UNDRESSED {Camren}

V E I N T I O C H O

El trato fue: Camila y yo pasaríamos las cosas por los aereopuertos. Aunque, básicamente, Simon quería que fuera sólo Camila la que lo hiciera, yo debería simplemente cuidarla. A Camila, no a la mercancía.

Estuvimos casi de acuerdo. Yo no lo estaba, Camila sí. ¿En qué puto momento su miedo por la droga y mi negocio se había desaparecido?

Dinah había pasado toda la tarde mirando a Camila y mirándome a mí. Giré los ojos haciendo que se diera cuenta en cada instante que era posible que me molestaba; Camila en cambio, seguía estando distraída y platicando la mayoría de las veces con Simon mientras Dinah la miraba como estúpida. Sí, Camila era una mujer hermosa. Las facciones de su rostro la hacían ver más joven, pero su cuerpo decía lo contrario, con esas curvas perfectas y ese trasero que poseía, era todo menos una niña. ¿Por qué le gustaba más Camila que yo? ¿Estaba celosa de que Dinah mirara a Camila? ¿O de que mirara a Camila en lugar de a mí? No tenía idea.

Simon y Dinah nos habían comenzado a contar cómo era que la más joven se había introducido al negocio que yo tanto amaba. Por alguna razón era casi lo mismo que yo cuando niña. Dinah de más pequeña producía tanta ternura que nadie sospecharía de ella, en cambio Simon, un hombre fuerte, británico, y con el ceño la mayoría del tiempo fruncido sí que era fácil para desconfiar. Simon nunca quiso que Dinah se metiera en su trabajo, era su niña pequeña y por supuesto era entendible, pero después de que su hija se robara en su mochila rosa de ruedas, unos gramos de cocaína, y los pasara sin problemas... fue cuando se dio cuenta de que la necesitaba.

- Supongo que ya es tarde. - dijo Simon después de que le dijera a Camila que ya era tiempo de que nos retiráramos. A pesar de lo amable que se había portado con ambas Simon, yo le seguía temiendo. Era en verdad peligroso.

- Sí, algo. Y en realidad la casa no está muy cerca. - seguí yo.

Después de despedirnos y cerrar un trato en el que yo no estaba totalmente de acuerdo, me fui acompañada de la chica morena. Cielos, me moría por hacerle el amor. Gruñí en su oído, teniéndola abrazada por la cintura, completamente pegada a mi cuerpo, ahora sin nadie más que yo para mirarla. Justo así me gustaba. Camila se restregó suavemente contra mi cuerpo, frotándose mientras yo la sentía disfrutar de los roces y de la fricción que nuestros cuerpos producían. La tomé del trasero y susurré en su oído muy bajo.

- Me muero por hacerte mía, Camz...

- Ya soy tuya, Afrodita... - me empujó contra el carro y me sorprendió el que lo hiciera. Pude ver en sus ojos qué tan excitada estaba. Sonrió traviesa y la imité. Ambas estábamos disfrutando de la cercanía, del calor que encontrábamos en el cuerpo de la otra.

- ¿Solamente mía?

- Solamente tuya... - dijo contra mis labios, entrelazando y amarrando con fuerza su lengua en la mía. Gemí bajo y como respuesta ante eso, sentí su mordida en mi labio. Una mordida sexy.

- Dios... si fuera por mí te desnudaría justo aquí.

- ¿En la vía pública?

- Sí, en la vía pública.

- ¿Y por qué no lo haces? – su pregunta me tomó por sorpresa pero no podía negar que al mismo tiempo me excitó escucharla. Saber que ella deseaba algo así me ponía.

- Sucia - la besé con más fuerza y la tomé por el culo. - Dios santo, Camila... este culo que tienes no es normal... es magnífico, joder. - la escuché reír soltando una carcajada de esas que solo ella producía.