El día de la boda llegó, la novia con los nervios a flor de piel, se encontraba en la parte de arriba de la casa acompañada por Charlotte, su madre y dos damas de compañía que le arreglaban el cabello en ese momento. La ceremonia se celebraría en la mansión Hamilton, ya que contaba con un jardín más amplio y más cuartos para alojar a varios invitados.
—Solo pienso en que, si las cosas hubieran sido diferentes, sería yo la que estaría ayudándote a arreglarte a ti. —Charlotte sonrió ante el comentario de la mujer que se convirtió en su mejor amiga.
—Si, y ahora sería yo la que estaría mordiéndose las uñas. —La señora Phillips al escuchar el comentario, golpeó la mano de su hija, que efectivamente se encontraba en su boca.
Las dos amigas rieron, aunque la risa de Charlotte duró más tiempo al ver la cara de la novia.
—Tu boda es dentro de poco tiempo y estoy segura que yo seré mejor compañía que tú.
—Si es que hay boda.
Todas las mujeres en la habitación dejaron lo que estaban haciendo para mirar Charlotte. Las damas intercambiaron una mirada entre ellas y como si no hubieran escuchado nada, siguieron en lo suyo.
—¿Qué es lo que dices? —Preguntó Sofía.
La joven al ver la conmoción que había causado, soltó una carcajada.
—Solo lo digo por la suerte que hemos tenido, tal vez ese día alguien llegue a impedir la boda o secuestren a alguien. —Nadie compartió su risa.
—No puedes estar esperando a que algo malo pase, deberías ser positiva y pensar que todo saldrá perfecto.
—Tal vez es mi manera de mantener mis nervios a raya, estar pensando que algo malo pasará, mantiene mi mente lejos en el hecho de que todos me estarán viendo y en todo lo que el mundo espera de mi ese día.
—¿Y te ha funcionado? Porque acabas de ocasionar que mis manos comenzaran a sudar.
Los arreglos siguieron su rumbo mientras ellas platicaban, en la planta baja, el novio se encontraba con su hermano, esperando juntos a que todo comenzara.
Frederick a causa de lastimarse su pie convaleciente para ayudar a Charlotte cuando la perseguían, se apoyaba en un bastón. El medicó le había dicho que era muy probable que el bastón sería un accesorio que lo tendría que acompañar para siempre. Él había aceptado todo de la mejor manera, sabía que sus pecados merecían un castigo y aceptaba su parte.
Días antes de levantarse de su convalecencia, había mandado llamar a Susana, llevaba evitando ese conflicto, pero no podía postergarlo más. Junto a Charlotte habían decidido no dejar desamparado a ese niño, pero Susana tendría que dejar de trabajar en el burdel. Las condiciones fueron claras, si quería recibir una pensión, tendría que comenzar a llevar una vida recta,
Para Charlotte no fue fácil aceptar el hecho de que el primogénito de su futuro marido no se lo diera ella, pero aceptó cuando vio que Frederick hacía todo solo por el niño y no por la mujer que lo engendraba.
A pesar de que para Charlotte lo mejor hubiera sido mandar a Susana lejos, accedió a dejarla cerca, tanto para comprobar la validez de su palabra al abandonar su trabajo, como para que su marido pudiera convivir con su hijo. El tema quedó de lado cuando la boda de Logan estaba por celebrarse.
—¿Dónde te encuentras hermano?
—Hoy solo estaré a tu lado, mis problemas los dejaré en un cajón para lidiar con ellos después.
—¿Susana o Charlotte?
—No pienso hablar contigo sobre eso hoy, mejor dime ¿no estas nervioso que varias de tus ex conquistas estén en la misma casa con la mujer que será tu esposa y pueden contarle cosas sobre ti?
La cara del joven cambio drásticamente, comenzó a mover las manos frenéticamente, mandó a llamar a Charles su ayuda de cámara y le pidió que lo mantuviera informado sobre todos los que hablaran con su mujer en la recepción.
La carcajada de Frederick fue tan grande que Logan no pudo evitar unírsele, las preocupaciones que tenía quedaron sin problemas a un lado.
Los nervios de la novia retrasaron un poco la ceremonia, cuando Sofía llegó al pasillo que la llevaría hasta su futuro olvidó por completo las miradas de envidia que recibía por parte de la mayoría de los invitados. Su destino la estaba mirando a los ojos y no pensaba ignorarlo.
Para cuando escuchó el "los declaro marido y mujer" las lagrimas ya habían llenado todo su rostro, la felicidad que sentían ambos era contagiosa, tanto que Charlotte no pudo evitar llorar y Frederick aunque evitándolo a toda costa limpio más de una vez su cara con un pañuelo.
La recepción estuvo repleta de gente, todo el condado había ido a ver a la sirvienta que se convertía en dama y la familia más famosa del año. Los Erwine se habían vistos envueltos en tantos escándalos que era normal ver a tanta gente interesada en sus vidas.
Sofía fue presentada con todos los que serían sus vecinos y con muchas mujeres que ella misma había visto encima de su marido, pero actuó con diplomacia y saludó a todos con una sonrisa en el rostro.
La noche avanzaba rápido, los novios estaban felices de por fin compartir su vida y no tener que esconderse más ni avergonzarse de su amor. Sofía sabía que siempre cargaría con la etiqueta de sirvienta, pero mientras Logan la amara, ella ignoraría todo tipo de comentarios.
Justamente en ese momento, un grupo de señoritas cuchicheaban sobre la procedencia de la nueva señora Erwine, los mal intencionados comentarios llegaron hasta oídos de Frederick que pasaba cojeando por el lugar, al ver que el hermano del novio se acercaba, las mujeres sonrieron con coquetería, a pesar de saber que estaba comprometido, no perdían las esperanzas que dejara a su novia por alguna de ellas.
—Buenas noches, señoritas.
—Señor Erwine, espero se encuentre en excelente estado y este disfrutando la velada.
—Así es, muchas gracias. Me siento muy satisfecho de ver felizmente casado a mi hermano con una mujer tan excepcional, me hubiera decepcionado mucho verlo casado con alguien más, en la señora Erwine he encontrado la hermana que nunca tuve.
Las mujeres no opinaron nada al respecto, después de dar una reverencia lentamente se alejó, dejando que las criticas cayeran en su contra. Cerca de donde estaba, Charlotte disfrutaba la vista de la feliz pareja.
—Me gustaría saber la razón de esa sonrisa.
—Me alegra verlos tan felices.
—A mi también. Aunque les tengo lastima.
—¿Por qué les tendrías lastima?
—Porque jamás van a poder ser tan felices como lo seremos nosotros.
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Amor desconocido
Historical FictionFrederick Erwine, tiene a todos los habitantes del condado de Dumfriesshire a sus pies. Las madres, tratan de emparejar a sus hijas con tremendo partido, los caballeros, buscan incluirse en sus negocios, las jóvenes, rezan para que las note y los ni...