XL. LO REVERSIBLE

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KILLA

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KILLA

El plan era sencillo, nada más tenía que matar lentamente el bosque. Tendría que sacrificar al menos unas cuantas hectáreas hasta que Alina y sus secuaces aparecieran a detenerme. Espero que eso no demore mucho, no quisiera que mucho de este lugar desapareciera sin remedio.

Me enfoco en el frío de mi piel, de mi sangre y de mis órganos. Todo el frío queda concentrado en la palma de mis manos, así que me inclino y toco el suelo, transmitiendo todo ese frío a la tierra, a los árboles y demás vegetación a mi alrededor. Mi objetivo no es sólo cubrir de hielo y nieve algunas plantas. No. Mi objetivo es matar de frío la flora que está acostumbrada a un clima cálido.

Todo lo que pasa en el bosque las hadas lo sienten, incluso lo proyectan en sus propios cuerpos, y cada cambio afecta mucho más a la representante que a las demás. Ella comenzará a marchitarse hasta el congelamiento y sus hermosas alas ya no lo serán. Se quemará de frío, como su valioso bosque si no viene a dar la cara.

-        ¿Qué debería hacer yo? – pregunta Demetrio, una vez el hielo me rodea en un diámetro de dos metros. Levanto mi mirada y sé que mis ojos cristalizados le causan terror. Ese lazo invisible que nos une me permite saber todo lo que siente, a veces incluso, parecía que tuviera empatía por él y lograra sentir una pizca de lo que le pasa a él.

-        Debes impedir que me asesinen de lejos. Estoy concentrando todo mi poder en este acto, así que no podré defenderme si alguien intenta asesinarme lejos de mi circulo congelado.

Él asiente y se pone en guardia. No le confiaría mi espalda a nadie que no igualara o superara mis fuerzas, lo cual sé que es casi imposible. Pero él es el protector de Homine, tiene al menos la misma cantidad de poder defensivo y de ataque que yo, así que me siento lo suficientemente bien respaldada por Demetrio.

Siento el frío cada vez más amplio a nuestro alrededor. El humo que sale de nuestras bocas cuando respiramos lo demuestra. Incluso, de las grandes copas de los árboles, comienza a caer nieve, simulando una nevada en pleno invierno.

A pesar de que sé que estoy matando este lugar, no puedo evitar pensar lo hermoso que se ve todo pintado de blanco. Tal vez la guerra nos ha negado ver y experimentar cosas que creíamos odiar, simplemente porque estaban del otro lado de las lanzas y las espadas.

Al menos me refiero a la nieve, jamás sería capaz de pensar en los hombres más allá de lo que son: asesinos despiadados que están esperando la mínima oportunidad para matarnos a cada una de nosotras.

Con ese pensamiento en mente miro hacia Demetrio, quien sopla un copo de nieve que acaba de caer en la punta de su nariz. Luego de varios intentos logra deshacerse de él, pero otro cae en su lugar, haciendo que su rostro cambie de la seriedad a una mueca que casi lo hace parecer tierno.

Casi.

Luego de unos minutos más de estar congelando a diestra y siniestra, escucho los aleteos y los pasos rápidos en nuestra dirección. Hacemos contacto visual con Demetrio y asentimos, afirmándonos que estamos listos para enfrentarnos solos a una raza mágica e inmortal.

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