Las Hermanas Jauregui| Camren

Epílogo

Estaba sentada dentro de un mirador al aire libre, vi la suave brisa salada soplar sobre las palmeras. Por encima del agua azul claro, vi cómo las garzas llenaban las plantas tropicales. Otros volaron en el cielo azul alto, saliendo de sus nidos para la caza matutina. Los pajaritos cantaban sobre la cegadora playa blanca.

Respiré el aire fresco y húmedo de la serenidad y traté do absorber la nueva realidad.
Luego, una voz musical flotó a través del suave viento. Una nueva oleada de celo vibrante estalló por mis venas.

Conocía ese tono dulce y delicado. Mi rostro se iluminó con una sonrisa, ya anticipando la presencia de mi otra mitad.

-¡Lauren!

Me levanté y me di la vuelta para encontrar a una chica deslumbrante con su hermoso vestido rosa pastel. Fluyó y ondeó sobre su elegante cuerpo hasta las rodillas. Se subió las gafas de sol por la nariz recta y se ajustó el sombrero de paja sobre el pelo revuelto por el viento.

-Te levantaste demasiado temprano. - dijo Camila mientras corría hacia hacia mí. Abrí mis brazos y le di la bienvenida a un abrazo. Camila se arrojó sobre mí y yo tropecé hacia atrás. Ella simplemente olvidó su nueva fuerza nuevamente. Colapsamos juntas en un sofá de dos plazas, nos hundimos en las suaves almohadas. Ella se rió y se quitó el sombrero de paja, dejando que su cabello castaño oscuro fluyera sobre sus delgados hombros. Le quité las gafas de sol y miré sus brillantes ojos violetas. Brillaban y bailaban como gemas preciosas.

La idea de que Camila fuera una recién nacida no se me había pasado por la cabeza hasta que fui testigo de cómo sus cualidades humanas aumentaban lentamente. Su belleza natural se volvió tan encantadora hasta el punto de dejarme sin aliento cada vez que la miraba. Aunque siempre pensé que era hermosa como humana, nunca la había visto más elegante y vivaz como ahora. Envolvió sus brazos alrededor de noi cuello y me miró con una sonrisa plasmada en sus seductores labios. Volví a mirar su cara de muñeca.

Por un momento me encontré incapaz de hablar. Me quedé sin habla por toda la alegría que la vida me otorgó. Pensé que esto solo existía en las fantasías, pero ahora la realidad era mejor que mi sueño.

Había decidido que toda mi existencia llegaría a su fin cuando pensé que había perdido a Camila para siempre. Pero el destino siempre se deja llevar por la ironía. Por otra parte, nunca cambiaría por nada más en el mundo. Camila valía todos mis dolores, mis lágrimas y, lo más importante, valía mi amor.

-Buenos días princesa. - dije. Camila ladeó la cabeza mientras se cernía sobre mí.

-¿No debería ser yo quien te diga eso?- ella dijo.

-En mi corazón, eres la verdadera princesa. - le dije. - La princesa con la que he estado soñando desde que era niña.

-Tú y tus dulces palabras.

-No me detengas si quieres probarlas en mis labios. - le dije. Inclinó juguetonamente mi nariz con su dedo índice.

-¿Quién dijo que quiero?. - ella fingió burlarse. Me reí. Incapaz de controlar más mi afecto por ella, comencé a dejar un rastro de besos sobre su cuello. Camila se apartó con un grito tímido.

-iAy Lauren, detente!

-No puedo, mi amor. - dije, apreté mis brazos alrededor de su cintura para evitar que se moviera. - Quiero asegurarme de que eres real y no mi propia imaginación.

-¿Ya han pasado meses y todavía no puedes acostumbrarte?- ella bromeó conmigo. - Creo que eres más lenta de lo normal desde que te despertaste.

-Bueno, creo que es mejor ahora que puedo tener sexo contigo todos los días del mes. - dije con una sonrisa. La boca de Camila se abrió de golpe. Me dio una palmada en el brazo.