“Los chicos son idiotas”
Andrea Lowell.
La música de la fiesta estaba tan fuerte que cualquiera se quedaría sordo en cualquier momento. Estaba apoyada en la barra moviendo el vaso que tenía entre las manos, mientras los hielos chocaban entre sí.
—Hola, me llamo Zac. —dijo un chico sentándose a mi lado, de modo que moví la pierna de forma nerviosa, sonriendo.
—Hola, soy Andrea. —respondí con las manos en mi vaso.
—¿Qué haces aquí sola? —preguntó y me giré para mirarlo. Tenía los ojos cafés y el cabello castaño, la verdad es que era bastante guapo.
—Esa es la típica frase que diría un acosador —dije soltando una pequeña risa y él abrió los ojos negando mientras levantaba las manos, aunque en una de ellas tenía un botellín de cerveza.
—No, no. Es decir, tengo veintiún años, aunque, bueno, los acosadores no tienen edad, pero no… —No pude evitar reírme al escuchar lo nervioso que se había puesto—. ¿Cuántos años tienes?
—Veinte. —mentí. En realidad, tenía dieciocho, pero no iba a decirle mi edad real a un completo desconocido—. ¿Quieres que vayamos a otro lugar para hablar?
—Sí, sería mejor.
Me levanté y caminé tras él, al llegar a la escalera fue inevitable no fijarme en dos chicos que estaban a los pies de ella, al vernos sonrieron entre ellos y, cuando Zac les pidió que nos dejarán pasar, obedecieron de inmediato. Lo que me molestó fue que comenzarán a murmurar entre sí.
Cuando llegamos a su habitación, vi posters en sus paredes de bandas, que deduje que eran sus favoritas, pero algo en especial llamó mi atención, había 3 libros de Stephen King encima de su cama, tomé uno de ellos y lo observé, pero Zac me interrumpió.
— ¿Te gusta ese libro? —Preguntó cerrando la puerta.
— ¿Qué? No Dios, no. —Negué con el ceño fruncido—. Era el libro favorito de mi hermano. ¿Es tuyo?
—No, es de un amigo. No soy un gran lector que digamos.
—Bien. —extendí los brazos para quitarme mi ropa y solo quedar en ropa interior—. Ahora ven aquí.
—Claro, preciosa.
Se acercó a mí y comenzó a besarme. Luego, veinte minutos fue todo lo que duró. Me vestí en silencio mientras oía la agitada respiración de Zac. Una vez estuve lista, caminé hacia el espejo de cuerpo completo para asegurarme de que no me haya dejado marcas, ya que detestaba que los chicos con los que me acostaba me hicieran eso, era ridículo querer dejar "evidencia" de que habías tenido sexo con alguien. Iba a tomar mi bolso cuando escuché su voz a mis espaldas.
—¿No me darás un beso antes de irte? —preguntó sentándose en la cama, yo sonreí de medio lado y me acerqué hasta él, me incliné rozando nuestros labios.
—Yo no hago eso. —susurré tirando su labio inferior, me reincorporé y de paso cogí el bolso.
Al abrir la puerta, mis ojos recayeron en dos chicos que estaban apoyados en el barandal, justo frente a la habitación, como si estuvieran esperando por mi salida. Me miraron justo cuando Zac aparecía detrás de mí para darme la cajetilla de cigarros que se me tuvo que haber caído por la aceleración del momento y la guardé en mi bolsillo.
—¿Se les perdió algo? —interrogué con el ceño fruncido, con la cabeza en alto me fui sin esperar una respuesta por su parte. Al bajar las escaleras me encontré con Luke recargado en la pared.
ESTÁS LEYENDO
No puedes salvarme.®
Novela JuvenilAndrea Lowell cae en el abismo del vicio, al ser señalada como la única responsable de un trágico accidente que le costó la vida a su hermanastro. Las drogas, parecían ser su único consuelo antes de la llegada de Luke Harwood a su vida, un chico ama...