V E I N T I T R É S

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Luego de salir del apartamento de Camila para ir por la mercancía que había que recoger como encargo de Fredo, regresé al mismo. No había nada diferente en aquello, era la misma estrategia de siempre. Al regreso me di cuenta de que Camila ya estaba fuera del cuarto de baño con tan sólo una toalla cubriendo su delgado cuerpo y otra en su cabello en forma de turbante. Se veía realmente tierna y se lo hice saber al momento. Su sonrisa iluminaba su rostro cada que la halagaba. Estaba acostumbrada ella a halagarme a mí, no al contrario. Le tomé una foto linda mientras ella hacía algunas poses graciosas al intentar ser sexy, cosa que logró, y la subí a Instagram.

#Camz #EsUnaChicaÁrabe

Me pidió tiempo para vestirse y aunque yo siempre la preferiría desnuda, dejé que fuera y se diera su tiempo. Yo mientras me senté en el sofá y tomé una prenda suya que vi tirada cerca de mí. La recogí y la apreté hacia mi pecho luego de olfatearla. Sonreí sin poder evitarlo y de repente escuché la risilla de Camila justo detrás de mí.

- ¿Qué haces? - preguntó y quitó su blusa de mis manos. Hice una expresión triste y ella decidió devolverla al instante, cosa que me hizo reír.

- ¿Puedo conservarla? - pregunté tomando a la chica de cabello marrón de las manos. Ella asintió y aprovechado a que teníamos las manos entrelazadas me ayudó a levantar del sofá de un salto. La tomé por la cintura y ella brincó contra mí, haciéndome que la cargara. Camila era realmente delgada por lo cual su peso no era demasiado y podía sostenerla en mis brazos sin quejarme durante un buen rato. Me besó luego de que pudiera acomodarse y yo acepté aquel juego de labios al que solíamos entregarnos como locas.

- Ya quiero estar en Italia...hacer el amor contigo en Italia... - me confesó entre besos y el simple sonido de las palabras "hacer el amor", me hicieron cambiar de temperatura al instante. Le di una nalgada sin que fuera tan fuerte y me mordió el labio mientras la escuchaba gemir bajito debido al impacto de palma contra su sensible piel.

- ¿Es lo primero que quieres hacer cuando lleguemos allá? - la escuché reír a pocos centímetros de mi boca.

- Sí, mi Afrodita. Quiero que me hagas el amor cuando estemos en otro país.

- Y en otro continente... – le recordé riendo un poco y luego de darle un último beso en sus labios la ayudé a desenredar sus piernas de mi cintura.

El camino hacia al aeropuerto fue mucho más corto a comparación a todo lo que nos esperaría para llegar a Italia, aunque en sí era mucho menos si me ponía a pensar en que probablemente habrían sido días viajando si hubiera aceptado la opción de viajar en barco que Fredo había propuesto diciendo que tal vez sería seguro. Yo me opuse rápidamente. Mi miedo al agua y al mar era más grande que yo, por lo tanto jamás había aprendido a nadar y no quería hacerlo. Podía estar dentro de una piscina pero siempre me mantenía a la orilla de ésta.

Al estar por subir al avión, Camila se aferró a mi mano con fuerza, dejándola más blanca de lo que ya era debido a la presión. No paraba de hablar, y estaba segura que era por los nervios. Esta iba a ser su primera vez en un avión piloteado por alguien que no era yo. Me gustaba el pensamiento de que ya se había acostumbrado a mí.

Los asientos que Alfredo había conseguido para mí y para Camila estaban en la primera zona, y me alegró saberlo, ya que moría por un poco de vino y en esta clase siempre ofrecían algo.

- Lauren... - Camila me habló y volteé el rostro para encontrarme con sus ojos color chocolate.

- ¿Por qué vamos a Italia? - me preguntó de repente y me di cuenta de que sí, había olvidado comentarle todo.

- Quiero pasar tiempo contigo. – intenté mentir.

- ¿Vas a pasar droga, no es así? - no tenía miedo en cómo iba a reaccionar porque ella estaba consciente de que ese era mi trabajo y vivía de él, pero temía que pensara que sólo la llevaba por eso.

- Sí, Camila. Llevo unos kilos aquí, pero te prometo que nadie se dará cuenta.

- ¿Quieres que te ayude? - su pregunta me impresionó. ¿Camila ayudándome con algo así? Vaya, era digno de admirar.

- Camz no creo que sea buena idea.

- ¿Por qué?

- Porque...no, no sabes hacerlo.

- Apuesto a que tú te verías más sospechosa que yo. - analicé eso. Dándome cuenta de que sí, Camila parecía tan pequeña y tan buena que nadie jamás la vería como una narcotraficante, o la ayudante de una, papel que yo jugaba. Sonreí ampliamente y le besé la frente muchas veces. -

- Eres una pequeña genio. - me reí y ella siguió mi risa.

Camila como siempre se quedó dormida, ella no solía estar despierta nunca mientras viajábamos porque tendía a marearse. Una aeromoza se acercó a mí ofreciendo un poco de vino, lo cual necesitaba en este instante y acepté tomarlo.

La chica era guapísima, y no pude evitar sonreírle. Pude ver cómo se sonrojó al instante y río bajito.

- ¿Llevas mucho haciendo esto? - le pregunté cuando el chorro de vino comenzó a caer en la copa que previamente había colocado cerca de mi asiento.

- No... no realmente. - su habla comenzaba a ser dificultosa cuando respondía. - Un par de años en esta aerolínea y unos cinco trabajando de lleno en esto.

- ¿No te parece cansado viajar a todos lados, sin poder establecerte? - me dio curiosidad de repente y a pesar de estar consciente de mi imprudencia, eso no me importó para nada. Y al parecer a ella tampoco.

- Es...cansado, sí. Pero es lo único que sé hacer bien, ¿sabes? - y con esa frase, ella me recordó a mí misma, ya que ese argumento era el mismo que yo siempre usaba para excusarme de hacer lo que hacía. Incluso se lo llegué a decir a Camila.

- Entiendo ese sentimiento. - la muchacha rubia se disculpó luego de haberme servido la copa y se fue para seguir trabajando. Camila dormida era perfecta, pero tenerla despierta siempre era muchísimo mejor. La quise despertar porque extrañaba incluso escuchar su voz pero no quería perturbar su sueño.

Me quedé pensando en lo que pasaría cuando llegáramos a Italia. Me aterraba la idea de que alguien descubriera a Camila con la mercancía en la maleta pero eso era prácticamente imposible, ya que ella con ese rostro de ángel pasaría completamente desapercibida ante los ojos de cualquier estúpido policía. Lo primero que haría cuando llegáramos, sería llevar a Camila a la torre de Pisa, que era un lugar realmente hermoso, pues por algo era tan famoso. Italia era un país perfecto para Camila ya que ella adoraba la pizza y cualquier cosa italiana que consistiera en queso y tomate.

Poco rato después, vi cómo los ojos marrones que tanto adoraba ver, se abrieron, mostrándome aquel brillo seductor que poseían.

- Hey... - una leve vocecilla salió de su garganta y sonreí ampliamente. La tomé de ambas mejillas y planté un beso en esos labios suaves que adoraba sentir contra los míos. Respiré profundamente, entregándome a ella en un beso que pude saber cómo lo disfrutó. No pasó mucho antes de que pudiera sentir a Camila respirar un poco más agitada. No había momento en que no deseara a la chica de ojos marrón. Agradecía que en esta parte del avión no viajara mucha gente, pues así pude besarla como quisiera.

- Hey... - respondí después de mucho tiempo y pude escuchar una risita que me hizo saltar el corazón de emoción. ¿Desde hace cuánto Camila me hacía sentir de esa manera? Era algo tan...tan extraño. - ¿Ya estás lista para Italia?

- Tal vez Italia debería estar lista para nosotras... - me dijo, haciéndome sonreír como idiota y la besé con la ternura con la que jamás lo había hecho.

vRutK

UNDRESSED {Camren}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora