XLVI. LA DEVACLE

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KILLA

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KILLA

No lo pienso demasiado, simplemente formo un par de hacha de hielo y las lanzo, matando instantáneamente a dos de las mujeres que se acercaban corriendo a mí con furia letal. Caen al suelo muertas y yo me espabilo de la sorpresa del primer momento.

-        Formación Celda – grito. Las mujeres en mi bando que son soldados se forman rodeándome a mí y a las marinas. Se ponen en guardia y esperan el momento de una nueva orden -. Te doy una última oportunidad de retroceder y dejar que avancemos.

-        No puedo permitir que hundas de esa manera al reino. En ausencia de la reina, tú eres quien debe protegernos y estás aquí, muy lejos de tus responsabilidades yendo a rescatar a una mimada que se ganó lo que le está pasando.

Esas últimas palabras me hacen verlo todo rojo de la furia. Kiara lo único que quería era detener la guerra de la mejor manera en la que ella lo consideraba. Sí, la cagó, pero ¿Por eso merece estar con los enemigos pasando por quién sabe qué cosas? No lo creo, no le desearía a nadie esto, ni siquiera al hombre que tengo a mi lado.

Demetrio me toma de la mano y veo su gesto de dolor al hacerlo. Mi cuerpo justo ahora está helado porque una capa muy delgada y puntuda de hielo lo rodea. Mis ojos deben parecer una máscara de ceguera debido a mi poder, pero no me importa. Aprieto la mano de Demetrio y le asiento, porque necesito desquitarme con la maldita que tengo en frente.

Ella debe ser una de las representantes de las ciudades de las rosas que no me ha conocido en persona, porque, si supiera que soy la puta bruja blanca que hace llorar a los niños de Homine no estaría aquí, frente a mí, con esa sonrisa arrogante ni tirando palabras venenosas.

Doy unos pasos hacia ella, congelando todo a mi alrededor. Mis soldados se alejan y Demetrio me suelta. Sé que ahora estoy demasiado lejos de la redención, porque nada me va a detener hasta que la destripe lentamente y su sangre manche todo este maldito salón blanco.

-        Te voy a arrancar la lengua con mis propias manos por hablar así de mi reina – digo, pero mi voz no suena como mía. Es ajena, fría como si surgiera desde mi poder y no desde mi ser.

Todas se apartan de mi camino, las únicas soldados Espina que se arriesgan a acercarse a mí son congeladas de inmediato y caen al suelo, convirtiéndose en fragmentos congelados de lo que antes eran una persona completa. Veo la arrogancia desaparecer de la rubia frente a mí y su cara se contorsiona en una mueca de terror.

-        ¿Estás dispuesta a matar a tu pueblo por la estupidez de tu reina? – dice. Su voz parece segura, pero sus ojos reflejan el miedo que siente.

Yo inclino la cabeza hacia un lado, mirándola fijamente y sonrío, porque huelo su miedo y me encanta.

-        Por Kiara yo podría arrasar con este reino y con todos los que se me atraviesen. Mi único propósito en esta vida es protegerla y lo voy a cumplir a costa de cualquiera que se interponga en mi camino – digo y continúo caminando hacia ella, quien se para derecha y cierra los ojos esperando su final.

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