XVI. EL VENENO

23 7 1
                                    

KILLA

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

KILLA

Sigo cegada de la ira mientras camino por los pasillos del palacio hasta llegar al Salón de la Corte de las Rosas, en donde se encuentran los dos únicos prisioneros que logramos capturar con vida, los demás huyeron o fueron asesinados en batalla.

Eran muchos más de los que la reina había permitido ingresar y asesiné a tantos que perdí la cuenta de ellos, hasta que llegó Nisha, la representante de la Isla de las brujas en la corte y me dio un reporte.

- Cincuenta hombres en mi reino – digo, como si no lo pudiera creer - ¿Y cómo fue que ingresaron tantos? ¿Acaso La Guardia Amurallada se había quedado dormida?

- Fueron asesinadas – dice Nisha y yo abro los ojos con asombro -. Envenenadas, Protectora. Los carros con comida fueron infectados con veneno y murieron en cuestión de horas.

Me quedo sin habla. Estos desgraciados no venían con ninguna intención de paz, desde el principio sabían lo que venían a hacer, no planeaban darle ni una sola oportunidad a Kiara para hacer las paces. Y eso reafirma mi teoría de que hay alguien dentro del reino que los estaba ayudando. Pero ¿Quién sería tan estúpida como para traicionar a todas sus hermanas? Y, lo más importante ¿Por qué lo haría?

Veo a los dos hombres frente a mí y me acerco a ellos con decisión y furia.

- ¿Por qué se la llevaron? – no dicen nada. Me miran impávidos, sin ninguna expresión en su rostro. Nisha se me acerca y me toma el brazo, pero me zafo de su agarre -. ¿Qué pasa con ellos?

- No tienen lengua, Protectora – ella le abre la boca a uno, mostrando el pedazo de carne que les quedó de lengua. La herida se ve fresca -. Se las cortaron cuando vieron que iban a ser capturados.

Esto es lo que siempre me ha sorprendido de los salvajes, su capacidad de soportar el dolor y seguirse viendo imponentes. Los miro, tratando de tomar una decisión objetiva con respecto a sus vidas, pero la emoción me gana, así que desenvaino mi espada y le atravieso rápidamente el corazón a uno, disfrutando de la sangre que sale de su cuerpo cuando lo pincho.

Saco la espada y agarro del cabello al otro, haciendo que me mire a los ojos. Rastros de sangre salen de su boca y yo sonrío con furia. Hago que mire hacia abajo y de un solo corte de espada separo la cabeza de su cuerpo. El cadáver decapitado cae al suelo y se retuerce en él con movimientos post morte que terminan horrorizando a aquellas que nunca han ido a la guerra.

- Sin lengua no sirven para nada y Feminae nunca guarda prisioneros inútiles – digo, antes de que cualquiera se atreva a cuestionar mi decisión.

Camino fuera del castillo como quien lo ha perdido todo. Mi ropa está manchada de sangre y la cabeza del salvaje se encuentra en mi mano.

Las lágrimas de ira queman en mis ojos y trato de frenarlas, porque no he llorado en años y no puedo hacerlo ahora que soy el mayor pilar del reino. No puedo llorar, no puedo sentir ahora más que ira, no me lo puedo permitir.

FEMINAEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora