"Nada estaba bien."
Andrea Lowell.
—¿Estás segura de que vas a estar bien? —Quiso saber Luke cuando me dejó a tres casas de la mía. No queríamos arriesgarnos a que lo viera de nuevo y las cosas empeoraran, por eso me fue a dejar a las diez de la noche.
—Sí. —Mentí sintiendo que mi pulso se aceleraba.
—Puedo ir contigo si quieres.
—No, no es necesario voy a estar bien. —Le dije intentando calmarnos a ambos, debía volver a ser fuerte— Ahora debe estar trabajando y haré lo que te dije, no saldré de mi habitación.
—Bien, pero avísame si pasa algo, no importa la hora que sea, vendré por ti. —Aseguró mirándome a los ojos, estaba hablando en serio. Asentí— No quiero que te pase nada y debes saber que no estás sola en esto, me tienes a mí.
Le di un fuerte abrazo como agradecimiento y cuando nos separamos, él besó mi frente antes de subirse a su moto, ponerse el casco y desaparecer. Suspiré comenzando a caminar hacia mi casa.
Abrí la puerta sintiendo que mis manos temblaban y contuve la respiración mientras la cerraba. Solté un suspiro de alivio al darme cuenta de que no había nadie así que subí a mi habitación, preparé un bolso con la mayoría de mis pertenencias como mi ropa, computador, útiles del instituto, mi cuaderno y cosas de Dylan que quería conservar por precaución.
Cerca de las once y media de la noche decidí bajar al primer piso para ver una película. Encendí la televisión antes de sentarme en el sillón, pero me arrepentí al instante, ya que la puerta se abrió de forma brusca y me tensé completamente al ver a mi padre entrar. Tenía un ojo morado y su labio estaba roto.
—Hasta que decidiste aparecer, mocosa. —Habló entre dientes porque tenía la mandíbula tensa debido al enojo que seguramente le produjo verme y apoyé bien los pies en el suelo por si tenía que ponerme de pie rápidamente.
—Yo ya me iba a mi habitación, no te molestaré más. —Murmuré tomando el control remoto para apagar la televisión, pero entonces él agarró mi brazo con tanta fuerza que me hizo soltar un quejido— Lo lamento, no volveré a hacer algo así.
—¡¿Crees que puedes simplemente encerrarte en tu habitación después de humillarme de esa forma?! —Me gritó y antes de que pudiera siquiera articular media palabra él me estaba llevando fuera de la casa, soltó mi brazo de forma tan repentina que caí quedando sentada en el suelo, mi padre volvió a entrar y cuando volvió minutos después traía mi bolso, lo dejó a mi lado antes de tomarme de la cara para que lo mirara— Te vas a pasar otra noche donde sea que ya la hayas pasado ayer para que reflexiones sobre lo que hiciste, cuando vuelvas arrepintiéndote por todo el daño que nos has hecho, pensaré si te dejo entrar otra vez.
Seguido de eso entró nuevamente a la casa cerrando la puerta en mis narices, dejándome ahí con un patético pijama siendo casi media noche. Estaba inundada de rabia, quería romper la pared a puñetazos por aquello que acababa de decir. Me sentía tan cansada, tan enfadada y me sentía tan impotente que solo tenía ganas de gritar y darle patadas a todo.
Me puse de pie tomando mis cosas, corrí y corrí hasta que mis piernas no pudieron más. Entré en un callejón entre dos edificios de ladrillo oscuro, carcomidos por la humedad y casi putrefactos, era la parte de atrás de un restaurante, olía a comida recién hecha, el típico olor de varios platos diferentes, algo así como el de un hospital; era asqueroso.
Quería distraerme, quería hablar con Luke, pero no de este modo. Las palabras no salían de mi boca debido al nudo gigante que tenía formado en la garganta, lo único que me permitía hacer era hipar. Metí las manos al bolsillo de mi chaqueta para que no se congelaran, entonces encontré un rollo de marihuana. Sin dudarlo saqué mi encendedor y lo prendí.
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No puedes salvarme.®
Teen FictionAndrea Lowell cae en el abismo del vicio, al ser señalada como la única responsable de un trágico accidente que le costó la vida a su hermanastro. Las drogas, parecían ser su único consuelo antes de la llegada de Luke Harwood a su vida, un chico ama...