V E I N T I S É I S

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Después de varios días disfrutando lo maravillosamente magnifico que Italia era, no queríamos irnos y Camila mucho menos, ella estaba encantadísima al igual que yo, por lo que decidimos alargar la estancia en el lugar. Comíamos pizza y cenábamos lasaña todos los días, no nos cansábamos ni del queso ni del tomate. Camila parecía más feliz de lo que nunca la había visto y disfrutaba con la visión de verla sonreír todos los días a cada minuto. Era tan increíble saber que yo era parte de su felicidad.

- ¡Laaaaaaureeeeeeen! - me gritó desde la sala y corrí hacia ella para verla con mi teléfono en la mano vibrando. - Tu celular está sonando.

- Gracias – sonreí y tomé mi propio teléfono para contestar dándome cuenta de que era Alfredo quien ocupaba mi línea.

- Jauregui - saludó al instante. Su acento mexicano me encantaba.

- ¿Qué pasa Fredo?

- Necesito que sigas con la operación. Finalmente Simon ha llegado a Italia y está reclamándome su mercancía, necesita ser entregada en este mismo instante. Tienes que ir tú o tu pequeña novia, ya que uno de mis empleados, quien iría a por ti ha sido rechazado por Simon. Cree que se ve bastante sospechoso.

- Mierda, pero no me puedes arriesgar tanto joder. No con Simon.

- Tienes que hacerlo o todo se nos va la mierda.

- ¿Y no es eso preferible? ¡Estamos hablando de Simon!

- Venga, Jauregui...No me puedes fallar.

- No lo haré, sabes que no te podría fallar. Pero no puedo ir con él...

- Lo siento, tienes que hacerlo. Jauregui no puedes simplemente decir que no lo harás, no es tu puta decisión. Recuerda que ahora trabajas para mí.

Y colgó dejando mi línea sin otra de por medio.

- ¿Qué sucede? - Camila escuchó todo mis quejidos y pudo saber fácilmente lo que pasaba por mi cara de temor. - Lauren, dime qué pasa... – insistió al ver que no hablaba.

- Oh, nada. Es sólo que probablemente muera.

- ¿Quién te llamó? ¿El tal Alfredo? – Camila frunció el ceño.

- Sí

- ¿Ya me contarás quién es ese hombre?

- Es el hombre con el que trabajo. Es mi...jefe. Es el mejor trabajador de mi padre, y desde siempre le tengo que obedecer en todo.

- ¿En todo? - preguntó y me estremecí porque realmente cuando decía "en todo", era absolutamente "en todo".

- Sí, en todo.

Simon era conocido por ser un hombre fuerte, con poder ante mucha gente. Había estado cerca de morir más veces que cualquier otro narcotraficante jamás existido y por aquel título era reconocido, ahora nadie se metía con él. Jamás. Había matado a todos aquellos que lo habían intentado matar. Mi padre había siempre trabajado con él pero yo no había llegado a conocerlo, y me asustaba imaginarlo.

Camila estuvo abrazándome durante toda la noche porque se dio cuenta del gran miedo que me estaba consumiendo. Le pedí que me hiciera el amor, que me besara y me diera todo de ella. Me estremecí cuando me besó y me hizo sentir el calor de su cuerpo contra el mío. El estar ambas completamente desnudas me llenaba de paz. Coloqué mis piernas alrededor de sus caderas y mientras nos besábamos no pude evitar frotarme contra su cuerpo, juntar nuestros pechos, aplastando los suyos contra los míos más grandes. Junté su lengua contra la mía y comencé un baile...una guerra con la misma, lamiéndola y chupándola. Me iba a volver loca esa mujer. Pude escuchar un gemido salir desde lo más profundo de su garganta y Camila jaló mi cabello, haciéndome gruñir. Fuerte, excitada.

- Lo siento... - se disculpó.

- No...no, me encantó. - solté una risita que ella continuó y seguí con los besos, adorando del sabor de su boca.

Comencé a deslizar mis manos por su cuerpo y su vientre haciéndola reír por las cosquillas que mis caricias le daban a sus pechos y los apreté tiernamente. Soltó un gemido que hizo mi corazón saltar de emoción y junté sus caderas a las mías. Toqué y besé cada centímetro de su piel, le demostré cuánto me gustaba, cuánto me gustaba que estuviera conmigo. Ella se quedó dormida en el instante en el que la hice llegar al orgasmo y me abracé a ella sintiendo su suavidad. Cuidándola entre mis brazos.

Al día siguiente tuvimos que ir con Simon. Yo estaba temblando como una loca y Camila intentaba tranquilizarme, fallando. Después de bajar del auto casi no podía mantenerme de pie. La chica de ojos marrones permaneció a mi lado, le agradecía aquello.

El lugar al que llegamos estaba impresionante. Era una mansión increíble, y a pesar de que yo en mi vida había conocido millones de casas hermosas, incluyendo la mía, esa no tenía comparación. Él tenía dinero, pero...realmente dinero. Tenía poder.

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UNDRESSED {Camren}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora