Un grito estridente despertó a los habitantes de la casa, Susana comenzaba a sentir los dolores del parto.
Sofía ya se encontraba a su lado cuando la señora Sinclair llegó corriendo a la habitación.
—He mandado traer al médico.
La señora Sinclair había asistido en algunos partos, tenía más o menos la idea de lo que se debía hacer. Mandó traer sabanas limpias, agua caliente y lienzos.
—Deberías ir a recostarte, los partos tardar horas y no estás en condiciones para estar tantas horas aquí.
Sus ojos se posaron en Susana, tal parecía que aunque su cuerpo estaba recostado en la cama, su cabeza no se encontraba en la misma recamara. La belleza que alguna vez provocó envidias se veía marchita, el sudor llenaba su rostro y cuerpo.
—A mí no me gustaría dar a luz estando sola, me quedaré el tiempo necesario, podré descansar cuando todo haya terminado.
Su madre solo asintió y se instaló del otro lado de la cama para rendirle palabras de apoyo a la futura madre. De tanto en tanto se turnaban para ponerle lienzos en el rostro y secarle el sudor.
Cuando llegó el doctor Lockart la luna comenzaba a meterse dando lugar al sol que iluminaba ya varios lugares de la región.
—Creo que lo mejor es que se vaya a descansar señora Erwine yo me ocuparé de todo. Vaya a su recamara y en un momento estaré con usted para revisar su embarazo.
Sofía no quería irse, pero el dolor en la espalda la hizo tomar la decisión de retirarse a su recamara a descansar un momento. Su madre se quedó con Susana a petición de su hija, por lo que caminó sola por los pasillos.
Al llegar a su recámara solicitó que le fuera servido el desayuno ahí mismo y que estuvieran al pendiente de todo lo que el doctor Lockart pudiera necesitar. Se recostó y a causa del desvelo que había tenido se quedó totalmente dormida.
Unas horas después despertó sobresaltada, alguien tocaba su puerta con insistencia, desorientada se incorporó un poco hasta sentarse en la orilla de la cama.
—Adelante.
Su doncella entró apresurada.
—Señora, el doctor quiere verla.
—¿Sigue en la recamara de la señorita Susana?
—No señora, quiere revisarla y hablar con usted.
—Muy bien, hágalo pasar y tenga listo mi desayuno.
—Sí, señora.
El doctor entró a la recámara con cara de no traer noticias favorecedoras. Detrás de él, su dama de compañía atravesó la puerta para estar presente durante la revisión.
—¿Cómo se encuentra la señorita Susana?
—El trabajo de parto de ha alargado, me he equivocado en asumir que era una criatura, son dos y al parecer nada dispuestas a acomodarse, el proceso para ponerlos en la posición correcta es muy doloroso y agotador y no sé si pueda soportarlo.
Sofía cubrió su boca con la mano con horror, por más que Susana no fuera de su agrado, no le deseaba mal y mucho menos el dolor de saber que pronto podría estar abandonado no a uno si a dos bebés.
—¿Usted cree conveniente darle aviso a los señores Erwine de esto?
—Ignoro el verdadero estado de salud del señor Erwine, por lo que conveniente no decirle nada aun, tal vez informarle al señor Logan y que él lo consulte con el médico que está atendiendo al matrimonio.
Habiendo salido el médico de la recamara y diciéndole que su embarazo estaba en la mejor de las condiciones y se encontraba en buen estado de salud, se dispuso a escribirle una carta a su marido, en ella le comunicaba todos los eventos recientes.
No había terminado de escribir la carta cuando la señora Sinclair entró corriendo a la habitación.
—Susana ha muerto.
Sofía se puso en pie rápidamente cubriendo el lamento que salió de su boca con una de sus manos.
—Ha nacido una niña, pero la otra sigue en su vientre, el doctor está haciendo lo posible para traerla a este mundo sin ayuda de la madre.
Ambas mujeres fueron al cuarto, uno de las doncellas cargaba fuera del cuarto a la niña que había nacido, le escurrían lágrimas de los ojos mientras arrullaba a la huérfana.
Entraron al cuarto y ver la imagen le resultó desgarrador, el doctor presionaba sobre el cuerpo de Susana haciendo presión en su estómago tratando de ayudar al bebé a bajar.
—Necesito de su ayuda señoras — Les indicó el lugar en donde ponerse — Empujen con fuerza, sentirán un bulto tómenlo y presionen para abajo, yo lo recibiré y ayudaré desde aquí. No se preocupen por la fuerza.
Les costó mucho trabajo, para Sofía era difícil maniobrar sobre el cuerpo don vida de alguien, a pesar de saber que Susana ya no sentía nada no podía dejar de limitar su fuerza pensando en estar lastimándola.
Un fuerte llanto las hizo darse cuenta que su cometido había dado resultados, otra pequeña niña había nacido.
Sofía la tomó en sus brazos y lloró amargamente. La criada que se encontraba con la otra niña en el pasillo dio un grito.
—Señora, los señores han llegado.
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Amor desconocido
Historical FictionFrederick Erwine, tiene a todos los habitantes del condado de Dumfriesshire a sus pies. Las madres, tratan de emparejar a sus hijas con tremendo partido, los caballeros, buscan incluirse en sus negocios, las jóvenes, rezan para que las note y los ni...