II. EL FUNERAL

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KILLA

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KILLA

Cuando entro al palacio todo se encuentra inusualmente calmado. Mientras tanto mi corazón late con fuerza en mi pecho. Tengo miedo.

Veo a Sigrid al fondo del salón y trato de acercarme a ella, pero niega. Sus ojos están llenos de determinación, pero cuando me mira puedo ver el miedo en ellos. Nunca la había visto tan asustada antes ¿Qué está pasando?

- Suéltala – dice Sigrid, entonces una figura con capucha sale sosteniendo por la cadera a la reina Simone, mientras que con la otra mano sostiene un cuchillo sobre su cuello.

- Sólo quiero salir de aquí – exclama con voz gruesa ¿Es un hombre?

- Sabes que no te lo permitiremos – dice la reina Simone con la voz entrecortada.

Intento acercarme de nuevo, pero de nuevo Sigrid niega y yo me vuelvo a quedar paralizada en mi lugar ¿Qué mierda se supone que debo hacer?

- Te dejaré ir si la sueltas ahora mismo. No quiero que asustes a mi pueblo – negocia Sigrid y el hombre parece dudar.

Yo lo observo, se ve viejo y enfermo, pero aun así parece fuerte. Nunca antes había visto un hijo del sol. Se ve mucho más grande que muchas de nosotras y sus facciones son rudas. Incluso le crece abundante vello en el rostro.

- ¿Qué me garantiza que no me matarás una vez libere a Simone? – el hombre duda, pero parece que su agarre se vuelve más tenue.

- Te doy mi palabra de protectora del reino.

Después de eso estoy casi segura de que el hombre accederá. La palabra de una reina o una protectora es sagrada, porque juran en nombre de la madre.

- Tu palabra me sabe a mierda – exclama apretando mucho más a él a la reina.

- Te amo, Sigrid. Eres mi mejor amiga – dice la reina llorando. Como si se despidiera, lo cual arruga mi corazón. No, no estamos listas.

Ahora sí saco mi pequeña daga y trato de acercarme lentamente, pero el hombre no baja la guardia, y ahora no sólo está prevenido de Sigrid, sino de mí también.

- Con que esta es la nueva protectora del reino – dice con mofa el hombre – es muy pequeña, no va a poder proteger ni a una pulga, mucho menos todo un reino.

- Soy más capaz de lo que piensas, hijo del sol – exclamo indignada. Desgraciado.

Él se ríe de mí y me mira fijamente a los ojos. Me aterroriza este hombre. Me mira de arriba para abajo y vuelve a reír.

- Más que una guerrera pareces otra princesita ¿Segura que puedes con este peso? Parece un cachorro asustadizo.

- Más que segura – digo, a pesar de que mi voz tiembla con temor. No estoy segura de poder, pero no quiero demostrarle eso.

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