Capítulo XXIX

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En la oscuridad de la noche Frederick pudo ver a la mujer que más le había revuelto la vida salir por entre los arbustos, el alivio que sintió al verla se esfumo rápidamente al notar lo mal que se veía. Un poco más atrás que ella, vio la silueta de alguien correr tratando de alcanzarla.

Ignorando el dolor que su pierna le causaba, intentó ponerse en pie sin éxito, apoyó el pie que tenía bien en el suelo y como pudo bajo las escaleras principales de la casa, el dolor que sentía por los golpes que su pierna estaba recibiendo eran casi insoportables, pero al ver que Charlotte tan asustada, puso de lado todo.

Se encontraron cerca de la casa, Charlotte se abrazó a Frederick, él le correspondió.

–Ve a la casa, dile a Sofía que mandé a su madre por ayuda, que salga por la puerta trasera. ¡corre!

Para la joven fue difícil dejar a Frederick ahí, pero sabía que era mejor conseguir ayuda rápidamente, le dio un último vistazo y corrió a la casa.

La persona que perseguía a Charlotte por fin llegó al final del bosque y se enfrentó a Frederick, Letinton se aproximó y al ver que el dueño de la casa estaba incapacitado sonrió, le dio un suave golpe en la pierna lastimada y lo esquivó para dirigirse a la casa.

–¡Aléjate de ella!

–Estuve esperando tu respuesta el día de hoy, así que o me das el dinero en este momento o me la llevó para hacerla mi mujer.

–Te iras de aquí sin dinero y sin nada.

–¿Quién me lo va a impedir? Estoy seguro que toda tu gente esta afuera en este momento buscando a la inocente señorita Hamilton, tú estas solo aquí con una pierna rota, podría deshacerme de ti en un segundo y llevarme a Charlotte junto con bastante dinero.

Letinton se acercó dispuesto a golpearlo. Charlotte junto a Sofía salieron de la casa dispuestas a ayudar. El interpelado volteo y al ver a las mujeres acercarse no pudo más que reír.

–Cuando acabe con él, tú y yo nos iremos de aquí – Dijo señalando a Charlotte – y tú –Miró a Sofia – es mejor que entres a la casa, no quiero hacerte daño innecesariamente.

–No creo que eso vaya a ser posible.

Logan salía por entre las ramas con Susana y Varios hombres detrás de él. Todos se movieron en un momento, Logan fue directo a Letinton y junto con otro caballero lo sometieron, Sofia y Charlotte corrieron a socorrer a Frederick que se mantenía en el piso.

Con Letinton en el piso Logan fue a apoyar a las mujeres. Con la vergüenza latente Frederick dejó que su hermano lo cargara y metiera en la casa. Jamás se había sentido tan inútil como ese día, no supo todo el daño que había causado no solo a su alrededor si no a él mismo, hasta que su hermano menor lo sostuvo entre sus brazos.

Llegaron al salón, después de solicitar atención para Charlotte y Frederick, Logan salió para encargarse del destino de Edward Letinton.

–Eres la mujer más afortunada. – le dijo Frederick a Sofia.

Le tomó la mano y con una sonrisa Sofia le asintió al entender de que hablaba. La tensión entre Charlotte y Frederick se sentía, pero había cosas más importantes de las cuales ocuparse que todos decidieron ignorarlos.

Susana se encontraba en un rincón sintiéndose incomoda. Miró a Frederick esperando que este la mirara por lo menos una vez, las últimas semanas habían pasado tantas cosas juntos que esperaba que, a esas alturas, él sintiera una pizca de amor por ella. Frederick no la miró ni una sola vez.

En cambio, quien si la notó fue Charlotte, el corazón le dolía al ver a esa mujer que había estado tan metida en la vida del hombre que amaba, veía la belleza que ella era y el estómago se le revolvía al pensar que Frederick podría quererla.



Una hora después, llegó la señora Sinclair junto con el capitán Federstone. La pobre señora llegó llorando, pensando que había tardado lo suficiente para que una desgracia hubiera sucedido.

Al llegar y ver que todas las personas que le importaban estaban bien se tranquilizó. Cuando miró al señor Erwine ordenó de inmediato que fuera llevado a su habitación y que fueran por el doctor. Frederick se opuso, pero el capitán Federstone le aseguró que se haría cargo de todo.

–Le doy mi palabra que el señor Letinton no saldrá esta vez.

–¿Se sabe algo del señor Wallis?

–Estamos aún en su búsqueda, en cualquier momento daremos con él.

–Yo puedo ayudarles con eso. –Todos miraron a Susana que se aproximó al capitán.

–Ella fue la que me ayudó a saber donde se encontraba Charlotte, solo que cuando llegamos ya no había nadie. Robert es un cliente muy frecuente en el burdel y al parecer no tiene problema alguno en ir diciendo por ahí todas sus fechorías.

–Él presumía bastante de una cabaña que había adquirido con el dinero de la señorita Bertram y hay una chica que trabaja conmigo que ha estado con él desde hace días. Siempre llega diciéndonos muchas cosas que él le comparte.

El capitán le pidió que lo acompañara y así los dos salieron del salón, Logan secundó la orden de su suegra y pidió que su hermano fuera llevado a su habitación.

–Puedes subir a descansar un poco, debes estar exhausta, el capitán vendrá por la mañana a hablar contigo –Le dijo con suave voz a Charlotte.

Sofía la acompañó hasta la habitación que ocuparía, estando en la soledad que las cuatro paredes le ofrecían, se soltó a llorar dejando que Sofia la consolara.

–¿Quiere que la ayude a cambiarse?

Pasaba la media noche cuando un mal sueño despertó a Charlotte

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Pasaba la media noche cuando un mal sueño despertó a Charlotte. La habitación se le imaginó enorme y silenciosa, el miedo la recorría, pensando que alguien entraría en el cuarto y se la llevaría de nuevo.

No quería molestar a nadie, pero le era imposible estar sola en esos momentos, salió de su habitación, esperando poder encontrar el cuarto de Sofia en la oscuridad que la mansión de ofrecía caminó despacio, evitando tropezar en el proceso de búsqueda. Un quejido la hizo detenerse frente al cuarto de Frederick. Dudó en entrar, pero un nuevo gemido de dolor hizo que se atreviera.

–¿Te encuentras bien? –Susurró a la oscuridad.

–No soporto el dolor. –Para Frederick fue muy difícil aceptar sentirse mal frente a la persona que tanto lastimó, pero verdaderamente no soportaba los dolores que le producía la pierna.

–Pediré de inmediato que traigan corteza de sauce.

A los pocos minutos Charlotte regresó con la corteza, le dio un poco para que masticara. Cuando inicio el efecto del sauce, Charlotte estuvo lista para irse, pero la mano de Frederick se lo impidió.

–Quédate por favor.

–Quédate por favor

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Amor desconocidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora