Capítulo XXX

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Fría y oscura era esa noche en particular, la habitación se mantenía en continuo silencio que ninguno de los dos se atrevía a romper. Charlotte, motivada por la oscuridad que los cubría, tomó el coraje necesario para hacer el primer movimiento.

–No sé si sea prudente hablar ahora, pero me gustaría mucho disculparme por la forma en que salí corriendo, provocando todo este desastre. Y también por ocultarte todo, sé que debí ser sincera, pero me daba mucho miedo ser rechazada.

Tenía mucho más que decir, peor no encontraba las palabras correctas para expresarse, esperó en vano que Frederick hablara, tragándose el nudo que tenía en la garganta volvió a hablar.

–Siento que haya pasado por todo esto por mi culpa, lo que daría por volver el tiempo atrás y evitar que todo esto pasara, tal vez lo mejor hubiera sido jamás volver a Dumfriesshire – Detuvo su discurso.

–Creo que te estas disculpando demasiado, tanto que harás que mis palabras sepan a nada. No tienes porque pedir disculpas, bueno tal vez de lo de no ser sincera si, la base de una buena relación en pareja es la confianza y fue lo primero que traicionaste, pero no te culpo de nada, aquí el malo de la historia fue Wallis. Ahora va mi disculpa, me pondría de rodillas si me fuera posible. El perdón sería el regalo más grande que podrías darme. Podría darte mil excusas, pero la realidad es que solo hay una verdad: Estaba tan celoso que hice todo lo que hice por el sentimiento más fuerte que he tenido nunca. No me importa nada tu pasado, mientras tu futuro lo escribas conmigo, no volveremos a tocar el tema nunca más.

–¿Quieres volver a intentarlo a pesar de todo?

–Quiero volver a intentarlo mientras podamos olvidar todo y nuestros sentimientos sigan siendo los mismos, no quiero forzarte a nada, quiero que seas feliz y si eso lo consigues lejos de mí, me encargaré de que tengas la mejor vida posible mientras encuentras tu propio camino.

Las palabras tomaron un efecto en Charlotte, la pesadez de noches en vela, más todos los sentimientos encontrados que había tenido que vivir los últimos días cobraron efecto. Las lagrimas abarrotaban su rostro sin cesar.

–No llores, querida.

El caballero se quedó sin palabras, al no saber si las lagrimas que derramaba eran de tristeza, felicidad o dolor, no tenía las palabras adecuadas para expresarse.

–Ven, recuéstate a mi lado, necesitas descansar.

–No, será mejor que me vaya a mi habitación, no podemos dar aún más de que hablar.

–hace algunos meses te hubiera dado toda la razón, pero la gente que habita esta casa me ha demostrado ser la más leal, no tienes por que temer a que digan algo.

La felicidad que contenía en su pecho se fue acrecentando conforme se acostaba en su cama. Su mente divagaba, pensando en que así serían sus noches si aceptaba la propuesta de Frederick. El sueño comenzaba a vencerla, los cálidos brazos de Frederick la cobijaron en esa fría velada y los dos dejaron se dejaron llevar por la paz y tranquilidad del momento.

La luz dio de lleno en su rostro, rodo tratando de ocultarse del sol cuando algo firme chocó con ella, abrió los ojos recordando de golpe en donde se encontraba. Se encontró con que él aún dormía plácidamente, lo observo mucho tiempo tratando de compararlo con el niño que había conocido tantos años atrás y tratando de memorizar sus facciones.

Suspiró, despertar así todos los días era lo que anhelaba, pero no estaba tranquila. Existía Susana y ese niño que estaría siempre a la sombra, su tranquilidad se nubló y la confusión volvió a adueñarse de ella.

La puerta de abrió en par dejando a Logan con la palabra en la boca y los ojos abiertos por la sorpresa. Charlotte intentó cubrirse hasta la cara con la cobija, dejando destapado a Frederick en el intento, La sorpresa de la chica al notar el torso desnudo de su acompañante se hizo evidente. Mientras Frederick despertaba, Logan soltaba una carcajada, cerró la puerta y gritó desde el pasillo.

–¡El escándalo! Cuando estén listos, les pueden traer el desayuno a la cama.

Los jóvenes se miraron y no pudieron evitar reírse.


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Los días continuaron con poca tranquilidad, los preparativos de la boda de Logan y Sofia seguían, mientras Frederick se recuperaba de su fractura, Charlotte se había ido de nuevo a su casa. Robert Wallis había sido capturado y se preparaba su juicio.

A fechas próximas de la boda, Frederick mandó a llamar a los señores Sinclair a su habitación.

–Señores Sinclair, pasen por favor.

Los padres de Sofia entraron y se pusieron a la disposición del señor.

–Los he mandado a llamar porque hay algo que quiero comunicarles, y me gustaría que fuera antes de la boda. Sé que ustedes han trabajado para los Erwine muchos años, incluso estuvieron aquí el día de mi nacimiento y creo que nunca han tenido una gratificación por todos los años de servicio. También estoy consiente que algunos días pasaremos todos a ser parte de la misma familia, por lo que me gustaría comenzar a tratarnos como tal.

Los señores Sinclair se encontraban confundidos. Al no tener respuesta alguna, Fredrick continuó.

–La señorita Hamilton y yo estamos planeando una boda en invierno y como saben la mansión Hamilton quedará vacía, hemos hablado todos en familia y creemos que es conveniente que ustedes ocupen esa casa.

–¡Oh, señor! No podemos aceptar eso.  

–Sofía ya ha aceptado por ustedes, así que en cuanto la señorita Hamilton dejé la casa, ustedes podrán tomar posesión de ella, y desde este día dejan de trabajar aquí, recibirán cada uno una pensión vitalicia para que puedan vivir cómodamente.

          –Sofía ya ha aceptado por ustedes, así que en cuanto la señorita Hamilton dejé la casa, ustedes podrán tomar posesión de ella, y desde este día dejan de trabajar aquí, recibirán cada uno una pensión vitalicia para que puedan vivir cómoda...

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Amor desconocidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora