XXX. LOS SECRETOS

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KILLA

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KILLA

Me toco el collar que me regaló Kiara antes de su secuestro y me muerdo el labio mientras miro lo que Aymeri me muestra sin poder creérmelo del todo.

Cuando la envié a esta misión lo hice con las esperanzas de que lo hallara, pero no me imaginé que fuesen ciertas mis sospechas. Quiero gritar y celebrar como loca, porque este descubrimiento lo puede cambiar todo y más, porque podremos tener ayudas celestiales.

- ¿Es esta La Clave?

Ella no dice nada, no es necesario. Veo el pequeño artefacto con forma de concha. Está completamente sellado y no tengo ni idea de cómo abrirlo ni de cómo funciona. Está hecho de plata pura y resplandece a la luz del sol. Es tan bello que casi resulta hipnótico.

- En las criptas había dibujos y escritos en algún idioma antiguo que ninguna de las tripulantes logró entender. Todas las que fuimos somos mortales, así que, las dibujamos, para saber si alguna de las criaturas inmortales podría saber qué significaban.

Asiento sin decir nada más, no puedo, estoy deslumbrada, y mi cabeza ya se encuentra maquinando veinte planes distintos en los que puedo utilizar esto. Pero, no me debo adelantar, primero debo saber cómo usarlo, y qué efectos tendría en mí y en mi ejército La Clave.

- ¿Alguien fuera de tu tripulación sabe esto? – le pregunto finalmente y ella niega.

- Quería que fueras la primera en verla en la tierra, y que tú decidieras si iba a ser de dominio público o no.

Suspiro, aliviada. No confío en las inmortales que se encuentran aquí ahora. Vea, es una sirena vieja que ha vivido siglos y siglos en la tierra y en el océano. Ella sería la opción correcta a la hora de indagar en el significado de La Clave y de los íconos que había en la cueva en la que esta fue encontrada, pero me niego a confiar en alguien que estaba tan firmemente en contra del gobierno del que hago parte.

- No le digas a nadie, y ordénale a tu tripulación seguir manteniendo el secreto hasta nuevo aviso. Y dame los dibujos. Si hay copias, quémenlas de inmediato – ella hace una reverencia.

- ¡Sí, protectora! – yo le sonrío y ella me devuelve la sonrisa. Me pasa las hojas que tiene guardadas en la solapa de su chaleco de cuero gastado por la exposición al sol.

La miro de arriba a abajo, valorando lo mucho que ha cambiado. Cuando la envié, tenía el cabello corto, diecinueve años recién cumplidos y un largo camino como marinera por recorrer. La nombré capitana en una misión imposible para que supiera lo mucho que tenía que batallar en altamar siendo la persona a cargo. Siempre había sido una niña mimada y altanera, pero, la mujer que veo ahora frente a mí ha madurado en los últimos dos años, mucho más de lo que pude haber esperado. Tiene el cabello largo, la piel bronceada y pecas en la cara debido a las quemaduras por el sol. No ha perdido su brillo juvenil, pero la mayoría de su arrogancia ha sido reemplazada por un aire de madurez.

FEMINAEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora