Capítulo XXVI

8.2K 709 47
                                    

Comenzaba a oscurecer, conforme más se adentraba en el bosque, más sentía como los arboles comenzaban a cerrarse a su paso. Los ojos le dolían por todas las lagrimas derramadas, la imagen de Frederick siendo padre con alguien que no era ella, le dolía y más saber que todo fue por su culpa, si hubiera sabido guardar su virtud, nada hubiera pasado.

El cansancio se apoderó de ella, optó por tomar asiento sobre la raíz salida de un árbol cercano, ahí con la oscuridad sobre ella se sentía en paz, recargó la cabeza y dejó que las imágenes de su vida antes de que se supiera la verdad llegaran a su mente.

Al poco tiempo y con la mente un poco despejada comenzó a ver todo desde otra perspectiva. A su pensar, Frederick tenía todo el derecho a estar enojado, no solo había regalado lo más valioso que conservaba si no que le había mentido mucho tiempo, traicionó su confianza. Tal vez si regresaba y dejaba que Logan explicara todo lo que sabía de Robert, Frederick la perdonaría al ver que ella solo fue una chica ingenua al lado de un lobo feroz.

Era bien sabido que todos los señores importantes del mundo tenían muchos hijos ilegítimos, los mismos emperadores, condes, duques, eran los primeros en dar ese ejemplo, su propio padre había tenido algunos hijos fuera del matrimonio, Charlotte pensó que, si regresaba y hacía frente a las consecuencias de sus actos, Frederick se daría cuenta que ella podía ser una buena esposa y la perdonaría.

Con la decisión tomada, Charlotte se levantó y emprendió el viaje de vuelta. La oscuridad le impedía ver el camino por el que había llegado, pero ella no perdió la esperanza, sabía que en cualquier momento daría con civilización y de ahí sería más fácil llegar a la mansión Erwine.

Unas horas después por fin salió del denso bosque, la alegría que la invadió se vio pronto opacada cuando notó el lugar al que había llegado, era una pequeña comunidad, lo que le sorprendió fue que a pesar de la hora todo se encontraba en constante movimiento.

Los caballeros abundaban y no en buen estado, sintió un miedo que ni en medio de un oscuro bosque experimentó. Fue hasta la puerta más iluminada que encontró y tocó, esperando que alguien saliera en su auxilio.

Una mujer un tanto excéntrica, abrió la puerta.

–¿Sí?

–Buenas noches, podría indicarme el camino más cercano para llegar a la mansión Erwine, me perdí en el bosque y no sé que tan lejos esté del lugar.

–Pasa niña, ¿Qué haces a estas horas por este lugar? Para una señorita como tú es muy peligroso.

–Estoy perdida.

No dio más explicaciones, sus ojos comenzaron a vagar por el lugar y cayó en cuenta donde se encontraba, la calle Grinchurch era famosa por tener los burdeles más famosos de la localidad. Las mujeres a su alrededor eran todo menos damas de sociedad, sus vestimentas atrevidas hacían que Charlotte mirara para otro lado avergonzada.

–Sé dónde queda la mansión Erwine, pero no son horas para que andes por las calles oscuras tú sola. Te ofrezco un cuarto para que pases la noche y mañana temprano te indicaré el camino.

Un hombre se acercó a ella y la abrazó por la cintura. Charlotte brincó y fue a cubrirse atrás de la mujer con la que hablaba.

–Señor Nollan, la señorita no trabaja aquí, porque no va a buscar a Velvet, estoy segura que estará encantada de atenderlo.

El tono de voz que la mujer empleo, fue totalmente diferente al que había estado usando hasta ese momento. La coquetería con la que hablaba y se movía no hacían más que incomodar a la pequeña dama.

El señor Nollan miró ceñudo a la dama asustadiza, pero no dijo nada más, dio media vuelta y fue en busca de alguien para su entretenimiento.

–¿Entonces te quedas?

El riego de estas afuera por esos lugares, hizo que Charlotte decidiera pasar la noche ahí.

La mañana llegó y todos en la mansión Erwine seguían sin tener noticias de Charlotte, Sofia había pasado la noche en la mansión Hamilton, esperando que regresara en algún momento por ahí, cuando vieron que la dama llegó sola, la preocupación de to...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


La mañana llegó y todos en la mansión Erwine seguían sin tener noticias de Charlotte, Sofia había pasado la noche en la mansión Hamilton, esperando que regresara en algún momento por ahí, cuando vieron que la dama llegó sola, la preocupación de todos aumentó.

–No pudo desaparecer así como así.

–Ya una vez lo hizo, tal vez esté haciendo lo mismo esta vez.

–No lo creo, no fue para nada a su casa, si quisiera escapar por lo menos hubiera ido por ropa. –opinó Sofia.

–Tráiganme un bastón o algo para poder apoyarme, tengo que salir a buscarla yo mismo.

–El doctor tiene que darte de alta para que puedas levantarte.

–No me interesa la opinión del doctor, podré descansar en cuanto tenga a mi esposa en casa, ¿Tienes idea de lo mal que me siento después de como la traté?

El silencio que vino después de aquella confesión, dejó a todos pensativos, que Frederick aceptara sus errores era algo que siempre sorprendía a su hermano, y a veces hasta lo satisfacía, pero esta vez era diferente. No había alegría.

–¿Señor Erwine? – La señora Sinclair asomó la cabeza por la puerta, esperando autorización para entrar.

–¿Sí? – Contestaron al unisonó los dos hermanos.

Los dos se miraron y se sonrieron, Frederick autorizó la entrada.

–Llegó esto para usted. –Le dijo extendiendo una carta.

El remitente de la misiva hizo que Frederick por poco soltara una maldición, solo por consideración a su cuñada lo contuvo. Le tendió el sobre a su hermano.

–Ocúpate de esto por favor Señor Erwine.

Logan abrió la carta y conforme leía la tensión en su rostro crecía, cuando terminó, miró a su hermano.

–Creo que es mejor que leas esto.


–Creo que es mejor que leas esto

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Amor desconocidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora