IV. LA LUNA ROSA

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KILLA

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KILLA

Escurro mi bata y levanto la mirada hacia el castillo. Pero ¿Qué mierda? Lo que veo no me agrada nada.

Un hombre alto y con largo cabello y barba viene hacia nosotras, custodiado por mis mejores guardias. Desenfundo mi daga y me pongo en posición de defensa. Miro a Kiara y ella está tan relajada como siempre ¿Es acaso esto parte de su plan? No quiero cuestionar las decisiones de mi reina, pero esto ha sobrepasado los límites. Un hombre en La Ciudad Imperial, un hombre libre caminando por mi ciudad. Esto es casi absurdo.

- ¿Qué hace un hombre aquí? – gruño. ¿Qué le pasa a Kiara? Está poniendo en riesgo a todo el reino con la sola presencia de este hombre aquí. Porque yo sé que ese no es cualquier hombre, este es el Protector de Homine.

- Viene con un mensaje para mí – declara y la miro con ira. Pero, trato de disimular. En vano, porque lo único que he sentido desde hace dos años es ira.

- Soy Demetrio, protector del reino de Homine – se presenta y me sorprende la confirmación de ver a un protector. Sólo existimos dos en toda Promissa, y verlo me hace sentir extraña. Como si tuviésemos algo en común, y me molesta sentirme así respecto a un hombre.

Lo miro y siento curiosidad. Nunca antes había visto a un hombre en calma. Todos parecían salvajes y sanguinarios. Él se ve calmado y muy pacífico. Siento su mirada sobre mí y nuestras miradas se cruzan. Por alguna razón siento la necesidad de cubrirme y desviar su atención de mí. Mis mejillas se calientan levemente y quiero retirarle la mirada, pero no puedo, algo en él me atrae de una manera en la que no entiendo.

- Nunca había visto a alguien tan joven con el cabello blanco – dice y me mira con profundidad, como si quisiera descubrir hasta el más mínimo detalle de mi ser y eso me asusta, así que le hago cara de pocos amigos y me paso la daga cerca del cuello sin quitarle la mirada de encima, con un mensaje implícito: te cortaré el cuello si me sigues mirando así. Se aclara la garganta y se concentra en Kiara, entregándole el sobre en sus manos – el rey Devak le envía eso.

- Aceptó – dice al abrirlo, como si no se lo creyera. Oh, no ¿Acaso estos reyes están locos? Madre Luna, ilumina a mi reina, se está saliendo de tu camino.

Sí, aceptó venir a hablar con usted con la condición de que me quedara antes que él para ver que sus intenciones son honestas – dice el salvaje y ella asiente.

- Bienvenido a Feminae, protector – le dice y grito a manera de protesta. No pude aguantar más.

- ¡Estás traicionando a la Madre dejando que ese hombre se quede aquí! – le grito y ella se voltea encarándome con calma.

- Killa, eres mi protectora y mi mano derecha – su calma es imperturbable y atemorizante. Infunde respeto -. Pero eso no te da derecho a cuestionar mi autoridad. Yo soy tu reina.

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