XVIII. LAS SIRENAS

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KILLA

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KILLA

Ha pasado una semana desde el secuestro de la reina y no he logrado ir a buscarla. El reino quedó en caos, las mujeres están asustadas y la Corte de las Rosas quedó reducida a la mitad. Tres de ellas se asustaron y volvieron a sus respectivos lugares, Estella está herida de gravedad y Donvina, su pobre corazón no lo resistió y sufrió un infarto cuando el rey decidió atacar.

Toda la vida le estuve insistiendo a Kiara que debía aprender a defenderse, y que las mujeres con rangos importantes también debían entrenarse en algún arte de la guerra, pero ella se negó tantas veces. Estaba convencida de que los entrenamientos reducirían su capacidad intelectual, porque no tendría el tiempo suficiente para entrenar su mente.

Estupideces.

El rey de Homine era un salvaje que se entrenaba desde niño y fue lo suficientemente inteligente para secuestrar a la reina de una guardia de más de mil soldados, y la sacó de Feminae sin dejar rastros. Nadie sabe el camino que tomaron, porque nadie los ha visto en las murallas. Si hubieses traspasado las fronteras, ya habrían sido acribillados.

Nisha dirige la última de un montón de reuniones que se han hecho, planeando cómo manejar el reino en ausencia de la reina, pero con lo que no cuentan es con que yo también me voy a ir. Todas han estado poniéndome a mí como cabeza de Feminae en cada uno de los planes que han trazado, pero yo no me puedo quedar aquí de brazos cruzados mientras torturan y le hacen quién sabe qué a mi Kiara.

- Lamento interrumpir sus planes, pero no voy a poder estar en ellos – digo, seca y seria. Es increíble que crean que me voy a quedar aquí sentada haciéndome la reina luego de lo que ha pasado.

- No puede abandonar el reino ahora, majestad – dice Nisha y yo la miro con dureza. Ella no se deja acongojar y mantiene una sonrisilla media en los labios. Siempre ha sido de esas personas que no se toman nada en serio y que parecen burlarse de ti con cada palabra que suelta por la boca -, el reino la necesita.

- Primero, no soy "majestad", soy un soldado- me levanto de la silla y la miro desde arriba -. Segundo, no estoy pidiendo permiso ni opiniones, saldré rumbo a Homine mañana en la mañana con cincuenta mujeres e iré por mi reina.

- No es prudente... – levanto la mano callándola.

- Ya he dicho que no necesito opiniones, Nisha. Cállate – salgo de la sala, dejando a todas con la palabra en la boca. Las pocas mujeres de la corte que quedan son fastidiosas, y Nisha es insoportable sólo por ser una bruja poderosa.

El sol se está poniendo en el horizonte, dándole paso a la noche. Otro día perdido. Miro hacia la playa que siempre me había hecho sentir en paz, pero que ahora sólo me trae el recuerdo de Selene siendo atravesada por una espada y Kiara gritando mi nombre a punto de llorar.

- ¿Todo está bien? – la voz gruesa me hace volver en mí y darme cuenta que me quedé petrificada en medio del pasillo como una idiota.

- Todo bien – le respondo al salvaje y sigo mi camino.

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