Desperté desnuda exactamente como el día anterior. La cabeza me dolía horriblemente, me sentía más que fatal y si la cama en la que estaba hubiera sido la mía, ahí me hubiera quedado hasta las dos de la tarde sin ninguna duda, pero tenía cosas pendientes por hacer. Escuché mi teléfono vibrando y gruñí casi sin querer contestar. Volteé la pantalla hacia mis ojos y me di cuenta de que era Camila, con 48 llamadas perdidas así que al instante le atendí.
- ¡Lauren! ¡Al fin contestas! - escuché la desesperada de Camila del otro lado del teléfono.
- Oh, buenos días. - respondí con un bostezo.
- Te estuve llamando toda la noche...
- Sí, creo que eso explican las 48 llamadas, ¿eh?
- Lo siento si estoy siendo muy intensa...es sólo que me sorprendió mucho que ya no me hablaras después.
- Estaba muy borracha, Camila.
- ¿Te acostaste con ella? - el silencio se hizo presente. No quería responder a su pregunta pero finalmente tuve que hacerlo, no le iba a mentir.
- Sí... - dije con un suspiro. La escuché respirar profundamente.
- ¿Vienes a comer conmigo hoy? - cambió de tema de repente y yo agradecí aquello.
- Sí, ¿a qué hora?
- A la una estaría bien.
- Perfecto, entonces te veo ahí Camz.
Sandra no estaba en la habitación del hotel al cual me había invitado la noche anterior así que sólo me vestí con rapidez y tomé un bocadillo que encontré disponible en el refrigerador pequeño que había en la mini cocina de la habitación de hotel y conduje hacia mi casa, en la que no solía pasar tanto tiempo últimamente. Era tan grande que en ocasiones ciertamente me sentía sola, contaba con ocho habitaciones y solamente dos de ellas se ocupaban. La mía y una más para una mujer que me ayudaba con el aseo de la casa.
Pensé en el hecho de que Camila me llamara tantas veces era algo completamente fuera de control, incluso un poco molesto. Al mismo tiempo, seguía siendo lindo.
El sonido de mi teléfono me avisó que alguien me llamaba pero esta vez no era la foto de Camila la que aparecía, sino la de la persona con la que siempre hacía mis negocios en New York, Alfredo Rodríguez. Él era una persona realmente importante en la que confiaba y al mismo tiempo no. Jamás me había traicionado pero sabía que lo había hecho con otras personas que yo conocía.
- Jauregui. - me saludó del mismo modo como siempre lo hacía. Su voz era ronca y no sabía si me ponía nerviosa por lo que alguna vez habíamos compartido o porque me asustaba demasiado.
- Hola, Fredo. - le saludé en español, porque sabía que ponía como loco de enojo que hablara en inglés cuando estábamos sólo nosotros.
- Te tienes que ir de ya a Italia, Lauren. - me dijo y suspiré. - ¿Ya tienes los boletos?
- No... pero los compraré esta tarde, ¿bien?
- Sí, perfecto. - lo pude notar sonreír a pesar de no verlo. - Este negocio será increíble, ya lo verás. ¡Son millones de dólares, Jauregui! No puede haber errores en esta operación. - y justo era eso lo que me preocupaba, que igual que en la operación anterior eran millones de dólares de por medio, y me asustaba que se volviera a enojar como la última vez, en la que me había incluso golpeado y me había dejado un ojo morado por aproximadamente una semana. Esa vez le tuve que mentir a Camila, diciéndole que había sido mi padre, y fui completamente estúpida al hacerlo porque mi padre era la persona más bondadosa que había conocido y jamás se atrevería a tocarme pero no supe qué más inventar en ese momento, nada vino a mi mente más que eso.
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UNDRESSED {Camren}
FanfictionCamila conoce a Lauren Jauregui en un club nocturno, la atracción se hace presente desde el primer instante. Distintas problemáticas como que el hermano de Lauren, Chris, se enamora de Camila, y que Lauren sigue enamorada de una persona muerta inter...
