Ninguna mentira dura tanto tiempo y Charlotte estaba consciente de eso. Las noches las pasaba en vela, algo le decía que debía decirle todo a Frederick, pero temía tanto a su reacción que cada qué se decidía, el miedo la hacía dar marcha atrás.
Cada que imaginaba la reacción de Frederick, su corazón de encogía tanto que en la soledad de su habitación derramaba lagrimas tras lágrimas.
Desde que se decidió que Sofía y Logan se casarían, le asignaron una nueva dama de compañía, y eso la mantenía melancólica, Se había acostumbrado a la compañía de su anterior dama y no le hacía nada de gracia esta nueva muchacha.
Su prometido estaba a punto de llegar cuando su dama entró avisando de la llegada de un hombre.
–¿Quién es?
–El señor Willis, me dijo que era muy importante.
–Dile que espere en el estudio y en cuanto llegue el señor Erwine, dile que me espere en el jardín por favor.
La dama hizo una reverencia y se alejó a cumplir las ordenes que le habían dado.
Los nervios de Charlotte no estaban del todo bien y la visita de Robert no la ayudaba en nada, sabía que Frederick no tardaba en llegar y eso le ponía los pelos de punta.
Por un segundo pensó en no recibir a Robert, pero sabía que si no acaba con esto rápido ese hombre no saldría nunca de su vida.
Respiró profundamente y fue a encontrarse con ese hombre al que alguna vez le entrego más que solo su corazón. Mientras más cerca del estudio se encontraba, su corazón más fuerte latía.
Abrió la puerta y antes de poder dar un paso, se quedó paralizada al ver que Robert no estaba solo. Su prometido se giró al tiempo que ella abría la puerta y por la cara que puso, pudo notar que no estaba de buen humor.
La garganta se le cerró por un momento y sabía que era muy probable que en cuanto pronunciara una palabra las lágrimas comenzarían a caer, pero su temor fue cubierto cuando Robert fue el primer en hablar.
–Buenas tardes, señorita Hamilton. He venido a tratar unos asuntos con usted, pero junto su prometido iba llegando y se ha ofrecido a atenderme él. Espero no le moleste que haya tratado asuntos pendientes con el señor Erwine.
Charlotte palideció y miró a Frederick, este observaba a Robert con odio.
–Le pido que salga de esta casa, por favor.
–Señorita Hamilton, esta casa es de usted ¿Quiere que me retire?
–Váyase ahora mismo.
A Frederick le temblaban las manos y su paciencia estaba a punto de agotarse. Charlotte al ver que si no hablaba era posible que Frederick se fuera a los golpes, reunió valor.
–Quiero que salga de mi casa.
Robert sonrió, hizo una reverencia hacia los dos jóvenes en la habitación y salió dejando detrás de él, el sonido de su risa.
A los pocos segundos de que Robert había dejado la habitación, La nueva dama de compañía entro en el estudio.
–Señorita...
–Déjame a solas con el señor.
–No es necesario, yo me retiro.
Se marchó sin voltear a ver a Charlotte mientras pasaba a su lado, sentía una rabia que no había experimentado jamás y eso lo asustaba. La joven no hizo el intento de detenerlo, dejo que las lagrimas que estaban acumuladas en su pecho comenzaran a salir y corrió a encerrarse en su habitación.
En el carruaje Frederick trataba de calmar su temperamento, no sabía como actuar, no sabía que pensar, no sabía si quiera que hacer con el que experimentaba.
Llegando a la mansión Erwine mandó a su cochero a buscar al señor Philips, mientras esperaba pidió que buscaran a Logan y lo llevaran al estudio.
Cuando Logan entró en la habitación vio a su hermano con las manos restregando su rostro y supo que algo no iba bien cuando vio sus ojos. Frederick era alguien tan tranquilo, que verlo así tan apunto de perder la razón hizo que su hermano se preocupara.
–¿Qué pasa Frederick?
–Siéntate.
–Hoy cuando fui a casa de Charlotte había un hombre ahí pidiendo hablar con ella, resulta que ese hombre es un antiguo "amigo de ella" me contó cosas que desearía no haber conocido jamás, pero ahora que las sé, ignoro como actuar, hoy necesito a mi hermano.
Logan tragó muy fuerte, jamás en todos esos años en los que Frederick cuido de su hermano, pidió su ayuda o algún consejo de su parte. Logan sabía que era tiempo de ponerse serio y escuchar a su hermano sin pensar en nada más.
–Siempre estoy para ti Frederick, puedes contar conmigo.
–Antes de contarte, quiero que me prometas que lo que te diga hoy, no saldrá de esta habitación nunca.
–Te lo prometo.
–Charlotte Hamilton dejará de ser mi esposa.
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Amor desconocido
Historical FictionFrederick Erwine, tiene a todos los habitantes del condado de Dumfriesshire a sus pies. Las madres, tratan de emparejar a sus hijas con tremendo partido, los caballeros, buscan incluirse en sus negocios, las jóvenes, rezan para que las note y los ni...