Capítulo 25.

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"Día especial"

Andrea Lowell.

Se supone que aquel día debería ser uno de los más especiales del año, debería.

Guardé mis cuadernos en la mochila, me puse la chaqueta y bajé a la cocina escuchando el frecuente jaleo del desayuno por las mañanas. El olor a pan tostado y café inundaba la casa, pero yo decidía tomar casi siempre jugo de naranja envasado, porque según Lisa, "ya no quedaba mucho café" aunque el tarro estuviese nuevo.

—Solo queda una tostada, Andrea. ¿La quieres? —Me encogí de hombros y mi padre casi la tiró al plato de mala gana. Era básicamente una metáfora de lo que pasaba en mi casa, a mí me dejaban las migajas.

Me levanté de la mesa colgándome la mochila al hombro, salí de casa y subí el cierre de mi chaqueta, el tiempo se había puesto un poco helado y el cielo comenzaba a teñirse de un color gris, con eso sabía que la lluvia caería muy pronto.

Algunas clases pasaron rápido y otras simplemente aburrían demasiado. Cuando salimos al tercer descanso fui directo a la cafetería, empujé con el brazo la puerta y caminé directo a la máquina de jugos, saqué unas cuantas monedas de mi billetera para meterlas en ella y así poder recoger mi jugo de piña por el agujero de abajo.

Alguien cubrió mis ojos mientras que yo continuaba con mi jugo en la mano, sonreí llevando mi otra mano hasta los dedos de la otra persona y deduje por su anchura que eran de mujer. Continúe hasta llegar a su cabeza y llegué hasta su cabello, lo despeiné un poco y cuando retiró la cabeza de mi alcance, supe que era Katina porque odiaba que tocaran su cabello por más de tres segundos. Me mantuve callada con una sonrisa mientras esperaba alguna reacción de su parte.

— ¿Quién soy? —Preguntó intentando poner una voz más grave que ya suya y comencé a reír.

—Tinina. —Contesté recordando que cuando éramos más pequeñas ella no podía decir su nombre como correspondía y lo decía así.

Mi mejor amiga quitó sus manos de mis ojos casi de inmediato y me dio la vuelta para verla.

—Ni se te ocurra decirme así en frente de Logan. —Advirtió apuntándome con su dedo indicé. Asentí con una sonrisa y le saqué la lengua de una forma infantil— Oh mierda, cierto, ¡feliz cumpleaños, mi vida! —Exclamó con una sonrisa mientras me abrazaba y le daba un sonoro beso a mi mejilla.

—Gracias amor mío. —Le sonreí mientras la volvía a abrazar.

Al separarnos ella pasó uno de sus brazos por mis hombros y empezamos a caminar hacia una de las mesas. Cuando nos sentamos Katina apoyo su mochila en sus piernas.

— ¿Estás lista? —Ella estaba más emocionada que yo.

—Siempre lo estoy.

—Excelente. —Continúo ella sacando una cajita del interior de su mochila— Ábrelo.

Rompí con cuidado el envoltorio, mi mejor amiga no dejaba de mirarme con una sonrisa en su rostro. El regalo era un reproductor MP3 de color azul, adoraba ese tipo de MP3, era alargado y la pantalla cambiaba de color cada vez que sonaba una canción. Era perfecto para mí, ya que el botón de mi celular no funcionaba muy bien y la pantalla estaba media rota.

—Muchas gracias, Kat, es perfecto. —Sonreí abrazándola.

—De nada, me alegra que te guste.

Luego de eso nos levantamos y salimos de la cafetería para ir hasta nuestros casilleros, en el camino nos entretuvimos hablando sobre el capítulo de una serie que veíamos.

No puedes salvarme.®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora