Capítulo 29.

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"Lo haré... o quizás no."

Andrea Lowell.

Eran las dos de la madrugada cuando volví a despertar sobresaltada por una pesadilla, después de varios meses sin tenerlas habían vuelto. Respiré profundo intentando calmar los descontrolados latidos de mi corazón, después me levanté de la cama y me hice una coleta.

Fui a la cocina en completo silencio para no despertar a nadie, calenté agua en el hervidor y me preparé un café. Sí, era raro pensar que la cafeína iba a ayudarme a dormir, pero realmente me funcionaba. Llevé la taza hasta mi habitación y me la tomé mientras me fumaba un cigarro sentada en mi cama.

Tuvieron que pasar un par de ahora para que pudiera volver a conciliar el sueño, no tuve más pesadillas y desperté cuando sonó mi alarma, me levanté de la cama entre quejas porque no tenía ánimo para nada después de haber dormido tan mal.

Luego de vestirme, guardé mis cuadernos y libros en la mochila, me la colgué en la espalda antes de bajar las escaleras, llegué al primer piso y la dejé en el sillón. Lisa estaba en el comedor hablando por teléfono así que no me dijo nada cuando entré en la cocina y fui directo a prepararme un yogur con cereales.

Decir que alcancé a comerme todo el plato es mentir, ya que llevaba menos de la mitad cuando escuché la voz de mi padre.

-¡Tráiganme un café! -Exigió desde su habitación, esperé que Lisa entrase a la cocina para llevárselo, pero cuando eso no pasó, entendí que yo debía ir. Le preparé lo que pidió y sintiendo que las piernas me temblaban por el miedo subí las escaleras para entregárselo.

-Buenos días. -Susurré mientras entraba y lo encontraba acostado en la cama mirando la televisión.

-Dame el café. -Ordenó sin siquiera contestar lo que le dije, me acerqué y le ofrecí la taza, pero él estaba tan concentrado en la televisión mientras levantaba la mano que pasó a mover la taza lo que causo que un poco de café se derramase sobre la cama, palidecí y él se giró con el rostro rojo de rabia por aquel incidente que el mismo provocó- ¡Por la mierda, Andrea! -Gritó y le dio un golpe a mi brazo haciendo que el café se resbalase de mi mano para posteriormente caer al suelo. Por fortuna ninguno de los dos nos quemamos.

Contuve la respiración quedándome parada ahí mismo mientras observaba como mi padre se ponía de pie, iba a pegarme, estaba segura, aunque no sabía bien como lo haría, ya que su brazo estaba vendado y en un cabestrillo, entonces como nunca había hecho, salí corriendo antes de que me alcanzara y bajé lo más rápido que pude las escaleras escuchando como me gritaba que volviese.

-¿Qué pasó ahora Andrea? -Me preguntó Lisa cuando me vio llegar al primer piso casi llorando por el miedo que sentí.

-Nada... yo solo le entregué el café, pero él... -Empecé a contarle, pero entonces vi como mi padre bajaba las escaleras tan lleno de ira sentí que algo me apretaba la boca del estómago y que mis piernas eran simples palos sosteniendo mi peso.

-¿Por qué hiciste eso? -Su mirada era tan fría y cruel que me dolía, pero, aunque me estuviese muriendo de miedo debía responderle.

-No fue mi culpa, tú tiraste la taza. -Dije con rabia, entonces él me tomó la muñeca tan fuerte que sentí como mi mano comenzaba a hincharse tras unos segundos sin circulación.

No puedes salvarme.®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora