"Estudiar Química."
Andrea.
Por la mañana me fui al instituto casi sin dormir, algo muy responsable y maduro de mi parte, pero la verdad es que eso me importaba absolutamente nada. Tenía una resaca terrible entre las galletas y el alcohol, había terminado comiéndome casi todo lo que el amigo de Michael tenía en su nevera y luego lo vomité, sin siquiera saber la razón.
Salí de estética y caminé por los pasillos del instituto sintiendo que la cabeza iba a estallarme. Según había aprendido en la clase de biología, el dolor de cabeza que daba por la resaca se producía porque el cerebro se encogía a causa de la deshidratación producto de ingerir alcohol. Me dirigí a la cafetería para comprarme un jugo o algo que calmase las ganas que tenía de arrancarme la cabeza y también la sed que sentía.
Al llegar al ajetreado lugar, gruñí al notar que había una considerable fila para pedir algo, así que descarté de inmediato la idea. Estuve a punto de irme cuando una mano se alzó por sobre el resto y se movió de un lado a otro frenéticamente. Sonreí a duras penas al ver que se trataba de Katina.
Caminé hacia ella o al menos lo intenté, era consciente de que mis pies se arrastraban por el piso. Me dejé caer sobre el asiento y mi buena amiga me tendió su bandeja.
-Compré doble, sabía que no aguantarías esa fila.
Asentí de acuerdo y le di un gran sorbo al jugo natural, hice una pausa y seguí con el sándwich.
-Te ves horrible. -Habló de nuevo a la vez que arreglaba mi cabello que de seguro estaba hecho un desastre.
-Gracias por el cumplido. -contesté de forma sarcástica.
-Bueno, anoche estabas peor. Por cierto, ¿recuerdas algo? -preguntó abriendo el segundo sándwich que dejé de lado y comenzó a comerlo como si no me diera cuenta.
-La verdad es que no mucho... -susurré frotando la yema de mis dedos índices en las sienes de mi cabeza.
-Ya somos dos. -admitió soltando una dulce carcajada que me arrancó una sonrisa.
Luego comenzó a hablarme sobre un cantante que jamás lo había escuchado, ni su nombre y sus canciones, me gustaría decir cómo se llama, pero siendo sincera se me olvidó. Aun así, me esforcé por prestarle atención porque se veía muy emocionada mientras hablaba.
-¿Y entonces se cayó? -interrogué sorprendida.
-¡Sí! ¡En pleno escenario! -confirmó a lo que ambas reímos.
Un chico chocó contra mi silla, se apresuró en disculparse y volvió la vista al libro de cálculo que traía entre sus manos. Yo lo ignoré magistralmente y bebí de mi jugo.
-Andrea, ya que te veo tan tranquila de seguro no habrás olvidado la prueba de química que tienes mañana. ¿Verdad?
Tragué todo el jugo que había en mi boca y la miré con intenciones de mentirle, pero tenía más que claro que ya había sido pillada, en mi defensa eso no me lo esperaba.
-¡Serás! -Alzó la voz al no obtener respuesta de mi parte y negó en seguida con la cabeza-Estás en el límite con ese ramo, y esta prueba vale doble. Debes estudiar.
Y así como me hizo sonreír me hizo enojar, admiraba esa gran habilidad que poseía. Nos enfrascamos en una discusión más que infantil que poco a poco nos fue consumiendo.
-¡Tienes que ser más responsable con tu futuro! -gritó acalorada comenzando a arreglar su mochila.
-¡Joder Katina, ya relájate!
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No puedes salvarme.®
Novela JuvenilAndrea Lowell cae en el abismo del vicio, al ser señalada como la única responsable de un trágico accidente que le costó la vida a su hermanastro. Las drogas, parecían ser su único consuelo antes de la llegada de Luke Harwood a su vida, un chico ama...