Capítulo 49.

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"Decisiones difíciles"

Andrea.

Tres horas, habían pasado tres horas desde que volví a la casa de mi madre o mejor dicho mi nueva casa y aun no sabía nada de Luke. Salí al patio trasero y encendí un cigarro quedándome de espaldas al ventanal.

Intentaba no pensar en escenarios negativos, pero de vez en cuando estos me parecían los más probables. Le di una nueva calada al cigarro entre mis dedos mientras cerraba los ojos e imaginaba que las cosas entre ellos iban bien, abrí los ojos cuando expulsé el humo y giré sobre mis talones rápidamente al escuchar que el ventanal se abría.

—¿Qué tenes ahí? —Preguntó Nolan avanzando hasta mi mientras apuntaba con su dedito mi mano que sostenía el cigarro. Mierda.

—No es nada pequeño, ¿vamos a ver una película? —Apagué el cigarrillo en el barandal y entré junto a él, cerrando la ventana detrás de mí.

—Quiero palometas. —murmuró yendo hacia la cocina, yo lo seguí y busqué las palomitas. Me centré tanto en la tarea que cuando las encontré, Nolan ya no estaba conmigo.

Una sensación de malestar se instaló en mi pecho y corrí rápidamente a la sala de estar. Sentí alivio al verlo allí, pero este no duró mucho. En una mano tenía mi cajetilla y en la otra sostenía un cigarro, mientras pretendía fumar al igual que yo. Las lágrimas se agolparon en mis ojos, mi garganta se hundió y sentí el malestar nuevamente. La culpa de saber que había hecho algo mal.

Corrí hacia él y le quité todo de las manos, él se quejó y se preparó para llorar, pero me agaché a su altura y lo miré directo a los ojos.

—¿Por qué tomaste mis cosas? —pregunté intentando mantener un tono dulce y gentil, sin que la voz sonase quebrada como lo estaba mi corazón.

—Puque quiero ser como tú. —explicó intentando agarrar las cosas nuevamente de mis manos.

—No, cariño. Estas cosas son basura, me hacen mucho daño y nunca estoy feliz, ¿te parece si las botamos juntos? —pregunté viéndolo borroso, parpadeé un par de veces y las lágrimas cayeron de inmediato por mis mejillas.

Nolan hizo un puchero y me limpió ambos cachetes, luego me dio un beso en ambos y asintió.

—Eso te hace muy mal, no me guta vete llorar —dijo con determinación y me tendió su pequeña manita—. Botar, a la basulla.

Le di el cigarro y me quedé con la cajetilla, ambos caminos hacia el basurero y botamos las cosas.

—Lavémonos las manos para que comamos las palomitas.

—¡Si!

Luego de lavarnos las manos, y esperar a que se hicieran, nos sentamos en el sofá con nuestras palomitas en un gran bol. Escuché pasos desde el pasillo y giré la cabeza viendo a mi madre aparecer.

—¿Qué van a hacer? —Preguntó ella frunciendo un poco el ceño.

—Vamos a ver películas. —contesté con una sonrisa de oreja a oreja.

—Se ven muy lindos sentados juntos. —dijo mi madre mirándonos con una sonrisa llena de cariño.

—Lo sabemos. —respondimos al mismo tiempo y los tres comenzamos a reírnos.

No encontraba las palabras para explicar la sensación de felicidad y calma que me invadía cada vez que me reía con ellos. Mi madre se sentó al lado mientras Nolan tomaba el control remoto y me lo entregaba.

—¿Cuál quieres ver? —Le pregunté girando la cabeza para verlo.

—La de tigger. —respondió con una sonrisa llena de emoción mientras apuntaba la televisión.

No puedes salvarme.®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora