UNDRESSED {Camren}

V E I N T I C I N C O

Fuimos a comer pizza sin piña incluida en un restaurante que se caracterizaba en Italia por ser el mejor en cuanto a pizzas. Yo había ido a Italia un par de veces solamente pero jamás había probado una pizza en el lugar donde aquel delicioso alimento se había creado.

Estaba increíble. El sabor del queso era completamente diferente al que yo conocía, al que exportaban a América y se derretía en mi lengua deliciosamente. Cerré los ojos disfrutando aquella sensación y me di cuenta de que Camila estaba teniendo la misma reacción que yo. Sus ojos se encontraron con los míos luego de haberlos abierto y jamás pensé que alguien comiendo pizza se podría ver tan sensual. Camila era la única excepción.

Me incliné sin pensarlo y la besé tiernamente, disfrutando de sus labios y del queso con la grasa que le chorreaba. Se separó rápidamente sonrojada.

- No, Lauren... aquí no - me miró con un poco de reservas y se cubrió la cara. Mi corazón se encogió ante el rechazo y suspiré con fuerza mientras la veía tener miedo del mundo.

- Mierda, en verdad tienes miedo. – en lugar de enojarme respiré fuerte y traté de entender su miedo, uno que antes tuve. – Nadie nos conoce aquí, Camila.

- No tengo miedo.

- ¿Y cómo explicas esto? – me refería al rechazo.

- Bueno...es que es bastante irrespetuoso besarnos en frente de tanta gente. - solté una risita sarcástica.

- Eso no te importaba mucho con Chris, ¿o sí?

- Eso es diferente, Lauren...

- ¿Diferente en qué sentido? - estaba casi atónita. Maldita sea. - ¿En que Chris es hombre y yo soy mujer? ¿En eso? - el silencio se hizo presente al instante en Camila y yo suspiré dado un golpe en la mesa, haciendo un ruido fuerte que hizo voltear a una que otra persona que estaba igualmente comiendo pizza. Aunque con piña. Me retiré hacia el baño en pasos largos y para intentar tranquilizarme. Necesitaba entender a Camila...pero no estaba segura si yo quería regresar al clóset del que había salido hace mucho, ahora a su lado. No, no lo quería. Abrí la puerta del baño y oriné sintiendo alivio al instante. No me había dado cuenta de que en realidad necesitaba usarlo hasta que me había molestado con Camila.

Me arreglé el rostro con solo un par de retoques en mis labios rojos y salí tras lavarme las manos, yendo a la mesa. Estaba ahí Camila mirándome con un poco de reservas.

- ¿Te ha gustado la pizza? - pregunté como si no fuera demasiado obvio. Había visto su cara de placer al comer. Sonreí amplia y fingidamente ante ella, su confusión me hizo reír por dentro. Yo tenía unos cambios de humor repentinos que para la mayoría de la gente eran frustrantes, Camila sólo los intentaba soportar. Yo sabía que mi carácter y personalidad no eran las mejores cosas del mundo, tampoco eran fáciles de manejar pero no podía evitarlo. A veces lo tomaba como un escudo, para que la gente viera que realmente las cosas no llegaban a importarme en una gran magnitud a pesar de que la mayoría de las veces me llegaban hasta lo más profundo del alma.

- Um...sí. La verdad estuvo más que increíble. - hizo un intento de sonrisa y luego alcé mi mano para un mesero, quería que nos diera la cuenta.

Después de pagar a pesar de que Camila puso resistencia, nos fuimos en uno de esos taxis italianos que a Camila le habían gustado tanto. Era casi ridículo o más bien totalmente ridículo.

Tras varias tiendas recorridas y prendas compradas volvimos al hotel. Llegando ahí, escuché mi celular sonando y lo atendí, antes viendo que era una llamada de Alfredo por lo que salí a contestar dejando a Camila con los labios hinchados y hambrientos, pues interrumpí nuestro apasionado beso. Me relamí los labios y contesté.