“Galletas felices”
Andrea.
Cuando volví a casa lo primero que vi fue a mi padre tomando cerveza sentado en el sillón con las piernas tan separadas que me daba asco. No quería ni mirarlo por más de un minuto porque la rabia que sentía contra él por haberme hecho pensar mal de mi madre durante tanto tiempo me desesperaba y sabía que si me refería al tema, me gritaría o golpearía, cuando bebía su cerebro funcionaba mucho menos y no quería arriesgarme.
Fui a la cocina para prepararme un café junto a una hamburguesa con solo mostaza y cuando terminé lo puse todo en una bandeja antes de llevarlo a mi habitación. Me comí la cena viendo un documental sobre pingüinos y cuando estaba dándole el último sorbo al café mi móvil sonó encima del buró, lo revisé con la ridícula ilusión que fuera un mensaje de Luke, pero en lugar de eso, fue un mensaje mejor.
Michael.
Hora: 10:25 pm.
》Hola, ¿quieres acompañarme a una fiesta con unos amigos? Avísale a Katina si quiere ir :)《
Mordí mi labio inferior por unos segundos, pensando en aceptar o no su propuesta. La verdad es que quería distraerme de toda la mierda que soportaba todos los días en mi casa y la invitación de Michael era una buena alternativa así que después de tomar mi decisión le respondí.
》Claro, en media hora estoy ahí con Katina :)《
Michael me compartió su ubicación en tiempo real para que se nos hiciese más sencillo llegar, dejé mi móvil encima de la cama, me puse desodorante y perfume para después comenzar a cambiarme la ropa. Decidí vestirme con unos jeans negros ajustados, una camiseta verde militar un poco ancha, mi chaqueta negra, unos botines del mismo color y un morral café en donde guardé mi celular.
Encrespé mis pestañas, me puse rímel y volví a entrar al baño para cepillar mis dientes, luego me puse un poco de labial oscuro, y respiré profundo antes de bajar las escaleras en completo silencio, gracias a Dios mi padre estaba durmiendo en el sillón y Lisa hoy trabajaba toda la noche así que salí lo más rápido que pude, no quería arriesgarme a que mi padre volviese a golpearme.
[...]
—Ven, vamos. —Tomé a Katina del brazo y tiré de ella casi arrastrándola por la cocina de su propia casa, menos mal su madre no estaba.
—¿Qué te pasa, loca? ¡Estoy cenando! —Reclamó soltándose de mi agarre antes de que pudiese terminar de sacarla de la cocina.
—Escucha, Michael me invitó a una fiesta, por favor vamos, lo vamos a pasar genial. —Supliqué haciendo un puchero con mis labios, ella suspiró pasándose las manos por la cara.
—De acuerdo, iré a vestirme.
Di un par de saltitos emocionada porque había aceptado y cuando pasó por mi lado le di una nalgada que la hizo reír mientras me mostraba su dedo del medio. Quince minutos después Katina apareció frente a mí con una blusa corta de color blanco con líneas delgadas negras, un jean claro rasgado por las rodillas y zapatillas blancas, en su hombro traía un morral gris.
—¿Lista? —Pregunté viendo como terminaba de ponerse brillo en los labios usando la pantalla de su teléfono como espejo.
—Lista.
Después de treinta minutos llegamos a la casa en que se suponía estaba Michael, las luces estaban encendidas y conforme nos íbamos acercando se escuchaba la música y risas.
—¿Preparada? —Quiso saber Katina antes de entrar, yo asentí, ella llamó a la puerta que segundos después se abrió, el olor a marihuana me estalló en la cara y sonreí viendo a un montón de gente bailando y bebiendo. Había una chica frente a nosotras, era pelirroja de ojos verdes y estaba mirándonos confundida así que mi mejor amiga volvió a hablar—Somos amigas de Michael.
Al escuchar eso la chica sonrió y se hizo a un lado dejándonos pasar, caminamos hasta el salón donde todo el mundo bailaba Something in the way you move de Ellie Goulding que sonaba en los altavoces y junto a Katina y las demás personas de la fiesta empezamos a saltar en el estribillo, me reía cómo no lo hacía hace tiempo pues la forma de bailar de Katina era bastante peculiar.
—Ven, vayamos a tomar algo. —Tomé su mano y fuimos a la cocina donde se encontraban las bebidas— ¿Qué quieres?
—Una cerveza. —Respondió y yo comencé a reírme así que ella me miró confundida— ¿Qué te da risa?
—Qué estás muy alocada esta noche. —Ironicé mientras abría el refrigerador para ver qué tenían, había distintos tipos de licores, pero solo tomé un botellín para mi amiga y yo me serví ron en un vaso de plástico negro, luego le puse bebida— Una cerveza, por Dios Katina tú eres la que se termina una botella de vodka sin ayuda.
Ella rodó los ojos y me quitó el botellín de cerveza de la mano, después de abrirlo le dio un par de tragos, cuando me fui a dar la vuelta choqué con alguien, pero no lo suficientemente brusco como para tirar mi vaso, cosa que agradecí. Era Michael que venía con dos vasos en la mano, dio un paso hacia atrás y al darse cuenta que era yo, me sonrió.
—Por fin llegaron. —Me dio un abrazo y luego fue a hacer lo mismo con Katina, le di un sorbo a mi vaso que se fue alargando hasta que me lo terminé— Wow, sí que tenías sed.
—Cállate. —Reí y él me sirvió otro trago, mientras hablaba con Katina sobre un trabajo que debían hacer.
—Vamos a bailar. —Dijo mi mejor amiga enganchada del brazo de Michael mientras yo los seguía a la pista de baile improvisada que había en la sala.
[...]
—¿Estás bien, Andrea? —Preguntó Katina mientras bailábamos, sentía su mirada en mí, pero no podía verle ya que tenía los ojos cerrados disfrutando de la sensación de estar en una nube producto del alcohol en mi cuerpo.
—Nunca he estado mejor en mi vida. —Contesté balanceándome un poco hacia atrás mientras levantaba una botella de whiskey que no tenía idea cuando había llegado a mis manos. Le di un sorbo y el líquido quemó mi garganta, pero me dio igual, la sensación que me daba era genial. No sabía qué hora era, ¿las dos? ¿las cuatro? Me importaba una mierda, solo quería seguir ahí bailando con ellos.
—Creo que deberías dejar de beber. —Aconsejó Mike e intentó quitarme la botella cuando yo pretendía llevarla otra vez a mis labios, pero la alejé de su alcance y lo miré con el ceño fruncido— Andrea ya...
—Eh. —Detuve su posible sermón levantando mi mano libre— No eres mi padre, no necesito una estúpida charla y menos ahora.
Salí de ahí lo más rápido que pude porque necesitaba ir al baño con urgencia, así que subí las escaleras, la gente entraba y salía de las habitaciones, caminé unos cuantos pasos más y abrí la primera puerta que encontré más separadas que las otras. Lo siguiente que vi me quitó gran parte de la agradable sensación que me brindaba el alcohol.
Claramente había encontrado el baño, pero allí estaba un chico presionando contra la pared a una chica a la cual le tocaba los pechos mientras movía su pelvis contra la de ella, estaban teniendo sexo. La chica levantó la mirada hacia mí al notar mi presencia dentro del baño y sonrió casi orgullosa. Era Megan con un chico al cual no podía verle el rostro, pero al notar que ella se tensaba un poco porque la había descubierto, giró su rostro y los ojos de Ander me observaron con sorpresa.
—¿Qué miras, estúpida? ¿Quieres unirte acaso? —Preguntó molesto levantando una ceja y negué rápidamente mientras giraba sobre mis talones y bajaba las escaleras.
En mi mente se formaron miles de preguntas, ¿Luke y Megan habían terminado? ¿Lo estaba engañando? ¿Hace cuánto? Lo único que tenía claro era que Luke no merecía estar con alguien cómo Megan.
—Andrea. —La voz de Michael me llamó desde un sofá grande, me dirigí hasta él esquivando a las personas que se cruzaban y me senté al lado— ¿Quieres una galleta feliz? —Me preguntó soltando una risita mientras me tendía una, estaba drogado porque sus ojos estaban más pequeños y rojos, las galletas tenían marihuana, sonreí quitándosela de la mano para darle un mordisco, estaba bastante buena así que me la terminé completa.
Pasaron unos minutos y me hizo efecto así que comencé a reírme olvidándome por completo lo que había visto en el baño, solo podía concentrarme en lo suave que era el cabello de Michael. Cuando me comí la segunda galleta ya ni siquiera podía abrir bien los ojos y solo estaba fundida en el sofá dejando que el mundo fluyese a mi alrededor.
—¿Te ha gustado? —Me preguntó riendo una chica a la que apenas podía verle la cara.
—Sí, estaba buena, muy buena. —Contesté asintiendo mientras me bajaba del sillón para sentarme en el suelo y jugar con las puntas de hilos de la alfombra— Esta alfombra es tan suave, ¿podría tener sexo aquí?
Comer algo con marihuana siempre me hacía hablar estupideces o quizás pasaba eso cuando no te drogabas sin nadie, como yo lo hacía siempre, no sé, tampoco quería descubrirlo porque en esos momentos solo podía escuchar las carcajadas de las personas que habían escuchado mi pregunta y mi propia risa que se unía a las demás.
Después de un rato vi a Katina salir de la cocina y acercarse a donde estábamos nosotros con un vaso en la mano.
—¿Qué le hiciste? —Preguntó ella alarmada dejando el vaso a un lado en la mesa de centro mientras se sentaba en el suelo frente a mi mirando a Michael que estaba igual, o peor, de drogado que yo— Andrea, mírame. —Pidió ella y la miré con una sonrisa dando golpecitos con mis dedos en mis mejillas— Por la mierda, estás drogada. —Unos chicos rieron y yo también porque su risa era contagiosa, pero Katina solo negó con la cabeza— ¿Cómo te sientes?
—Feliz... ¿Y tú? —Le pregunté viendo cómo le daba un pequeño sorbo a su vaso y volvió a dejarlo en la mesa, la quería demasiado.
—Que bien. —Me sonrió algo triste, sabía que no le gustaba que me sintiera feliz estando drogada, ella quería que lo fuera sin necesidad de tener una sustancia en el cuerpo, pero así era la realidad, mi realidad— Estoy bien, aún no estoy totalmente ebria así que tranquila.
Asentí y me levantó del suelo, los demás se quedaron hablando y bebiendo en los sillones mientras que nosotras fuimos a la pista de baile improvisada, bailamos hasta que no pudimos más y nos sacamos fotos muy vergonzosas con mi teléfono que nunca íbamos a mostrarle a nadie. A pesar de todo, realmente esa fue una buena noche.
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No puedes salvarme.®
Teen FictionAndrea Lowell cae en el abismo del vicio, al ser señalada como la única responsable de un trágico accidente que le costó la vida a su hermanastro. Las drogas, parecían ser su único consuelo antes de la llegada de Luke Harwood a su vida, un chico ama...