“Querer y deber.”
Andrea Lowell.Cuando llegué a casa lo primero que hice fue ir a mi habitación, me cambie la ropa que llevaba puesta por una camiseta roja que era de Dylan y un pantalón de pijama, después me metí en la cama a pesar de que ni siquiera eran las 7 de la tarde. Afortunadamente estaba sola así que no tuve que lidiar con Lisa ni mi padre.
Él cada día estaba de peor humor y andar por casa era como caminar por un campo minado, nunca se sabía cuando iba a explotar y dejarte mutilado de por vida.
Solo quería cerrar los ojos y dormir. Dormir y dejar de sentir durante un momento esa molesta sensación de angustia que parecía ser parte de mí.
Lo último que vi antes de dormir fue un mensaje de Luke que decidí no responder.
Mentiría si dijera que sabía el tiempo exacto que había dormido, la única cosa que tenía clara cuando desperté era que quería ahorcar a la persona que me estaba llamando en ese preciso momento.
Con los ojos entrecerrados alcancé mi teléfono, la luz de la pantalla me obligó a cerrarlos por un par de segundos hasta que pude enfocar bien el número y el nombre del ser humano que interrumpió mi sueño. Genial. Era Luke.
—Hola, flaca. —Escuchar su voz al otro lado de la llamada me hizo sonreír mientras me acomodaba un mechón de cabello rebelde que estaba en mi frente— ¿Estás ocupada?
—Hola, rubio. Si dormir para evitar fumarme una cajetilla entera es estar ocupada, entonces sí, estaba muy ocupada. —Contesté apoyando la barbilla en mi puño.
—¿Y a qué se debe esa necesidad inminente de fumar echando humo como chimenea? —Quiso saber y una leve risa se escapó de mis labios.
Tragué saliva antes de suspirar, no quería hablar del tema, quería ignorarlo durante el mayor tiempo posible, pero estaba más segura que nunca de una cosa. Odiaba a Paúl, le tenía un verdadero asco contenido desde que comenzó a maltratarme después el accidente, pero luego de lo que hablé con mi madre, me di cuenta de que era el ser más despreciable que podía haber en la tierra.
—Tengo muchas cosas en la cabeza, nada más. —Respondí después de un par de minutos en los que me mantuve en silencio.
—¿Estás bien? Porque tu voz no suena como si en verdad lo estuvieras.
—Sí Luke, estoy bien. —Tragué saliva para aflojar el nudo que se instaló en mi garganta.
—¿Crees que estarías mejor si te enseño los comics que compré y comemos algo? —Preguntó con suavidad, mi pulso se aceleró y abrí la boca para contestar, pero no alcancé, ya que él volvió a hablar— Sería de mala educación que te niegues porque estoy en tu patio trasero. ¿Podrías abrir tu ventana? No recuerdo cuál es y no quiero arriesgarme a entrar a la habitación de tu padre.
Me levanté de la cama sorprendida y caminé hacia la ventana, la abrí y lo primero que vi fue a Luke de pie abajo mirándome con una sonrisa mientras movía la mano saludándome.
—¿No puedes entrar por la puerta principal como una persona normal?
—¡Oh, Rapunzel, Rapunzel, deja caer tu hermoso cabello! —Exclamó estirando sus brazos hacia mí, reí por su actuación antes de colgar la llamada y apoyarme en la ventana observando durante unos segundos como me sonreía.
—Es imposible ser seria contigo Luke Harwood.
—Sí, mi madre me lo dice a menudo. —Contestó moviendo sus cejas con gesto victorioso, luego ladeo su cabeza sin dejar de mirarme— ¿Piensas dejarme aquí solo?
Negué con la cabeza y me alejé de la ventana para bajar las escaleras antes de salir de mi casa y llegar al patio para encontrarme con él.
—Eres un loco. —Murmuré acercándome a donde estaba y lo abracé porque en serio lo necesitaba, sus brazos me rodearon la cintura al instante.
—Un poquito. —Respondió cuando nos separamos después de unos minutos estando abrazados, luego puso las manos sobre mis hombros y me contempló, con los brazos estirados.
Por desgracia, en ese momento me vino a la mente el beso que nos habíamos dado la semana anterior. Me acomodé el cabello tras la oreja y tuve que tragar saliva porque los nervios se apoderaron de mí y el corazón se me descontroló por completo. Intenté responder a su mirada sin que se me notara.
—¿Quieres entrar a mi casa? Tranquilo, ahora no voy a pedir que te vayas como la vez anterior cuando arreglaste la ventana. —Apunté con el pulgar mi casa cuando terminé de hablar, Luke sonrió de lado y asintió con la cabeza.
—Por supuesto.
[…]
—Bien, entonces, ¿te dijo tu madre porque se fue? —Quiso saber Luke cuando terminó de enseñarme sus nuevos comics, siendo sincera se veían muy interesantes y esperaba que los disfrutase porque en serio se veía feliz de tenerlos.
—Se fue de la casa de esa forma tan inusual porque supo que estaba embarazada. —Contesté mirando el vaso de jugo que había en la mesa, luego giré la cabeza para ver a Luke, tenía las cejas levantadas por la sorpresa y no pude evitar sonreír por su expresión— Estuvo internada en el hospital hasta que dio a luz porque su embarazo era de alto riesgo porque sufre de problemas de presión arterial, después sufrió de depresión postparto y estuvo con tratamientos por lo mismo.
Luke se rascó la nuca con una mano mientras hacía una mueca, estiré el brazo para alcanzar el vaso de jugo y bebí un poco, tenía la boca seca.
—Mierda, tuvo que pasar por mucho, pero aun así eso no justifica que desapareciera de tu vida sin dejar rastro.
—Lo sé, pero ella sí intentó que nuestra relación no se hiciera mierda, lo que pasó fue que mi padre me llenó la cabeza con la idea de que mi madre me había abandonado porque no me quería y que era una mala persona que terminé por convencerme de que lo mejor que podía hacer era odiarla e ignorar que fue parte de mi vida. —Me encogí de hombros observándolo y su ceño fruncido se hizo presente.
—¿Tu padre eso hizo?
—Sí, durante años. Me convenció totalmente de que mi madre prácticamente era un monstro por abandonarme. —Expliqué soltando un profundo suspiro antes de volver a dejar el vaso encima de la mesa, Luke ladeo la cabeza sin dejar de mirarme a la vez que levantaba una ceja
—Perdona que te lo diga, pero que decisión más imbécil la que tomó tu padre, o sea, los problemas que ellos hayan tenido no tenían y no debían por qué recaer en ti. Que ridículo. Tú no tenías nada que ver, eras una niña. —Murmuró totalmente indignado mientras entrecerraba los ojos y negaba con la cabeza, luego tomó una profunda respiración quizás para calmarse, se pasó una mano por el pelo acomodándolo hacia un lado como siempre y sus ojos se encontraron con los míos—¿Por qué actúas como si lo que te dijo tu madre no te afectara?
—Porque no lo hace. —Contesté apartando la mirada y apretando la mandíbula.
—Andrea, te contó que tiene otro hijo, técnicamente sería como tu hermano… ¿No te hace sentir nada eso?
Sí, me hacía sentir demasiadas cosas, sentía impotencia por haberle hecho caso a mi padre, pero también en cierta parte estaba agradecida, ya que si no hubiera sido por eso quizás no hubiera conocido a Dylan. También sentía que si conocía a este niño llamado Nolan, estaba traicionándolo e intentando llenar el vacío que me dejó su muerte. Tenía un remolino de emociones dentro de mí.
Negué con la cabeza y me mantuve en silencio un par de minutos. No encontraba las palabras que pudieran expresar lo que sentía, así que me limité a respirar hondo para no romper a llorar.
—Andrea, ¿sabes que no debes hacerte la fuerte siempre, cierto? Al menos conmigo no. —Volvió a hablar al darse cuenta de que yo no iba a hacerlo, nuestros ojos se encontraron y me fijé en que su mirada estaba inundada de compasión, de pena.
—¿Quieres dejar de mirarme de esa manera? No lo soporto. —Dije cortante alejándome un poco de él.
—¿De qué manera se supone que te miro?
—Con compasión, como si sintieras lástima por mí y es lo último que necesito, ya recibí muchas de esas miradas cuando estuve en el hospital después del accidente. —Aclaré molesta girando la cabeza hacia él, que me miró sorprendido cuando terminé de hablar.
Tuvieron que pasar diez segundos para que me diera cuenta de lo que dije. Luke no sabía nada del accidente.
—¿Tuviste un accidente? ¿Cuándo? —Preguntó preocupado acercándose a mí.
—Luke no, no quiero hablar de eso ahora, por favor. —Contesté agotada apoyando la frente en su hombro, lo último que quería era revivir esa noche teniendo que hablar de lo que pasó en ella.
—Está bien, no hablaremos de eso…—Su voz sonó tan grave en mi oído que noté un escalofrío y me aparté un poco.
Su tono me erizó la piel de un modo que nada tenía que ver con el frío. Tragué saliva. Estaba tan cerca de mí que pude ver hasta la última arruguita que tenía alrededor de los ojos, las pequeñas pecas en su nariz y un poco de barba que apenas le comenzaba a crecer.
No supe en qué momento mis manos llegaron a cada lado de su cara, le acaricié la mejilla y nuestros rostros se acercaron aún más, mi aliento se mezclaba con el suyo. Tenía tantas ganas de besarlo y creo que a él le pasaba lo mismo porque cuando sus labios rozaron los míos, ambos soltamos un suspiro, ansiábamos acortar la distancia, pero sabíamos que no debíamos, que no podíamos. Su frente se apoyó en la mía antes de cerrar los ojos.
—No sabes las ganas que tengo de besarte ahora mismo, Andrea, pero quizás no estás segura y puede que pienses que me equivoco, pero con todo lo que ha pasado hoy tus sentimientos están mucho más a flor de piel y no quiero aprovecharme de eso, quiero hacer las cosas bien. —Declaró antes de separarse suavemente y a pesar de que lo que más quería en esos momentos era lanzarme a sus labios como si me estuviera ahogando y estos fueran un flotador, no lo hice. Fue inevitable que en mi rostro no apareciera una sonrisa, pues con ese simple gesto Luke me demostró, una vez más, que era todo un caballero.
—Es verdad, lo lamento.
Se formó un silencio incómodo, pero gracias a Dios, no duró casi nada porque Luke volvió a hablar.
—Creo que será mejor que me vaya antes de que llegue alguien y luego tengas problemas por mi culpa. —Se levantó del sillón y yo hice lo mismo, avanzamos hasta la puerta y me quedé afirmándola mientras él salía, luego se giró quedando frente a mí— Nos vemos, flaca, lo siento por despertarte.
—Nos vemos, rubio, no te preocupes, gracias por quedarte conmigo y no permitir que me fumase una cajetilla completa. —Me puse de puntillas para besar su mejilla, él repitió el gesto de inmediato y luego salió de mi casa, me quedé observando su espalda, pero entonces se giró para mirarme descubriendo que seguía ahí de pie, así que para disimular le moví la mano izquierda despidiéndome de nuevo. Idiota.
ESTÁS LEYENDO
No puedes salvarme.®
Teen FictionAndrea Lowell cae en el abismo del vicio, al ser señalada como la única responsable de un trágico accidente que le costó la vida a su hermanastro. Las drogas, parecían ser su único consuelo antes de la llegada de Luke Harwood a su vida, un chico ama...