XLI. LOS MIEDOS DEL REY

5 3 1
                                    

KIARA

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

KIARA

Luego de la noche en la que me aventuré por el castillo asediado por una especie de demonio, no me he vuelto a atrever a hacerlo. Silas ha estado tratando de sonsacarme la información, pero yo no he sido capaz de formular ni una sola palabra acerca de mi experiencia.

-        ¿Entonces no me vas a decir nunca? – me cuestiona y yo niego con la cabeza, mientras saboreo una de las fresas que ha traído con mi desayuno - ¿Por qué no?

Simplemente me encojo de hombros y sigo atiborrándome de comida para no tener que decir que estoy asustada hasta el tuétano. La experiencia fue horrible y me encantaría no tener que volver a repetirla.

-        No pasó nada, Silas.

-        No te creo nada. Fuiste la primera persona en pasear en la noche por el castillo y volver sana y salva a esta habitación. ¡Claro que algo pasó!

Me vuelvo a encoger de hombros por milésima vez desde que comenzó esta conversación. Los primeros dos días me dio mi espacio, pero desde ayer ha estado tan intenso que ahora ni siquiera quiero que sea la hora de comer para no tener que aguantármelo.

Silas rueda los ojos y yo sonrío con mi encanto de monarca que ya ha tomado una decisión. Suspira y comienza comer de su plato. Ha decidido no volver a robar del mío y ahora también trae su comida y come casi siempre conmigo aquí encerrados como un par de ermitaños.

-        Hoy podrás salir de aquí. Al fin Kaius ha salido de peligro, así que puedo llevarte a la biblioteca, o a dar un paseo helado por el jardín – me mira con una sonrisa orgullosa.

-        ¿Dar un paseo en un jardín sin flores? – arrugo la nariz con desaprobación y su sonrisa decae un poco, hasta que yo le saco la lengua -. Claro que quiero salir de este encierro.

-        Entonces, prepárate, vendré por ti en una hora – no me deja terminar de comer, recoge todo en la bandeja y sale con tanta rapidez que no me da tiempo de alegar que aún tenía hambre.

Este chico me va a volver loca.

Sonrío, porque mi relación con Silas me hace estar segura de que mis intenciones de hacer la paz no eran tan descabelladas. Hombres y mujeres sí podemos ser amigos.

*****

Después de tomar un largo baño, cepillo mi cabello con paciencia. Quiero pensar que podría llegar antes de mi corte de luna llena cada cuatro lunas, pero, ya he durado más de tres lunas en este lugar, así que no me voy a hacer demasiadas ilusiones y le pediré a Silas que lo corte un poco antes de que sea incontrolable.

Tocan la puerta, luego de un largo rato y, completamente lista, me acerco esbozando una sonrisa a mi amigo. Pero, cuando abro la puerta, no es Silas quien me devuelve una sonrisa amable. Más bien, un hombre más grande, corpulento y amenazante me mira con una mueca de ironía en sus labios.

FEMINAEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora