VIII. EL ANCIANO

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KILLA

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KILLA

Cabalgo hacia la frontera norte de la ciudad imperial. No me gusta nada el informe que recibí esta mañana diciendo que había salvajes merodeando. A pesar de que no han entrado a la ciudad, este sigue siendo territorio de Feminae, demasiado al sur para que hayan pasado libremente, y que estén aquí no puede ser interpretado de otra manera sino como un plan de ataque.

- ¡Protectora! – me llama una de las vigías. Creo que su nombre era Miriam -. Lo reportes especifican que son dos hombres. Uno que parece ser un joven y otro anciano.

- ¿Dónde han sido vistos? – que extraño que dos hombres con esas descripciones estén rondando solos por estos lares. No entiendo cómo dos de ellos, y más si uno es un anciano, pudieron llegar hasta acá sin ser interceptados en las ciudades límites, o incluso, en el bosque de las hadas.

- Han sido vistos cerca de la torre nueve de la muralla – asiento y me dirijo de inmediato a la novena torre.

La muralla fue construida siglos antes de que Kiara y yo naciéramos y consta de 10 torres de vigías, quienes protegen la ciudad y avisas de cualquier ataque invasor. Aunque, durante nuestro mandato nunca habían llegado tan lejos.

Otro dato es que ¿Por qué un anciano estaría por aquí? Tal vez sea una misión de reconocimiento, pero de igual manera se me hace sumamente extraño. Si fuese una misión de tal estilo necesitarían a alguien ágil que, en primer lugar, no se dejase ver y si llega el caso de que sea descubierto que pueda huir rápidamente.

Cuando llego a la torre nueve me bajo del caballo y me dirijo al ascensor externo. Cuando subimos hasta el final recibo el informe de todas las vigías y todas coinciden en las mismas descripciones. Esto es demasiado extraño.

Para ser sincera esto debería aliviarme, todas estaban tranquilas cuando me decían que se trataba de un anciano, pero a mí sólo me preocupaba mucho más. Porque ¿Qué demonios haría un hombre de esa edad aquí? ¿Cómo logró llegar hasta acá sin ser visto en ninguna de las otras ciudades del reino? Todo es demasiado extraño.

- Necesito un equipo de diez mujeres que vengan conmigo al otro lado de la muralla. Vamos a buscar a esos hombres, detenerlos e interrogarlos – doy órdenes y escucho una risita detrás de mí ¿Quién se atreve a burlarse?

Me volteo y clavo mi mirada en una de las vigías. Ella trata de ponerse seria con poco éxito.

- Lo siento, protectora. Pero, es muy gracioso que pida diez soldados para perseguir a un triste anciano.

No digo nada. Me le acerco con seriedad y la miro desde arriba, ya que es unos centímetros más baja que yo. Su sonrisa burlona desaparece de su rostro lentamente y es reemplazada con una expresión de miedo.

- ¿Te parecen muy graciosas mis decisiones? – pregunto sin apartarme de ella. Estamos tan cerca que puedo sentir su respiración acelerada.

- No señora – responde, tratando de lucir firme.

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