"Cerrando heridas."
Luke.
Regresé sobre mis pasos, al llegar a la heladería me detuve en la puerta y tomé aire profundamente. Sabía que podía y debía hacerlo, pero no tenía idea de cómo.
Entré haciendo sonar la campanilla. Busqué a mi padre y lo vi en el mismo lugar observando fijamente el pote donde estuvo su helado. Suspiró y en cuanto levantó su mirada, sus ojos parecieron iluminarse de alivio al verme. Intenté caminar hacia él pero mis pies no respondían. Al final mi padre se levantó, tal vez temiendo que me arrepintiera, por eso me obligue a caminar hasta la mesa donde estaba. No podía botar esta oportunidad a la basura, así sea buena o mala.
Me senté frente a él. Volvió a tomar su sitio y me regaló una sonrisa tímida.
-Creí que te irías... -murmuró jugando con el pote. Parecía un niño pequeño que hizo una travesura y sería regañado por eso. El problema es que hace mucho que no era un niño, y debía hacerse cargo de su error.
-Quiero escucharte para poder odiarte sin arrepentimientos. -afirmé cruzándome de brazos, mostrándome más distante a propósito.
-Entiendo, entiendo. -Asintió levemente y luego me miró directo a los ojos-. Quería decirte muchas cosas, pero sé que no soy bienvenido en tu vida después de todo lo que ocurrió así que intentaré molestarte lo menos posible.
-Adelante, te escucho. -dije centrando mi atención en el pote vacío.
-Cuando estuve en prisión pasé por muchas cosas desagradables y vi muchas más. El año pasado intenté matarme. -Lo último lo pronunció con bastante dolor ya que su voz se quebró levemente-. Cuando desperté entendí que la razón por la que quería acabar con mi vida no fue por lo que viví ni por lo que vi. Fue por lo que hice y por lo que perdí. -Agachó la cabeza, mostrándose rendido ante sus propias palabras-. En esas cuatro paredes entendí que uno solo tiene a la familia. Allí no había dinero ni fama para mí, pero al ver que los demás tenían una familia que los esperaba comprendí que yo lo había perdido todo, absolutamente todo.
Se llevó sus manos al rostro y fue cuando caí en la cuenta de que estaba llorando. Se limpió las lágrimas e intentó aguantarse el llanto, pero de todas formas se le escaparon pequeños sollozos. Busqué con la mirada a la señorita que atiende las mesas, levanté la mano hacia ella y le indiqué que me diera servilletas con un pequeño gesto, se apresuró a la mesa y dejó un servilletero. Saqué dos servilletas juntas y se las tendí a mi padre. Él las aceptó enseguida y se limpió torpemente el rostro.
-Y-Yo... en cuanto me dieron la libertad decidí que comenzaré a tratarme con una psicóloga para ser un mejor padre, Luke. Sé que no puedo cambiar el pasado, por eso me gustaría hacer todo lo que esté a mi alcance para ser parte de tu futuro.
-Será un camino difícil para ti, porque escucharte ya se me hace una lucha enorme. -Tragué saliva y lo miré directo a los ojos-. Cuando te fuiste a prisión después de lo que hiciste caímos en la pobreza extrema, no teníamos ni siquiera para comer y muchas veces pensé que perdería a mi madre por el frío de la noche.
Hice una pausa al notar que mi voz temblaba. Tenía mi mano sobre la mesa la cual también comenzó a temblar. Papá colocó su mano sobre la mía e inmediatamente recobré el control. Había extrañado eso.
-Lo sé, campeón, fuiste el hombre de la casa desde muy pequeño y estoy muy orgulloso de ti por haber asumido una responsabilidad que no te correspondía. No vengo aquí a pedirte que me perdones y hagamos como que nunca nada de esto ocurrió porque sería ridículo, estoy aquí para dejarte en claro que yo tengo la culpa de todo y que siempre fuiste un excelente hijo, conmigo y con tu maravillosa madre. Así que solo quiero que seas feliz y si para eso debo desaparecer de tu vida estoy dispuesto a aceptarlo. -murmuró limpiándose las nuevas lágrimas que caían por sus mejillas.
Cerré los ojos por un instante debatiéndome en qué era lo mejor que podía hacer. Por un lado, mi mente aún revivía todo el dolor por el que pasamos. Cada lágrima, cada caída y noches de preocupación. Pero, por otro lado, tenía a un nuevo hombre frente a mí. Porque este hombre tenía ojos brillantes de ilusión y una sonrisa tímida, algo que jamás vi en él antes ni siquiera en sus días más buenos.
Mi padre tenía su realidad. Una que a mí me costó entender, pero no la hacía menos valida que la mía, tan solo era diferente. Cometió errores, al igual que yo. Errores que causaron daño a otras personas y también a nosotros mismos.
No hay una formula exacta para saber cuándo es el momento indicado para perdonar. Hay quienes no lo pueden hacer nunca, otros lo hacen en un par de semanas y otros tardan años. Lo que realmente es importante es que cuando decides perdonar, lo hagas de verdad, que salga de tu corazón, sin condiciones ni expectativas. Perdonar solo por ti, porque tú lo necesitas para poder seguir adelante, porque decides liberarte de ese sufrimiento que formo parte de tu vida por tanto tiempo y en vez de ser una herida fresca que pasas a llevar cada vez que recuerdas, solo será una cicatriz que ya no dolerá.
Respiré hondo cuando tomé una decisión y esperaba que fuera la correcta.
-No será necesario... porque te perdono papá.
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No puedes salvarme.®
Teen FictionAndrea Lowell cae en el abismo del vicio, al ser señalada como la única responsable de un trágico accidente que le costó la vida a su hermanastro. Las drogas, parecían ser su único consuelo antes de la llegada de Luke Harwood a su vida, un chico ama...