Capítulo 15.

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“Tontea mucho”


Andrea Lowell.

La luz me molestó durante varios minutos en los que me debatí si levantarme o no. Pero la batalla no duró demasiado cuando el sonido del móvil comenzó a resonar en la habitación, entre reclamos, me senté y cogí la llamada.

— ¿Quién molesta? —Pregunté a la otra persona que estaba al otro lado de la línea, mi voz sonaba ronca y delataba que acababa de despertarme.
 

—Tu novia.

Sonreí al escuchar la dulce voz de Katina, que obviamente no tenía nada de dulce.

—Estaba durmiendo y me... —No pude continuar explicándome ya que me interrumpió.

—Lo sé, lo sé. Pero necesito hablar contigo, ¿Qué te parece en el local de siempre?

—Estoy en cinco.

Me demoré en alistarme ya que pasé la mayoría del tiempo divagando sobre lo que me tenía que decir Katina. Si era importante, poca cosa o una bomba. Ella era capaz de decirme que mato a alguien y necesita ayuda para enterrarlo.

Caminé hasta el local dónde Katina me había dicho que nos juntáramos, no quedaba tan lejos, sólo a unas cinco cuadras de mi casa. Al llegar me dirigí a la caja a pedir los helados, al poco rato ella llegó y ambas nos sentamos en la última mesa.

— ¿Qué te pasó en el labio? —frunció el ceño y se inclinó sobre la mesa para poder ver de cerca el corte que tenía ya que aún podía verse un poco.

—Paúl Lowell.

— ¡¿Ese enfermo te pegó?!

Asentí y continúe lamiendo el helado, Katina suspiró tomando mi mano.

—Espero que no te sorprendas si un día de estos llego a tu casa para quedarme unos días después de una discusión con ellos. —Me encogí de hombros con una sonrisa triste.

—Sabes que siempre puedes llegar a mi casa...

Esa era otra cosa que adoraba de Katina, nunca me dejaba sola y siempre estaba ahí para apoyarme, era la mejor amiga que podía tener, de verdad la quería mucho.

—Así que... ¿Tú y Logan están juntos? —Quise indagar cambiando de tema porque si continuaba hablando lloraría.

—Sí, algo así. —Contestó relajada mientras raspaba con la cucharita de platico el vaso que tenía su helado y se la llevaba a la boca.

—Algo así. —Imité su tono de voz haciendo una mueca— ¿Qué quiere decir eso? ¿Se han acostado?

Katina abrió los ojos al máximo y comenzó a toser quizás por lo directa que fue mi pregunta.

—Joder, Andrea. —Murmuró cuando se recuperó, reí ante su reacción y segundos después me quedé mirándola para que me diera una respuesta— No hemos follado si es lo que quieres saber.

— ¡Ay, bruta! —Dije mientras le lanzaba mi servilleta en la cara.
 

—Tú preguntaste. —Levantó sus manos y sonrió inocente— Y no sé... quiero ir despacio con él, no quiero estropearlo todo adelantándome demasiado, ya sabes, puedo perder el interés.
 

Asentí. Katina era una cursi total, creo que su madre le había leído muchos cuentos cuando pequeña ya que ella a pesar de que tenía 18 años no perdía la esperanza de encontrar a su príncipe azul y era por eso mismo que muchas veces los chicos rompían su corazón al dejarla ilusionarse demasiado, para después simplemente decirle que no querían lo mismo que ella.

No puedes salvarme.®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora