Capítulo 18 T2

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Mientras atravesábamos la base, apareció otro hombre con un grueso bigote curvo. Vestía el mismo uniforme rojo y caminaba con otros soldados hacia nosotros. Sus ojos eran violetas y brillantes de propósito. Era un vampiro, eso lo sabía. El lugar parecía estar lleno de vampiros más de lo que pensé al principio.

Cuando nos alcanzaron, el hombre se detuvo y me miró como si quisiera averiguar quién era yo. Su rostro me era familiar pero también desconocido.

- ¿Quién es éste?- Le pregunté a Trotsky sin apartar la vista del hombre.

- Billie, ¿no lo reconoces? De pie frente a ti está el mundialmente famoso líder de caballería, el general Krasnoff de las Sotanas.

Había escuchado el nombre antes, cuando Rusia estaba bajo la hoz y el martillo.

Fue él quien fue juzgado por traición y colgado de un gancho en la Plaza Roja por Stalin. - agregó Trotsky, casi en un tono divertido dirigido al otro vampiro.

-Al menos morí con mi dignidad como un héroe para mi pueblo y no me desangraron el cerebro con un pica hielo. - replicó Krasnoff con veneno a Trotsky.

-Está bien, está bien, viejo. Sé que todavía me odias, pero ¿podemos olvidarnos de nuestro pasado?- Trotsky dijo, levantando las manos en señal de rendición.

-Independientemente de quiénes fuimos y de lo que somos ahora, estamos en el mismo barco y compartimos el misrno objetivo. Para liberar a los humanos, nosotros, la Orden de los Caballeros cosacos y los Cazadores de vampiros, tenemos que mantenernos unidos".

-Pero recuerdo que hace dos días, dijiste que asesinarías a la Gran Duquesa, Trotsky. - dijo Krasnoff con una cara inexpresiva mientras me miraba. "Ahora estás parado ahí con tu enemigo. ¿Cómo voy a volver a confiar en ti bolchevique?

Trotsky soltó una carcajada como si fuera graciosa.

-Veo tu preocupación, Krasnoff. - dijo. - Pero cambié de opinión para mejor. Ahora Billie Jauregui es una de nosotros.

-No he dicho nada sobre unirme a tu círculo. - dije sin rodeos.

-Oh Billie, Billie. - dijo Trotsky y chasqueó la lengua como si estuviera regañando a un niño. - A veces, tu mente tiene que aceptar lo que tu corazón ya sabe.

Un rato después escuché sonar una campana. Los golpes de botas de cuero sonaron cuando los soldados cosacos salieron corriendo de todos los edificios con su largo abrigo rojo volador. Me enteré de que debían presentarse en la plaza por orden de Krasnoff.

Luego, pués de un largo momento, me sorprendió bastante  cuando los generales me llevaron a un estrado en la plaza central  de la base militar. Se colocó frente a los rostros de todo el ejército cosaco. Había aproximadamente de quinientos, a seiscientos soldados en posición de firmes. Todo lo que podía ver era un mar de uniformes de abrigo rojos con gorros de piel negros.

Después de  hacer una ronda de saludo del ejército, Trotsky llegó al frente y pronunció palabras de saludo a los solemnes  soldados. Entonces Trotsky se volvió en mi dirección mientras Krasnoff miraba.

- Y hoy, tengo el honor de dar la bienvenida a una invitada importante. -  dijo mientras abría su mano hacia mí y sus ojos violetas brillaban con picardía, - Una de las dos princesas imperiales: Billie Jauregui.

Cuando me presentó con una amplia sonrisa, todos me miraron en un silencio sobrecogido. Un estallido de susurros zumbó en el aire helado como una colonia de abejas.

Me quedé allí, mirándolos. Valentina y el niño inventor estaban al fondo. Su hermana Arkady y el general cosaco me miraron.

- Billie. - me habló Trotsky. - Estas son las nuevas generaciones de las antiguas vanguardias de los zares. ¿Quieres decirles algo?

Las Hermanas Jauregui| CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora