C U A R E N T A Y U N O

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¿Podías sentirte jodidamente mal y al mismo tiempo jodidamente bien? Si alguna vez ese sentimiento existió en otra persona era así como yo lo estaba. Lauren y yo habíamos compartido la ducha más placentera que jamás hubiera tenido. No había necesidad de tener otro tipo de intimidad cuando lo más increíble que teníamos era ver el cuerpo desnudo de la otra enfrente de nuestros ojos. Tras habernos extrañado tanto durante esos últimos siete meses, no pensábamos en más por el momento. Nuestros labios estaban encajando a la perfección, buscándose hambrientos, al igual que nuestras ansiosas manos que necesitaban sentir la piel suave y mojada de la otra. Las manos de Lauren se habían encargado de masajear las nalgas de mi trasero y las mías de hacer exactamente lo mismo pero con sus pechos, que me parecían bastante antojables en el momento, de hecho siempre.

Sentí múltiples veces sus gemidos contra mi boca, haciéndome sentir aún más excitada, luego ella me hizo separarme un momento, poniendo mi espalda contra la pared fría, haciéndome erizar la piel todavía más. Me hizo temblar y debido a ello, las dos nos reímos.

- Hola... - murmuró bajito cuando se encontraba con mi mirada risueña. Lauren bajo la ducha era algo para recordar. No había ni una pizca de maquillaje en ella pero igualmente así se veía maravillosa. Incluso me atrevería a decir que mejor. No sabía si se debía a que se encontraba tan feliz como yo o a qué, pero sus ojos estaban más brillosos de lo normal.

- Hola, ojos bonitos... – dije involuntariamente. La vi sonreír con ternura y por ello en respuesta me mordí el labio levemente, nerviosa de tenerla tan cerca, lo cual era casi irónico.

Terminamos el baño luego de que Lauren enjabonara cada parte de mi cuerpo despacio, limpiándome. Me había hecho sentir increíblemente amada. Después simplemente me enredó en una toalla color rosa salmón que me dijo era la que ella usaba, lo cual se me hizo completamente extraño, ya que jamás me había imaginado que Lauren usara algún tipo de rosa. Cuando me lo dijo pareció un poco avergonzada debido a mi risa burlona. Me dejó la habitación sola para que escogiera cualquiera de los vestidos que habían ahí.

Tomé uno en mis manos y me di cuenta de que aún conservaban la etiqueta. Abrí los ojos casi como platos, los precios estaban altísimos. Mierda. No podía aceptar algo así, ¿verdad? Estaba fuera de mis alcances pagarle algún día algo así. Una cosa era que me hubiera regalado un labial, pero un vestido. No, no, no. Estaba siendo demasiado. Aparte, aún las cosas no estaban claras entre nosotras dos, al menos no en mi mente.

Para nada el hecho del amor era una duda, porque era seguramente lo más claro que hasta ahora habitaba mi mente, era eso, mi amor por mi chica ojiverde. Pero la relación que mantenía con Dinah era algo realmente serio, algo que tenía futuro, pero con Lauren todo estaba borroso, nada era seguro. Con su adicción, de la cual hasta el momento no habíamos hablado pero estaba segura la seguía teniendo, era posiblemente el problema más grande de nuestra relación.

Dinah, en cambio, me había prometido las cosas con la que cualquier mujer se hubiera vuelto loca. Matrimonio y mil hijos, algo que alguna vez Lauren me había dicho no estaba en sus planes, pero que al contrario estaba en los míos. En realidad, nada me haría más feliz que vestirme de blanco y decir acepto hacia un altar, pero la verdad era que eso era totalmente cliché, y Lauren era todo excepto una chica cliché. Ella era diferente a todos los estereotipos de mujeres que hubiera conocido alguna vez.

Abrí la habitación dispuesta a ir con Lauren a decirle que esto era demasiado y parecía estar apresurando las cosas, a pesar de ser su...amante. Dios. Cuando abrí la puerta, me topé con dos ojos verdes centrados en los marrones míos.

- Lauren yo no... - comencé a hablar, pero al instante mis palabras sólo se acumularon en mi boca, porque fueron acalladas con la mano delicada de la de piel más pálida.

UNDRESSED {Camren}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora