PRÓLOGO

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La luna llena se alza en el cielo, anunciando que la noche de las herederas ha comenzado. Hace más de treinta años el pueblo de Feminae no tenía una nueva reina y el ánimo se sentía en el aire. Las ancianas que habían visto nacer a la reina Simone suspiraban con nostalgia, mientras que las jóvenes, ansiosas, se movían de un lado a otro para contener la emoción, sin pensar en lo que aquella noche significaba para sus amadas regentes.

En el palacio, la reina Simone, con tan solo treinta años, se preparaba para ir a recibir a quien sería su reemplazo.

- No pensé que nuestro momento llegaría tan rápido – le dice suspirando a Sigrid, su mejor amiga y protectora – nos quedan exactamente quince años de vida. No puedo creer que la vida se me escape así de las manos.

- Si lo piensas bien – dice Sigrid, acomodándose el yelmo mientras se sienta en una pequeña silla al lado de su reina – es mucho tiempo para un guerrero.

- Pero poco tiempo para una reina. No he logrado todo lo que quería hacer para mi reino, y sé que quince años no son suficientes, no si debo concentrarme en la crianza de la nueva reina – mira con tristeza hacia el cielo preguntándose porqué La Madre le había concedido tan poco tiempo entre los mortales.

Sigrid prefiere callar, sabe que nada que salga de sus labios logrará calmar el corazón de quien ha sido su amiga de toda la vida. Más que reina y protectora han sido como hermanas, se conocen más que nadie en el mundo y se aman así.

- Prométeme que estaremos juntas hasta el final – Simone la mira con lágrimas en los ojos, siempre fue muy sensible. Sigrid se levanta y la toma de las manos, mirándola con el amor fraternal que siempre le ha tenido.

- Te lo prometo por La Madre – le sonríe y la abraza – nunca te dejaría – besa su cabeza y la aleja – ahora vamos, la ceremonia no puede comenzar si no estamos allí.

Se dirigen hacia la salida del palacio. La servidumbre y la guardia real les hacen reverencia cuando pasan por su lado. Salen por la puerta trasera que da directamente a la playa azul, en donde se encuentra reunido casi todo el pueblo de Feminae. Simone y Sigrid se acercan a la orilla del mar y comienzan a caminar dentro de él siendo seguidas por el resto de mujeres. Una vez se encuentran bajo la luz de la luna esta se torna azul, del azul más hermoso que cualquiera de esas mujeres haya visto en toda su vida, anunciando que en cualquier momento llegarán las herederas.

- Amada Madre, tú que eres sabia y poderosa – la reina canta y toda la corte la sigue.

- Tú que nos llenas de amor y de bendiciones – canta Sigrid, a quien una mujer mayor le quita la armadura, dejándola en un vestido blanco parecido al de la reina, el cual comienza a mojarse inmediatamente.

- Manda por favor a quienes serán las representantes de tu divinidad en la tierra – cantan al unísono mientras dos mujeres mayores les mojan el cabello rubio con agua de mar – prometemos ilustrarlas como nuestras antecesoras y enseñarles lo necesario para seguir tu luz.

Apenas terminan el cantico un fuerte viento azota el lugar, haciendo que el océano calmado comience a levantarse en olas. Las mujeres jóvenes se espantan un poco, pero las ancianas las tranquilizan y las instan a mirar más allá de las olas, donde dos pequeñas burbujas azules y muy brillantes, comienzan a acercarse.

- Ya están aquí – susurra Simone y Sigrid asiente, boquiabierta.

Las burbujas resplandecientes llegan hasta ellas. Cada una toma en sus brazos una burbuja, la cual estalla y revela a dos pequeñas bebés.

- ¡La protectora fue besada por La Luna! – exclama una anciana al ver a la bebé de cabello blanco en los brazos de Sigrid.

- ¿Qué significa eso? – pregunta la reina confundida, sosteniendo en sus brazos a la pequeña reina heredera de cabello negro como la noche.

- Significa que tiene un destino como el de ninguna otra en la tierra de Feminae – la anciana no dice más, pero sus palabras son suficientes para sembrar en los corazones de todas la incertidumbre. Es la primera vez que una niña nace con el cabello blanco

- ¿Cómo las vamos a llamar? – le pregunta Sigrid a su reina, quien mira embelesada a la pequeña en sus brazos.

- Nuestra pequeña reina se llamará Kiara – Simone besa la nariz de la pequeña pelinegra y sonríe - ¿Cómo le llamarás a la protectora? – Sigrid mira profundamente a la pequeña de cabello blanco. Nunca había visto a una niña así nacer y sabía que su nombre debía ser igual de especial.

- Killa – los ojos azules de la pequeña protectora se abren ante la mención del nombre, haciéndole saber a Sigrid que había tomado una buena decisión.

- Ustedes son el futuro de nuestra tierra – habla Simone, para las pequeñas y para todas las presentes.

Dichas estas palabras, la luna volvió a tomar su brillo plateado natural y la marea quedó en calma. Las herederas habían nacido y estaban destinadas para grandes cosas. Sólo que nadie sabía que rumbo tomarían una vez crecieran.

Doble Actualización >>>>>>>>>>>>

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