XLVIII. LA CRIATURA

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KILLA

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KILLA

Hay momentos en la vida que pasan como un borrón frente a tus ojos. La sangre, los gritos y las lágrimas son ecos aislados en el fondo de mi mente. El frío me recorría las venas y la corona de La Madre me palpitaba en el pecho con necesidad.

Casi sentía cómo me susurraba que la usara, que era necesaria para mí y que sin ella no podría rescatar a Kiara. Quise batallar sin ella, pero, a cada rasguño, a cada cadáver caído a mis pies y a cada grito de dolor de Demetrio me convencía más de que la corona tenía razón: no tenía otra opción.

-        Ríndete, Killa. Lo tomaremos todo como un acto de locura – me grita Aymeri desde su punto de refugio, detrás de las soldados. Jamás ha sido una buena guerrera, pero su curiosidad y hambre de aventura lo equilibraba todo -. Te prometo que te voy a proteger ante la Corte si te rindes y abandonas esta misión absurda.

-        No prometas protección si no puedes protegerte a ti misma – logro decir, antes de que una soldado se me abalance. Le corto la cabeza de un tajo, manchando de sangre mi cara.

Comienzo a abrirme camino hacia el centro de la formación organizada. La rubia y Aymeri se encuentran allí adentro y necesito asesinarlas antes de que lleguen más soldados. Sé que esto es una pequeña parte del ejército, y si me están superando con creces justo ahora, la armada completa me aniquilaría.

Me traicionó, confíe en ella y me hace esto. Debí haberla dejado en el bosque de las hadas en manos de esas desgraciadas. Ojalá y se hubiese muerto en ese momento.

Sigo apuñalando gente, pero, cuando volteo a ver el avance de Demetrio, me percato de que es lento y de que está demasiado rodeado. Se toma el abdomen y de entre sus manos escurre un líquido carmesí. Está sangrando.

Trato de retroceder en mi avance, pero me rodean cada vez más y más soldados. Demetrio se pierde de mi vista entre el gentío y siento el dolor en mi abdomen comenzar a punzar cada vez más fuerte. La desesperación me inunda y pronuncio mentalmente el hechizo que memoricé del papel y toco la corona.

Antes de siquiera poder sacarla del bolsillo siento un poder destructor recorrerme todo el cuerpo, de pies a cabeza, en un recorrido potente. No puedo despegar las yemas de mis dedos de la corona y el poder me llega a la cabeza como un susurro, que luego se convierte en un grito, cegando mi propia voz mental.

¡Acabalas a todas!

No lo cuestiono, simplemente actúo. Púas de hielo se desprenden de mi cuerpo, como si fueran las de un puercoespín. Logro ver cómo se le entierra en partes vitales a las mujeres que me rodean, las cuales caen en el suelo con estrépito. A una le perfora el cráneo a través del ojo. Siento que todo va en cámara lenta a mi alrededor, así que veo con precisión cuando entra por la cuenca, perforando el globo ocular, y luego sale por la parte trasera de su cráneo, derramando restos de sesos antes de caer tumbada en el suelo, muerta.

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⏰ Última actualización: Aug 01 ⏰

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