por los alrededores, tratando de encontrar a la dueña de esos hipnotizantes ojos, pero fue imposible. Justo cuando había considerado la idea de darse por vencido, ella se aparece. Frederick ya no tenía dudas, debía encontrar a su mujer a como diera lugar.
Regresó a la fiesta con el fin de buscar a Logan y largarse de ahí, tenía que contactar de inmediato al señor Philips e intensificar la búsqueda.
Visualizó a Logan en un rincón del salón, junto con dos señoritas. En el camino, la señora Carlisle lo saludó y llamó su atención para ella.
— Señor Erwine, pero ¿Dónde está su máscara?
Frederick había ignorado hasta ese momento la ausencia de la máscara, debió haberse caído en algún momento sin que se diera cuanta. Se disculpó con la señora Carlisle sin responder su pregunta y fue al encuentro de su hermano.
— ¿Qué pasa Frederick? No tienes buena cara, ven, vamos a tomar un trago.
— Tenemos que irnos, ¡Ahora!
Frederick no dejó que su hermano preguntara nada, se dio media vuelta y se encaminó a la salida. En el camino varias personas trataban de llamar su atención, pero él no apartó la mirada de la entrada en ningún momento.
Llegó al carruaje y sin esperar a que el cochero le abriera la portezuela se subió. El cochero sorprendido por la llegada de su señor, esperó indicaciones. Solo hasta que el hermano menor llegó, Frederick pidió ir a casa.
— ¿Por qué está partida tan repentina? — preguntó logan después de varios minutos de silencio.
Frederick agitó la cabeza, no podía contar nada ahora, los sentimientos a flor de piel le impedían pensar claramente y relatarle a su hermano el encuentro que tuvo. Logan al ver el mal humor de Frederick volvió a guardar silencio, él sabía que cuando algo aquejaba a su hermano tenía que dejarlo tranquilo hasta que contara las cosas por su propia cuenta.
Llegaron a la mansión Erwine pronto, bajaron del carruaje y antes de que el cochero partiera a dejar los caballos, Frederick lo detuvo.
— Ve a casa del señor Philips y dile que lo necesito urgentemente. ¡No regreses sin él!
Logan y el señor Sinclair se miraron estupefactos, Frederick por lo regular jamás le gritaba a un empleado.
— ¡Ve! — le dijo Logar al cochero después de salir del trance. El señor Sinclair salió a toda prisa en busca del hombre.
Logan vio partir el carruaje al tiempo que entraba en la casa, fue al estudio en primer lugar, ahí era el lugar preferido de su hermano.
Entró sin tocar — ¿Me puedes explicar que pasa?
Sin contestar inmediatamente sirvió dos vasos con whisky, le dio uno a Logan, y después de beber un sorbo se dispuso a contarle lo que vivió esa noche.
— ¿Estas seguro de que era ella? ¿no pudo ser producto de imaginación? Piensa un poco hermano; llevas tanto tiempo buscando que tal vez tu subconsciente te jugo una mala pasada.
Frederick suspiró, no tenía humor para explicarle a nadie, que estaba seguro por el simple hecho de a ver visto los ojos de la dama, sabía que cualquiera le recordaría que demasiada gente comparte color de ojos. Él sentía la verdad en su interior y hasta que no le demostraran lo contrario con pruebas, no iba a descansar.
El señor Philips era el detective personal de Frederick, cuando lo contrató, le dejó muy en claro que no quería que descuidara la búsqueda de Charlotte, así que le asignó una renta mensual vitalicia a cambio que solo se dedicara a la búsqueda de su esposa.
Así lo hizo, pero para la mala suerte de Frederick, no había podido averiguar nada sobre Charlotte después de la muerte de sus padres, el señor Philips no lo entendía, era como si la tierra se la hubiera tragado. Siempre había sido considerado como uno de los mejores detectives de Escocia, fue por eso que Frederick contrató sus servicios, pero Charlotte se había vuelto un reto personal para el detective.
Eran más de las dos de la mañana cuando el carruaje arribó a la mansión, el señor Philips fue conducido al estudio, al entrar un penetrante aroma a licor le quemó las fosas nasales.
— Señor Erwine, buenos días. — le dijo el señor Philips con una reverencia.
— Buenos días, señor Philips, por favor tome asiento.
A pesar de haber bebido bastante, Frederick aún se mantenía completamente lúcido, las fuerzas con las que deseaba encontrar a Charlotte y traerla a ocupar el lugar que le correspondía en esta casa, hacía que el alcohol perdiera parte de su efecto.
Algunas horas pasaron cuando por fin Frederick se despidió del detective y subió a tratar de descansar un poco. Pero poco le duro el placer, a la hora de siempre fue llamado a desayunar. La cabeza le dolía por la falta de sueño, pero jamás se había quedado en cama, ni por enfermedad, ni por nada, así que juntó todas sus fuerzas y bajó.
El sentimiento que corría por su cuerpo cada vez que pensaba en esos ojos que había visto la noche anterior, lo hacía sentir feliz. Inmensamente feliz.
Después del desayuno iría el mismo a recorrer todo el condado si era necesario, sabía que esa pequeña dama, dueña de sus dolores más grandes de cabeza, estaba cerca, demasiado cerca.
FREDERICK EN MULTIMEDIA.
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Amor desconocido
Historical FictionFrederick Erwine, tiene a todos los habitantes del condado de Dumfriesshire a sus pies. Las madres, tratan de emparejar a sus hijas con tremendo partido, los caballeros, buscan incluirse en sus negocios, las jóvenes, rezan para que las note y los ni...