UNDRESSED {Camren}

C U A R E N T A Y N U E V E

Lauren's flashback

El aroma de su cabello estaba inundando mis fosas nasales. Era glorioso tener a mi mejor amiga, a mi ahora novia de esa manera. Yo amaba a Sam de una manera fuera de lo común, ella era todo lo que yo tenía. Era el centro de mi universo. La manera en la que me sonreía me hacia el corazón latir con fuerza, los hoyuelos de sus mejillas cuando sonreía, me hacían sonreír a mí incluso cuando tenía excesivamente malos momentos.

Sam siempre había sido mi mejor amiga, la persona con la que había compartido cada parte de mi vida desde una temprana edad, los 7 años. Yo siempre había sentido una admiración por ella, siempre me había parecido bella, y con la personalidad más fresca posible. Crecer con ella, ver cómo se había convertido en mujer a la par de mí, era alucinante.

- Samantha... - le dije a la morena en un volumen bajo, queriendo despertarla a pesar de que estuviera segura que despertaría como un troll.

- Vete a la mierda... - murmuró haciéndome soltar una risa fuerte, cuando se acurrucaba nuevamente en las sábanas, tapándose por completo.

- Sí, buenos días. - murmuré en sarcasmo, y en respuesta me llevé un golpe en la cara. - Oh, Sam, eso sí me dolió. - hice un puchero y me decidí a dejarla dormir, yo había tenido la culpa. No estaba molesta porque sabía que me había buscado aquel golpe, pero me hacía reír lo loca que se ponía cuando la despertaba por las mañanas, y por las tardes, menos por las noches, cuando la despertaba con el propósito siempre de hacerle el amor, y bueno, cuando tenía alguna pesadilla.

Me fui hacia la cocina y comencé a preparar panqueques, sabía que le encantaban a pesar de ser jodidamente cliché. Eso era lo único cliché que Sam tenía, porque ella era una auténtica persona. Nadie se parecería jamás a ella.

Adoraba cocinar para ella. Me gustaba estar al pendiente de mi Sam toda la vida. Todo estaba listo. Eran las 11 de la mañana, por lo que sabía que faltaba poco para verla rondar por la cocina, muerta de hambre.

Unos brazos se cerraron alrededor de mi cintura, cuando vi las uñas de un color conocido como el rosa pastel que ella siempre solía llevar.

- Siento tanto haberte dado un golpe, bebé... Te he dicho que no puedo controlarme cuando estoy dormida o recién despierta. - su pequeño y tierno beso calmó todo, y ciertamente no estaba molesta, pero adoraba cuando se ponía en el plan meloso. - Peldóname, po favo.

Solté una risa como medio tonta, siempre solía sacar mi lado infantil con ella.

- Ti peldono, codazón. – sonaba realmente pasiva.

Aquello la hizo reír y tenía que confesar que yo quería soltarme riendo igual, pero lo evité para hacer el momento más romántico y tierno para ambas. Terminamos por desayunar juntas. Me agradeció el gesto cuando terminó de comer y terminó con instintos canibales. Agradecía que Sam estuviera conmigo. Los momentos que estábamos juntas para mí eran sagrados.

- Lolo... - dijo de repente cuando estábamos ambas acostadas viendo la televisión. Mis manos estaban en sus pechos. Adoraba tocarlos y para ella se había convertido en cariño de lo más inocente cuando no lo era.

- ¿Mhm? - intenté responder con voz ronca, debido a que no habíamos estado hablando durante un buen rato, el que había estado durando nuestra serie favorita, de la que veíamos capítulo tras capítulo. Sam estaba encantada.

- Si no fuera como soy...

- ¿Como eres en qué? - le pregunté, sin saber qué diría.