Capítulo X

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El carruaje avanzaba a paso lento por las avenidas, con todos sus ocupantes en silencio, Logan miraba por la ventana, pero por el rabillo del ojo no perdía de vista a Sofía, que mantenía la mirada en sus piernas, Charlotte se encontraba a un lado de su dama de compañía con la mirada en el camino, sentía la presencia de Frederick, pero evitaba mirarlo; éste por su parte no apartaba la vista de su mujer, aunque no la veía en realidad, su mente se encontraba ocupada ingeniando lo que haría en cuanto llegaran a la reunión.

El ambiente dentro del coche era tenso, dos parejas con sentimientos diferentes, y relaciones igual de complicadas, estaba la pareja de esposo y esposa, que, aunque no se amaban realmente, tenían sentimientos complicados.

En primer lugar, estaba Frederick y su sentimiento del deber y honor, que era lo que lo seguía incitando a hacer lo correcto teniendo a Charlotte a su lado ocupando el lugar que le correspondía. Charlotte tenía un sentimiento de culpa y resentimiento, culpa por no ser la mujer que tenía que ser, por no poder ser sincera con su marido y resentimiento por dejar que su madre llenara de cosas falsas su cabeza durante años.

Por el otro lado se encontraban Logan y Sofía; los dos enamorados el uno del otro pero sin poder confesar su amor a la sociedad, jamás aceptarían la relación de una simple dama de compañía con el hermano menor del señor de una casa.

Había muchos sentimientos dentro del carruaje y todos silenciados por la sociedad. Una sociedad que obligaba a Frederick a actuar como pensaba hacerlo esa noche; sociedad que lo obligaba a casarse, pero no a decir que estaba casado. Irónico.

Por el camino se comenzaban a ver más coches encaminándose a la reunión de la Señora Ferrars. Frederick con un suspiro se enderezó en su asiento y con un poco de pesar en su voz se dispuso a darles a conocer a sus acompañantes la historia que se diría a la gente de Dumfriesshire.

—El señor Frederick Erwine y El señor Logan Erwine.

Fueron anunciados, y enseguida todas las miradas se posaron en ellos. Las mujeres comenzaron a acercarse lentamente esperando poder tener la suerte de capturar la atención de alguno de ellos.

—La señorita, Charlotte Hamilton.

Como nunca antes había pasado, las miradas que siempre estaban sobre los dos Erwine, ahora se posaban en la desconocida que se posicionaba a lado de Frederick, quien le ofreció su brazo enseguida.

La música volvió a sonar después de la presentación y las parejas comenzaron a llenar la pista para bailar.

Logan con el corazón en la mano tomó delicadamente la mano de Sofía y le dio un apretón.

—Lo siento. — le susurró.

Le dedicó una ultima mirada de pena y se dio paso entre la gente hasta un grupo de mujeres solteras. A Sofía se le encogió el corazón, aunque sabía que tendría que lidiar con algo así, no pensó que fuera por decisión de él, ella imaginaba que las mujeres los rodearían pero que él haría el intento de alejarlas. Suspiró fuerte aguantando las lagrimas, no podía dejarse llevar por lo sentimientos, estaba ahí trabajando.

Frederick, encaminó a Charlotte hasta la señora Ferrars que se encontraba con su sobrina y su hermana; las tres mujeres veían con una sonrisa fingida a la desconocida.

—Buenas tardes señoras y señorita.

—Señor Erwine, me da muchísimo gusto verlo, me alegro que se haya podido dar el tiempo de venir, para mi y para mi sobrina es un honor tenerlo aquí.

—Gracias a usted por invitarme. Permítame el honor de presentarle a mi prometida, la señorita Hamilton.

El efecto fue inmediato, no solo para las señoras a las cuales les era presentada Charlotte, si no para las personas que estaban lo suficientemente cerca como para escuchar la presentación.

—¿Prometida?, oh, lo siento. Es un honor conocerla señorita Hamilton.

—El gusto es mío.

El rubor que se instaló en la cara de Charlotte no se extinguió en toda la velada.

Por el salón comenzaron los murmullos. Pronto se escuchó la historia familiar de Charlotte por todos lados, muchos presentes recordaban a los señores Hamilton de su corta estadía en el condado.

El plan fue presentar a Charlotte como prometida, así no tendrían que aclarar nada sobre su matrimonio. Pero, Frederick no solo ideó presentarla así, si no que lo convertiría en realidad, tenía pensado cortejarla como si en verdad apenas fueran a contraer matrimonio y le haría una boda como se debía, una que ambos pudieran recordar como un grato momento. También tenía en sus planes enamorarse de ella, no quería tener un matrimonio como el de sus padres, quería amar a su mujer.

La noche fue demasiado larga y abrumante para todos, Charlotte fue presentada a tantas personas que no recordaba ni a la mitad. Todos deseosos en saber como había podido atrapar a uno de los solteros más codiciados de Dumfriesshire. Tuvo que improvisar bastante y poner al corriente de sus mentiras a Frederick que sorprendentemente había dicho cosas muy parecidas a las de ella.

La mayor parte de la noche la pasaron juntos y lo disfrutaron bastante, Frederick conoció una parte de Charlotte que desconocía, nunca había sido prejuicioso, pero siempre la imaginó como a cualquier otra dama, con temas tan comunes como aburridos, pero se llevó una maravillosa sorpresa cuando se percató sus platican eran todo menos comunes y corrientes.

Llegaron a la casa muy entrada la madrugada, llevaban la satisfacción impresa en su rostro.

—Sé que debes estar deseando descansar, pero necesito platicar contigo un momento.

Frederick la encaminó hasta su despacho, dejando a Logan y Sofía en el recibidor. La incomodidad de ambos era palpable.

—Lamento mucho lo de ...

—No tiene que disculparse de nada, Señor. Si me disculpa tengo que arreglar la ropa de la Señora.

—Sofía, si tan solo pudiéramos estar juntos no haría nada de esto.

—Si tan solo pudiéramos estar juntos, creo que ya no confiaría en usted. Con su permiso.

 Con su permiso

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Amor desconocidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora