Capítulo 34

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Camila POV


Salí del baño nuevamente después de una larga ducha.

Entonces vi a Billie entrando en la habitación, sosteniendo algo de ropa limpia en sus manos. Cuando su rostro se volvió hacia mí, se congeló y luego dejó caer la ropa al suelo. Estaba envuelta en una toalla y todavía goteaba agua. La luz en los ojos esmeralda de Billie cambió. Fue mi turno de congelarme en el lugar, preguntándome qué había hecho mal.

-Ee ... no tengo ropa conmigo, asi que... - Traté de explicar, pensando que era inapropiado caminar media desnuda. Pero antes de que pudiera parpadear, Billie ya estaba a escaso centímetros de mi rostro.

Mi estómago dio un vuelco. Reconocí esa mirada, esa mirada hambrienta que no tenía nada que ver con mi sangre. Billie me empujó contra la pared y envolvió su boca alrededor de mis labios. Me besó con avidez como si hubiera estado muriendo de hambre durante tanto tiempo. Estaba medio sorprendida y medio satisfecha por su dulce asalto. Sentí que el calor de la lujuria comenzaba a elevarse de nuestros cuerpos ansiosos.

Billie me apretó contra la pared. Levantó una de mis piernas y la colgó sobre su rodilla levantada, y así, estaba completamente abierta por ella. En posición de pie, podía sentir el calor recorriendo mi interior. Sus manos vagaron debajo de mi toalla, sintiendo alrededor de mi cuerpo humedecido. Ella tiró de mi toalla, dejando mi cuerpo desnudo desprotegido y aún más excitado.

Los dedos de Billie exploraron  caminos sobre mi carne rosada hinchada. Me di cuenta de que ya anticipé su invasión. Encontró mi pasaje resbaladizo y babeante y deslizó sus dedos a través de él. Jadeé en voz alta y volví a perder el aliento. Mi corazón mordió rápido y fuerte. Mis caderas se movieron instintivamente ante la inesperada invasión. El placer atravesó mi cuerpo. Billie siguió profundizando, tratando de encontrar mi punto más débil. Dejé caer mi mandíbula en un gozo dichoso.

-iOh Dios mío, Billie! - Grité su nombre, tratando de aferrarme a ella. Mis uñas arañaron sus hombros, pero no había vuelta atrás para las dos.

-Lo siento, Camila, no podía esperar a tenerte de nuevo. Te he extrañado tanto. No puedo. - susurró contra mi piel. Nuestros cuerpos se entrelazaron. Mi mente no podía concentrarse en nada excepto en la región sensible entre mis piernas abiertas. El interior de mis paredes se estremeció con un deseo ardiente. Pensé que iba a venir solo con la inserción. Ella me distrajo pasando sus labios sobre los míos. Me metió su lengua hasta el fondo  trenzarla con la mía.

Se movió hacia abajo para lamer mis endurecidos pezones rojos y acarició mis pechos adoloridos con su mano libre. Mis ojos se pusieron en blanco cuando mi cuerpo se volvió hipersensible. La sentí dentro de mí, despertando mi caverna húmeda y hormigueante. Sabía que era el momento. Comenzó e maravilloso movimiento. Mi sexo caliente y ronroneante se volvía más caliente cada vez que Billie daba su suave y lento empujón. Era como si estuviera buscando algo escondido dentro, tratando de abrir el cofre del tesoro orgásmico en la profundidad de mis paredes.

Mi resbalón empapó todo en contacto. Gemí descaradamente ante la interminable dicha sensual. Mis piernas comenzaron a temblar contra las de Billie. Me estaba volviendo loca con su taladrado profundo sin parar. Con un placer indescriptible, abrió el universo extático entre mis muslos abiertos. Grité como un animal salvaje por la poderosa erupción. Mi cuerpo se onduló y se retorció contra el de Billie. Sentí mi carne goteante contraerse alrededor de sus dedos cuando me corrí.

Billie envolvió un brazo alrededor de mi cintura y me
atrajo hacia ella. Descansé mi cabeza en su hombro y jadeé pesadamente, tratando de recuperar el aliento.

Después de que la alucinante erupción se calmó, susurró en un tono educado - ¿Puedo?

Asentí débilmente, pero tuve que prepararme cuando ella volvió a salir de mí.

-Te amo, Camila, recuerda eso. - dijo Billie y besó mi cuello. Nunca supe que existía este lado impredecible de ella. No estaba segura de poder acostumbrarme alguna vez.

Las Hermanas Jauregui| CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora