Capítulo II

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Dumfriesshire, 1845

— ¿Cuánto tiempo más la buscarás? Llevas más de cinco años buscando algún rastro de ella sin lograr nada. Deberías darte por vencido.

Frederick no quería dar por ciertas las palabras de su hermano, para él, era de vital importancia encontrar cuanto antes a Charlotte.

Su padre había muerto cinco años atrás, dejándolo a él como heredero de su fortuna y como señor de la mansión Erwine. Ahora, era su deber proveer a la mansión Erwine de un heredero y para eso necesitaba antes una esposa. Esposa que ya tenía, solo necesitaba dar con su paradero.

Diecisiete años atrás sus padres habían planeado una boda entre él y Charlotte Hamilton; el día de su boda, fue la primera y última vez que estuvo en una misma habitación junto a "su esposa", una semana después de la ceremonia, la familia Hamilton había abandonado Dumfriesshire sin dar datos de dónde encontrarlos. Al principio para Frederick fue un suceso sin importancia, pero ahora que contaba con edad para formar una familia era urgente encontrarla.

Después de cinco años de búsqueda, lo único que había podido averiguar era que los señores Hamilton habían muerto. Pero de Charlotte no se sabía nada.

— Lo más probable es que esté muerta, —le dijo su hermano, sacándolo de sus pensamientos —no me mires así, piénsalo, cinco años buscándola y que no se sepa nada sobre ella, eso no es normal, lo más probable es que haya muerto; y eso es genial, serias libre para casarte con cualquier otra dama.

— Hasta que no tenga en mi mano su certificado de defunción, para mí sigue estando con vida; y sigue siendo mi esposa.

Jamás le había pasado por la cabeza encontrar una nueva esposa, para él, Charlotte Hamilton era la señora Erwine, y nadie cambiaría su forma de parecer. Charlotte al igual que él, fue víctima de la ambición de sus padres, y era su derecho el reclamar su lugar entre la sociedad.

— Pues suerte con encontrar a la señora Erwine.

Logan no entendía la obstinación de su hermano por encontrar a esa mujer, estaba seguro que ni siquiera la recordaba físicamente, eran apenas unos niños cuando se conocieron.

Frederick era el más cotizado soltero en Dumfriesshire. Para todas las personas que habitaban el condado, el matrimonio era un secreto, todos ellos auguraban esperanzas de que el misterioso señor Erwine quisiera formar una familia, para poner a sus hijas en primera fila.

El joven podía escoger a cualquier dama que quisiera, y nadie se atrevería a decirle un no, algunas eran demasiado bellas de muy buenas familias, pero Frederick no les prestaba la menor atención, para él no existía nadie más que Charlotte.

Era ridículo y él era conciente de eso. Charlotte era apenas una niña cuando la conoció, pero no podía olvidar sus preciosos ojos azules.

— Cambiando de tema, ¿iras al baile de los Van Patton? — preguntó Logan, tratando de dispersar el mal humor de su hermano.

— Aún no lo sé.

Para Frederick era realmente molesto ir a esas clases de reuniones. Todas las madres lo acorralaban, hablando sobre los encantos de sus hijas. Él siempre se comportaba como un caballero, sonreía y trataba de entablar conversaciones que no hablaran de cortejos y matrimonios.

— Será una velada muy divertida, y te ayudará a distraerte y alejar un momento de tu mente a Charlotte Erwine.

Lo que Logan ignoraba, es que no había momento en que su mujer estuviera en su cabeza.

— Tal vez tengas razón.

Otra de las muchas cosas de las que Frederick estaba obsesionado, era en hacer feliz a su hermano, sus padres siempre habían preferido a Frederick por ser el heredero, dejando a Logan al cuidado de sus nanas, prestándole nula atención. No podía dejar de sentirse culpable por esa predilección, y trataba de compensar a su hermano en cada oportunidad que tenía.

— Claro que tengo razón. Alista tu antifaz y tu ropa, que nos iremos a las ocho en punto.

Logan salió del salón, dejando a Frederick maldiciendo por no recordar que la bendita reunión era de disfraces.

Los señores Frederick y Logan Erwine entraron al salón robándose la mirada y atención de todos los presentes. Logan, enseguida se despidió de su hermano y fue a reunirse con algunas damas de la región. Frederick lo miró ceñudo, si bien hacía lo que Logan quería, seguía siendo el hermano mayor y le preocupaba su bienestar.

Todas esas señoritas solo usaban a Logan para poder llegar a Frederick y eso al susodicho lo llenaba de rabia, su hermano era un ser con el alma débil, necesitado de amor por culpa de su madre. Cada dama que le ofreciera un poco de cariño, era como una droga para él.

También temía que Logan se viera envuelto en algún escándalo, él quería la felicidad de su hermano, y por eso mismo no permitiría que se casara sin amor, como él mismo. Logan al no ser el heredero, tenía que casarse con alguna joven con una herencia de no menos de diez mil libras si quería no pasar hambre, pero Frederick como buen hermano, sabía que, si algún día su hermano se enamoraba de alguien inferior, él se haría cargo de sus gastos.

Lo que más le molestaba de las fiestas de disfraces, era no saber a quién se acercaba, no le gustaba sentirse tan vulnerable. Caminando por el salón, viendo como las parejas bailaban, una joven llamó su atención, no fue su belleza o su porte lo que lo cautivó, fueron sus ojos lo que lo hipnotizaron. Frederick se acercó a ella sin pensarlo.

la joven lo miró y sonrió. — ¿Charlotte? — susurró Frederick.

La joven dama pudo leerle los labios, sin dejar de sonreír le rindió una reverencia a Frederick para después desaparecer a toda prisa.

La multitud impedía que Frederick fuera más rápido. No quería dar un espectáculo, pero estaba a punto de gritar para poder abrirse paso. Cuando por fin pudo llegar a la entrada del salón busco sin éxito a la dama en cuestión.

Tomó algo del piso y maldijo en silencio.

Había estado en la misma habitación que su esposa, no tenía dudas de eso. 

CHARLOTTE ESTA EN MULTIMEDIA.

CHARLOTTE ESTA EN MULTIMEDIA

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*Charlotte en multimedia


Amor desconocidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora