Capítulo 21.

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"Segunda opinión"

Luke Harwood.

En un momento, no sé en cuál exactamente, Andrea se quedó dormida entre mis brazos luego de que entráramos al auto por el frío que hacía, mientras le contaba cosas estúpidas que solamente yo diría. Volteé a verla, la aprecié por unos minutos, sus ojos estaban cerrados y su respiración era lenta, pero reconfortante. Uno de sus brazos estaba apoyado en mi pierna, estaba en calma y podía sentir como cada célula de mi cuerpo se desvanecía creando una sensación muy agradable.

Ella tenía ese efecto, o la amabas o la odiabas. Yo estaba en el medio tambaleándome hacia un lado en el que temía caer.

Me detuve frente a su casa y fue entonces que debí despertarla, cuando se bajó, me regaló una hermosa sonrisa seguida de su dedo medio.

Típico de Andrea.

Al siguiente día me concentré en mantenerme cerca de Megan, de disfrutar del olor de su cabello, de su piel, de su sonrisa. Pero no podía hacerlo como otras veces, simplemente no podía. Al finalizar las clases me despedí de mi chica y, empecé a deambular por los pasillos del instituto en busca de Andrea. Mi búsqueda terminó cuando la vi apoyada en uno de los casilleros guardando algo en su mochila.

Fui hasta ella, llevaba el pelo suelto que caía sobre un jersey azul de lana, unos jeans negros y unas zapatillas blancas. Tan sencilla y tan preciosa a la vez, ni siquiera sabía cómo lo hacía.

Le toqué el hombro con un dedo y ella se giró hacia mí con su adorable cara de enojada, se había maquillado un poco los ojos y los labios los tenía de un tono más oscuro.

- ¿Te maquillaste? -A pesar de que fuera más que obvio, decidí preguntarle de todas formas.

-Sí. -Confirmó mientras le daba una mirada rápida al pasillo y rascaba su ceja izquierda.

-Te ves bonita. -Confesé y la miré con detenimiento- Pero tienes las cejas un poco disparejas.

Ella me miró sin una pizca de humor y rodó los ojos.

-Gracias, Luke. -Dijo con un claro tono de sarcasmo en su voz.

-De nada, siempre es útil una segunda opinión. -Respondí burlón. Creí que con eso me mandaría a la mierda, pero se mantuvo de pie y se cruzó de brazos.

-Espero que no se te haya olvidado que debemos hacer la tarea. -Ella torció los labios y entrecerró los ojos.

- ¿Cómo es que te acordaste?

-La profesora me envió un mensaje. -dijo haciendo una mueca entre tristeza y diversión.

- ¿Por qué tiene tu número? -pregunté curioso mientras jugaba con la perforación de mi labio.

-Es una larga historia, pero, en resumen, Katina se lo dio. -Soltó un suspiro cansada.

-Ese es un excelente resumen.

Ambos reímos y caminamos en dirección a la biblioteca. Nos sentamos en un rincón para quedar los suficientemente alejados de la señorita Ellen, quien era la encargada de la biblioteca y fiel amante del silencio.

-Bien, hay que hacer el ensayo sobre el amor actual -Cerró los ojos y se rascó la nuca soltando un suspiro- Y debemos compararlo con el de antes basándonos en el punto de vista de la literatura de Lisié y Efraín.

-Eso suena estúpido.

-Lo sé, díselo a nuestra profesora. -Asintió dejando un montón de libros frente a mí.

-Oh, no gracias. -Dije con una pequeña sonrisa y ella se quedó mirándome unos segundos.

Leímos los escritos de ambos autores, o al menos lo intenté. Fracasé cuando decidí mirar a mi lado y me encontré una hermosa chica enojada leyendo con apuro un grueso libro que tenía sujeto entre sus manos. Andrea se acomodó unos cabellos sueltos, pero hubo unos cuantos que se resignaban a hacerle caso. Así que la ayude dejando esos cabellos detrás de su oreja. Esa acción pareció desconcertarla, pero recuperó rápidamente la postura y continuó leyendo el libro en completo silencio.

No puedes salvarme.®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora