VI. EL SUEÑO

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KILLA

Ayudo a caminar al salvaje hasta que logramos llegar al otro lado de la isla, lo cual no es muy lejano, pero le permite estar a salvo del canto de las sirenas y de todo el ruido de la celebración.

Nos hago sentar en una banca frente al océano y miro todo con tristeza. La luna rosa es mi noche favorita del año y me la estoy perdiendo por culpa de un hombre. Como siempre, sólo traen problemas.

Me toco la nariz y siento en mis dedos los rastros de la sangre que también salió de ella. Nunca me había pasado algo así, pero, mientras Demetrio se retorcía de dolor en el suelo, yo sentí una pequeña parte de ese sufrimiento, y comprobé que era real cuando sentí la sangre brotar de mi nariz al igual que de la suya.

- Lo lamento, no sabía que esto podría pasar. No quería arruinarte la noche – me dice y yo decido callar y escuchar -. En serio no lo hice adrede, no haría algo así de manera intencional, se nota que es algo que te gusta mucho – lo miro, y él parece tremendamente apenado -. No sé cómo compensarte, sólo dime qué puedo hacer y lo haré sin miramientos – luce muy nervioso y, al parecer eso lo hace hablar de más. Es gracioso y le quita toda el aura amenazante que hay a su alrededor.

- Ya no hables más, salvaje – le corto su monólogo de arrepentimiento -. He estado en diez festejos de estos y voy a estar en muchos más, así que no hay de qué angustiarse – le digo con sinceridad, pero no puedo ocultar la decepción en mis palabras.

Se supone esta noche sabremos si Kiara o yo tenemos alguna clase de don y estoy aquí desperdiciando mi tiempo con este hombre. Suspiro y juego con mis dedos, haciendo que truenen, una costumbre que tengo desde hace mucho tiempo.

- ¿Por qué tienes el cabello blanco? – lo miro y enarco una ceja -. Lo digo porque de todas las mujeres aquí eres la única con esa característica, además de las ancianas. En mi pueblo tampoco hay hombres con el cabello blanco.

Tomo un mechón de mi cabello y juego con él. Medito en si decirle o no lo que sé de la razón, no es que sea un secreto o algo así, tampoco representa un peligro para Feminae si le digo, así que decido contarle. ¿Qué puedo perder?

- Nací así. Se supone que la reina y la protectora son muy similares físicamente siempre, porque son como hermanas – él asiente y me confirma que en su pueblo es igual. Así que el rey Devak se parece a este hombre... interesante -. Pero, según la vieja bruja que viste hoy, Urey, yo fui besada por la luna. Es por ello que mis ojos y mi cabello no son color negro como mi reina.

- ¿Y por qué fuiste besada por la luna?

- Esa misma pregunta me ha perseguido desde que tengo uso de razón. Se supone que Urey me tendría que decir la razón luego de una de sus muchas charlas con las diosas, pero ninguna, ni siquiera la Madre, le ha querido responder esto – me encojo de hombros -. Ella dice que eso significa que ellas quieren que yo lo descubra sola. Algo que es parte de mi camino por la vida o mi destino.

FEMINAEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora