XXVII. LA NUEVA CELDA

18 5 10
                                    

KIARA

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

KIARA

Un fuerte ruido en el pasillo logra despertarme de golpe. Veo a mi alrededor mientras siento mi corazón casi se sale de mi pecho por los fuertes latidos de terror. Los ruidos en el pasillo prosiguen, y un gruñido gutural y escalofriante se escucha al otro lado de la puerta.

Las garras rasguñan la madera del suelo y el miedo me inunda, erizándome los vellos de la nuca. Me levanto tan rápido de la cama, que el brazo me reciente, así que me calmo y camino lentamente hacia la gruesa puerta de madera, con la esperanza de que, sea lo que sea lo que está allí afuera, no pueda atravesarla y asesinarme.

Los sonidos animales comienzan a disminuir, pero, cuando siento que el peligro se ha alejado, escucho un grito masculino de terror. Me pego a la puerta y trato de escuchar más allá de lo poco que puedo captar. Estoy aterrada, pero si hay algo peligroso recorriendo el palacio, prefiero estar al tanto y no ser presa fácil dormida en cama.

Veo la luz de las antorchas colarse por la ranura debajo de la puerta, así que me tumbo en el suelo, con la intención de ver al animal que está del otro lado. Sólo logro ver el suelo de piedra del pasillo, pero, de repente, una sombra pasa a lado de mi puerta. No hay ningún cuerpo que la proyecte, lo cual me hace casi ahogarme con mi saliva por el horror. La sombra caminaba despacio, como si fuese el rey del lugar.

Sentí frío de repente y los vellos de la nuca se me erizaron ¿Será esta sombra un espíritu del palacio? Nunca había presenciado a ningún ser del más allá, lo más parecido son los dioses y con ellos no sentía el terror que siento ahora. Quiero levantarme y volver a la seguridad de la cama, pero algo me mantiene allí, a la expectativa. Tal vez sea mi falta de auto preservación, pero prefiero asociarlo a mi curiosidad innata.

Los pasos de la sombra se detienen justo frente a mí, también dejo de escuchar aquellos gritos de hombre que seguían resonando con desesperación ¿Aquí no hay guardias o qué? Creo que aquel salvaje que gritaba estaba siendo torturado por alguien... o por algo.

Decidida finalmente a levantarme, cierro los ojos con fuerza y luego los abro para echar un último vistazo. Para mi horror, la sombra ya no estaba, pero, en su lugar, había un ojo inyectado en sangre mirándome por el otro lado de la ranura. Sólo es un ojo en medio de una espesa mancha.

La sombra me estaba devolviendo la mirada. Me transmite un poder tan oscuro y tan milenario que no puedo apartarle la mirada por unos segundos, hasta que mi cuerpo reacciona impulsado por la adrenalina.

Me retiro de un salto y me subo a la cama con el miedo golpeando en mis venas. Vuelvo a escuchar los pasos y suspiro relajándome, pensando que la sombra ya se está alejando de la habitación. Me acuesto y me envuelvo en las gruesas sábanas, rezando a la Madre para que me de la valentía de seguir durmiendo sabiendo que esa cosa está afuera.

Luego de lo que sentí horas rezando, el cansancio me venció y me quedé dormida, en medio de mis plegarias.

****

FEMINAEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora