"Nuevo inicio."
Andrea Lowell.
En esos momentos me arrepentía de haberme comido todo ese plato de arroz al almuerzo porque tenía ganas de vomitar debido a los nervios. Estaba fuera de la casa de mi madre.
Tomé una bocanada de aire antes de golpear la puerta y cuando lo hice, solté el aire en mis pulmones de golpe, con el corazón golpeándose entre mis costillas como si quisiera salir de mi pecho. Pasaron un par de minutos hasta que la puerta se abrió, mi madre estaba enfundada en una bata de seda rosa y sostenía a mi hermano en sus brazos.
-Hija... -susurró y abrió aún más sus ojos, mostrándose sorprendida.
-Hola mamá. -saludé quitándome el bolso de la espalda, no sabía cómo iniciar la conversación y mucho menos cómo pedirle el favor de quedarme.
Ella copió mi acción y luego de mirar el bolso me regaló una sonrisa. Se apartó dejándome el camino libre.
-Pasa cariño, adelante. -dijo con tono suave.
Obedecí y entré, recorrí el lugar en un rápido vistazo, las paredes eran de color amarillo, los sofás de color bordeo y había un televisor gigante, me volví hacia ella. Luego de cerrar la puerta se apresuró a perderse por un pasillo.
Luego de unos minutos podía oír perfectamente la voz de mi madre contándole una historia a Nolan. Noté una punzada en el pecho, una sensación desagradable que no me gustaba sentir, pero no podía evitarlo. Sentía esa "envidia" de cuando alguien posee algo que debería pertenecerle a uno, o en este caso. A mí.
Un par de minutos después volvió sin el pequeño. Me indicó que tomara asiento en uno de los sofás.
-¿Y el niño? -pregunté mientras me sentaba en el sofá más largo. Mi madre imitó mi acción y se quedó a mi lado izquierdo.
-Nolan está jugando en su habitación, creí que querías estar tranquila y un niño revoltoso es todo lo contrario, ¿no? -se cuestionó arrancándonos una sonrisa a ambas. Mamá era una experta en aligerar el ambiente, pero lo había olvidado, después de todo pase mucho tiempo sin estar con ella-. ¿Qué está pasando hija? Te ves muy pálida.
-Es que... lo que pasa es... -Balbuceé sintiéndome idiota porque me quedé sin palabras.
Los recuerdos de mi padre y de Lisa me nublaron la mente. Cada situación desagradable se hizo presente causando que mis manos comenzaran a temblar. Intenté unirlas para que el temblor fuera menos notorio, pero fue en vano. Mamá colocó sus manos sobre las mías y las acarició con absoluta calma. No necesité más, mis manos se tranquilizaron al instante en que sintieron su calor. Fue entonces que caí en cuenta de que el calor de una madre es algo único, y que lo había extrañado demasiado. Es increíble como una madre, con nada más que su tacto, puede calmarte en tan solo un segundo. Por primera vez desde hace mucho tiempo, no necesité de una droga para sentirme tranquila y segura.
-Lo siento, aunque necesito decirte algo muy importante aún no sé cómo hacerlo. -admití antes de respirar hondo y clavar la mirada en el suelo mientras intentaba encontrar las palabras correctas.
-Cariño, si es tan importante puedo llamar a tu padre para que te sientas en confianza...
-¡No! Ni siquiera me hables de él. -Aparté mis manos de su agarre por acto reflejo- No puede acercarse a mi porque puse una orden de alejamiento.
-Hija, cariño, ¿Acaso te lastimó? ¿Qué fue lo que pasó? -cuestionó tomando mi rostro entre sus manos y giró mi cabeza de un lado hacia el otro, como si de esa manera pudiera ver mis heridas. Quería decirle que las heridas que tanto buscaba estaban en mi interior, y no había forma de llegar a ellas.
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No puedes salvarme.®
Teen FictionAndrea Lowell cae en el abismo del vicio, al ser señalada como la única responsable de un trágico accidente que le costó la vida a su hermanastro. Las drogas, parecían ser su único consuelo antes de la llegada de Luke Harwood a su vida, un chico ama...